Capítulo 50

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No he dormido demasiado desde ayer. En realidad logré cerrar los ojos a las 2 de la madrugada y el descanso que necesitaba no ha llegado para mi.

Al amanecer mi corazón sigue afligido y aunque quisiera quedarme en la cama todo el día, me obligo a levantarme y arrastrar mis pies hasta el cuarto de baño para tomar una ducha caliente y reconfortante.

Mi cuerpo se siente pesado y agotado pero el agua va quitando al menos un poco de la aflicción que me embarga.
Al salir voy a mi cambiador y poniendo todo el buen humor de mi parte, escojo un vestido amarillo con flores en el mismo tono que cubren el pecho y las finas mangas.

Una vez me miró en el espejo, pienso en lo que Vanir dijo por la noche "A Magnus no le gustan que se vistan con colores llamativos" y a decir verdad, no me importa.

Bajo al comedor a sabiendas que tendré que enfrentarme a la presencia del rey Lacrontte, persona a la que hoy no me interesa ver en lo absoluto.

- Buenos días, esposa. - Saluda una vez que llego al salón.

- Buenos días. - Respondo en un intento por ser amable.

- ¿Cómo has amanecido?

- Viva... supongo.

- Me alegra no estar viudo, entonces. - Comenta en un intento por hacerme reír, pero no funciona.

Observo la comida delante de mi y empiezo a consumirla con agilidad, sin darle oportunidad para hablar. Quiero que esto acabe rápido, quiero regresar a mi habitación.

- ¿Postre de durazno, majestad? - Le ofrece un guardia.

- Esta vez no. - Informa rechazándolo, lo cual en el fondo me sorprende.

Continuó hurgando la comida, mientras me las apaño para comer a pesar de mi poco apetito y en el momento en que voy a la mitad de mi desayuno, él se dirige a mi con severidad.

- Emily eres tú la que siempre dice que debemos hablar aquellas cosas que nos molestan. Así que dime que sucede.

- ¿Qué habría de suceder? - Respondo sin ánimos.

- Esta no eres tú, esto no es típico de mi Emilia. - Replica con ansiedad. - Mírame, por favor.

- Disculpe, majestades. - Avisa un guardia de repente. - La familia de la reina se encuentra en el palacio.

De inmediato giró la cabeza hacia donde se halla el guardia. ¿Mis padres? ¿Qué habrá pasado si los vi justo ayer?

- Desean hablar con usted, majestad. - Dice el hombre dirigiéndose a mi.

Me levanto de golpe y salgo del comedor para reunirme con mis padres, quienes ahora suponen ser una distracción para mi.

No hay tiempo para saludos o formalidades, mi padre es el primero en hablar y lo que comunica me deja anonadada.

- Tu hermana ha dado a luz e iremos a Mishnock a conocer el bebe. - Suelta sin más.

Me quedo perpleja sopesando mis opciones. Yo quiero conocer a ese niño y ver a mi hermana, así nuestra relación en estos momentos no sea la mejor.

- Yo quiero ir con ustedes. - Arguyo de igual manera.

- ¿Estas segura de eso? - Pregunta mamá.

- Si, ella acaba de dar a luz así que es difícil que viaje hasta acá ¿cuándo partirán?

- Dentro de una hora.

- ¿Hoy mismo? - Pregunto desconcertada.

- Solo hemos venido a informarte, no pensé que querrías acompañarnos. - Señala mi padre.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora