Capítulo 2.

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Espero hayas leído la nota antes de iniciar, de lo contrario te invito a leerla.

Mishnock
Helia 7— Estado temporal 5— Año 3

Emily

Ha pasado un mes desde la cena con Magnus. Un mes en el que nos despedimos del año 2. Un mes en el que le di la bienvenida al año 3. Un mes en el que yo no he podido dejar atrás la nota que ese hombre de ojos verdes envió para mí. ¿De verdad contó mis pecas? Ni siquiera yo he hecho eso. Me cuesta creer que él sí. Y admito que cada vez que pienso en ello, un cosquilleo extraño aparece en la parte baja de mi estómago. Es una sensación nueva para mí. Un hormigueo carnal, escandaloso y que me hace enrojecer.

Este tiempo ha sido un martirio casi enloquecedor. Paso los días sola en mi habitación, perdiendo la cordura al no tener nada que hacer. Tomo todas mis comidas allí, en silencio, y es agónico. Por días supuse que a eso se resumiría mi vida: la soledad de un palacio en el que no quiero estar. Hasta que llegó esa carta. La carta que lo cambió todo. Nadie lo esperaba. Ni Stefan, ni el pueblo de Mishnock, y mucho menos yo.

En ella, el rey Lacrontte aceptaba los acuerdos de paz que le propusieron, sin embargo, puso algunas condiciones para iniciar los diálogos. Tres en realidad. La primera, se llevarán a cabo en una semana, exactamente siete días. La segunda, el lugar en el que se desarrollarán, será en Cristeners. Allí, Everett y Magda tomarán el papel de mediadores. Y la tercera, mi presencia es requerida todos esos días. Está claro que quiere verme, pero ¿para qué?

Stefan dudo en acceder a la última condición, pero si lo que busca es conseguir la paz, sabía que debía dar su brazo a torcer y lo hizo. El pueblo ya se ha enterado del inicio de los diálogos de paz con Lacrontte. No se lo han tomado muy bien, a decir verdad. Ellos no quieren perdonar las injusticias que hemos vivido a manos del enemigo y los comprendo. Miles han perdido a sus seres queridos y es difícil abrir el corazón hacia el perdón. Quieren que paguen, que sufran como nosotros lo hemos hecho. El problema es que ya no hay vuelta atrás. Los diálogos iniciarán dentro de unos días y yo ya empaqué maletas para mi temporada en Roswell, la capital de Cristeners.

Por otra parte, Stefan sigue negándome la posibilidad de ver a mi familia, sin embargo, prometió que traería a alguien de visita para mí y desde el primer instante supe de quién se trataría: Liz. Él cree que con eso va a reparar su imagen. Quiere que lo vea como un ser bondadoso que se niega a castigarme severamente a pesar de mis errores. Cuán desvergonzado es y ni lo nota. Este encierro es el peor de los castigos.

Mi hermana cruza la puerta de mi habitación cuando el reloj marca las cinco. Trae en el rostro una sonrisa gigante que me lleva a sonreírle de vuelta. Verla es como un respiro para el alma. Y es que la he extrañado tanto que empiezo a llorar cuando me abraza. Me derrumbo en sus brazos como una niña afligida que busca protección en su hermana mayor. Liz era mi refugio en las noches de tormenta, cuando los rayos me asustaban tanto que chillaba. Ella era y sigue siendo la persona que quiero ser: fuerte, valiente y decidida.

—Mily. —Su voz refleja dolor mientras me estrecha fuerte.

Su llanto se une al mío en segundos, se estremece y su agarre se hace más sólido. Me sostiene como si intentara no dejarme caer en un abismo. Me acaricia el cabello y repite mi nombre una y otra vez. No puede creer que de verdad estamos juntas.

—Mily, cuánto te he extrañado. ¿Cómo has estado?

—Extrañándolos. Quiero volver a casa, Liz. Quiero que todo vuelva a ser como antes.

—¿Antes de Stefan? ¿Te arrepientes de conocerlo? —pregunta—. Lamentablemente, esa decisión echaría muchos mundos hacia atrás, no solo el tuyo.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora