Capítulo 14.

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Emily

La semana pasó y todos continuamos aquí. El plazo se extendió y los días siguen caminando como flojos aventureros. Magnus y yo nos vemos cada noche, hablando de tantas cosas que podría hacer una lista con lo más relevante: Desde la muerte de sus padres solo se viste de negro, su color favorito es el rojo, fue su padre quien le enseñó a nadar, de niño le pedía a los guardias que hicieran la tarea por él y ama con locura la tarta de durazno. Aunque eso último ya lo sabía.

También me dio el reporte que su espía consiguió sobre mi familia. Mis padres me enviaron una carta y aunque aseguraron que no debía preocuparme por ellos, es imposible que no lo haga. Mia fue con la abuela Clarise y la perfumería marcha lento. Sin embargo, esa no fue la única carta que me enviaron. Nahomi también se hizo presente con un mensaje. Uno que no ha dejado de rondar mi cabeza desde que lo leí.

¿Ya eres feliz? Espero que sí. Eso no lo puedo ver. Las emociones cambian a diario, así que me es difícil asegurarlo. Lo que sí quiero pedirte es que no olvides llevarme cuando sea el momento. Me gustaría visitarte, a menos que los rieles se crucen. Espero que no. Y por favor, dile que no los use, no todavía. Al menos no en su dedo anular, recuérdaselo.
Emily, debes tener en cuenta que ellos son muy diferentes. Son como el océano. Comparten en el mismo título, pero lo desarrollan de manera distinta. Uno es tranquilo y hermoso a la vista. El agua es bella, llamativa y refrescante en la superficie y así es él.

En ese momento supe que hablaba de Stefan.

Pero muy pocos se adentran hasta el fondo, hacia las profundidades oscuras del océano, porque es peligroso, misterioso y a medida que avanzas, ejerce tanta presión que nadie es capaz de soportar. Hasta el acero se destroza como un frágil papel cuando llega hasta el fondo. Y justamente así ese hombre. ¿Cuánto crees que tu corazón soporte?

Y aquí supe que hablaba de Magnus.

Me encantaría darte algo más. Estás a la deriva y mi barco navega demasiado lejos y pronto lo estaré todavía más. Me alejo de la orilla, Emily, me voy. Alguien más dirige mi travesía. Soy parte de la tripulación y es imposible saltar a alta mar. No está en mi poder dar recomendaciones específicas. El libre albedrío me lo impide. Lo bueno es que puedo hacerte una pregunta que ayudará en las elecciones. ¿Quieres nadar hondo o prefieres quedarte en la superficie?

No entiendo a qué viene esto. Si presiente como siempre lo hace, sabría que estoy con él, que lo veo a diario, que me estoy arriesgando o ¿no? Vernos a escondidas es arriesgarse, ¿verdad?

—¡Emily! —Atelmoff chasquea los dedos frente a mí—. ¿En qué reino está tu mente? Ya llegó Aldous.

Estamos todos de nuevo en el vestíbulo principal del palacio en espera del rey Sigourney y su comitiva. Ya le confesé a Atelmoff que ayudé a Magnus a robarle oro a ese hombre, así que temo que me reconozca y quiera hacer algo contra mí. Él entonces prometió quedarse a mi lado y acompañarme como un guardia protector.

El problema es que no sé cuánto tiempo podrá cuidarme, pues a los Wifantere se les ocurrió que era una gran idea realizar un baile de máscaras para celebrar el inicio de los acuerdos de paz. Desde hace días he estado pensado en mi atuendo, he pasado bastante tiempo en la sala del sastre, pues la temática de animales que propuso la reina Magda me dejó sin ideas, sin embargo, estoy orgullosa de mi elección.

El asqueroso rey Aldous hace su entrada en un traje burdeos. Sus ojos color carbón estudian la sala y a cada uno de los que estamos aquí. Trae pieles como capa y una corona de oro ostentosa con remaches y diamantes que estoy segura le deja doliendo la cabeza. A su derecha lo acompaña un joven apuesto y lo digo muy en serio.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora