Magnus
Me he bebido toda una botella de vino. No había algo más fuerte y lo necesitaba, lo necesito.
La botella reposa vacía junto a mí. Estoy apoyado en el lavamanos del cuarto de baño, mirándome al espejo. Mi semblante no es el mismo, me siento destruido. La cadena que tengo en el cuello se mece hacia adelante y atrás cada vez que me muevo. He tratado de controlarme, pero es insoportable. La piel me arde como si hubiera vuelto a ese día. La rabia me hace doler la cabeza, me oprime el pecho y me tensiona los músculos. Necesito salir de aquí. No, necesito acabar con ella.
Francis entra a la habitación un largo tiempo después, aunque desconozco cuánto porque no me he fijado en el reloj No me he fijado en nada más que la ira que siento. Los guardias no me informan de su presencia, pues así lo pedí. Sabía que vendría.
—Majestad —me llama desde el otro lado de la alcoba.
—Estoy en el aseo —le respondo sin quitar la mirada del reflejo del cristal.
Escucho sus pasos cautelosos acercándose. Se detiene bajo el marco de la puerta, lo veo a través del espejo. Tiene las manos juntas, una expresión relajada y habla con suavidad. Es una táctica para ahuyentar la neblina de mi mal humor. Si él se muestra tranquilo, me ofrece un espacio seguro para que tarde o temprano yo empiece a relajarme.
—Entenderé si no quiere hablar —dice y así inicia su sesión.
Sí quiero. Tengo muchas cosas que sacar.
—¿Sabes por qué no le he cercenado la garganta? —pregunto y no espero respuesta—. Por el pasado.
—Creí que diría que porque no tenía un cuchillo a la mano.
Me vuelvo a él. Trata de hacerme reír aun cuando sabe que no lo haré.
A Gretta la conozco desde que tengo memoria. Estuvo en cada cumpleaños, en cada fin de año, en cada juego, visita y viaje. Durmió a mi lado, creció conmigo. Hice muchas cosas para complacerla, para hacerla feliz, porque la quería. Fue la primera persona a la que le conté secretos, la primera cómplice, la primera amiga y, sin contar a mi madre, la primera mujer con la que bailé. Pero no se quedó ahí. También fue la primera mujer a la que besé, la primera mujer a la que sin ropa, la primera mujer con la que me desnudé, la primera mujer con la que me acosté.Esa es Gretta Tebeos, mi primera vez en muchas cosas; sin embargo, hay una cosa en la que no fue la primera. Nunca se convirtió en mi novia, pues al parecer ese puesto la vida se lo tenía reservado a Vanir, y eso a ella le dolió. Las dos eran amigas. De hecho, fue Gretta quien me la presentó en una cena benéfica a la que me insistió que la acompañara. Cometí el error de involucrarme y eso hizo que al final se separaran. ¿Y para qué? No gané nada, solo cicatrices en el torso.
—Les advertí que, si no se marchaba, lo haríamos nosotros.
—¿Te tomas mis batallas ahora, Francis?
—Un soldado nunca ganó nada sin un compañero, sea cual sea. Una espada, una flecha, un caballo, un amigo.
—No entiendo cómo se atrevió a venir después de lo que hizo.
—Creo que en el fondo ella sabe lo mismo que usted me ha dicho a mí: no le hará nada. Y es algo que el rey Aldous debe tener claro.
Gretta decía amarme y quería que yo también la amara. Y yo lo hacía, solo que no de la forma que ella esperaba. En el momento en que le aseguré que nada se formalizaría entre nosotros, se fue de Lacrontte directo a Grencowck. Su padre tenía negocios con Aldous y así lo conoció, se acercó más a él, pero el conde nunca aceptó que su hija frecuentara tanto el palacio, que se convirtiera en la amante del rey.
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Las cadenas del Rey. [Rey 2]
Ficção GeralLa hija de los perfumistas Malhore ahora vive en el palacio, después de ser traicionada por quien creía era el amor de su vida. Siendo prisionera del nuevo Rey Stefan Denavritz, Emily empezará a envolver su corazón en una guerra de sentimientos, cua...