Capítulo 40.

804K 63.6K 244K
                                    

Mi primera noche en mi nuevo hogar fue... extraña y melancólica.
Pensé en tantas cosas y en nada al mismo tiempo que resultó agotador, pero de todo el tiempo perdido mientras intentaba descansar, pude entender que lo único que quiero en estos momentos es tener a mi familia conmigo.

Podre estar en el reino más desarrollado y poderoso, pero siento que nada tengo si ellos no están aquí.
Quizás sea tonto lo que digo, pero jamás había deseado algo con tanto ímpetu como esto.

Un guardia llego temprano esta mañana y me ha pedido que me vista formal para un evento que tengo con Magnus.
Realmente el protocolo no es lo mío, pero supongo debo acostumbrarme a todas estas cosas, pues serán mi diario vivir desde hoy.

Después de ir al baño, me dirijo al cambiador y del millar de vestidos que reposan en su interior, escojo uno color azul cobalto de seda suave y con una sola manga. Un bordado en piedras doradas se encuentra en el hombro izquierdo y la tela cae a partir de allí como velo a mi espalda.
La manga es larga y transparente, recubierta por líneas de brillantes en un tono dorado. Un cinturón oro divide mi cintura para aportar mayor acentuación a mi figura y permitir así que la falda caiga hasta mis tobillos para mezclarse con aquella que fluye de mi hombro.

Es algo realmente sofisticado para mí y sin duda es un vestido que Magnus escogería. Es tan Lacrontte que asusta.

Bajo a desayunar al inmenso comedor del palacio y Magnus ya me espera sentado a la cabeza de este.

- Buenos días, Emilia. - Saluda mirándome. - Gran elección de vestido.

- Gracias, señor Lacrontte. - Digo tomando las puntas de mi vestido para simular una reverencia.

- ¿Preparada para la agenda de hoy?

- ¿Agenda? - Pregunto confundida.

- Así es. Primero una parada al coliseo Lacrontte y luego una conferencia.

- ¿Conferencia de qué?

- ¿Por qué preguntas tanto? - Cuestiona molesto.

- ¿Por qué eres tan amargado? Solo fue una pregunta.

- Solo come ¿quieres? - Ordena enojado.

- Tú no me mandas. - Digo cruzando los brazos.

- ¡Dios mío! ¿Como voy a soportarte toda una vida?

- Es justo lo que estoy pensando.

- Ambos necesitan trabajar su carácter. - Dice Francis desde el fondo. - Son muy distintos.

- Mi carácter está bien. - Alega Magnus con un gesto serio.

- No es cierto. Eres amargado todo el tiempo. - Digo con la verdad.

- Así soy. - Responde tajante.

—Bien. —resoplo, dispuesta a no discutir con él.

Tomo el tenedor y comienzo a tomar la fruta sin mirarlo. Es tan complicado que quisiera lanzarle una bandeja al rostro.

- Podría intentar cambiar algo. - Dice después de un rato. - Pero no aseguro nada.

Levanto la mirada hacia él y lo encuentro mirándome fijamente. Sus ojos verdes lucen frescos y una medio sonrisa se aloja en su boca cuando articula un "Lo siento"

Magnus es realmente cambiante y desesperante. Su actitud es tan tosca y dulce al mismo tiempo que me confunde en ocasiones.

Me levanto de la mesa y tomo su mano, obligándolo a levantarse. Agradezco el hecho de que no se soltara y se dejase guiar fuera del comedor.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora