Capítulo 49.

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Visitar a mi padres era algo que realmente necesitaba, pues escuchar sus consejos y recibir sus mimos fueron el cimiento para mi fortaleza y sé que necesito mucha para acostumbrarme al carácter de mi esposo.

Magnus no es una persona fácil de tratar, pues aunque yo intente de mil maneras hacer que su corazón se abra un poco conmigo él insiste en mantener la muralla que nos divide.

Mis sentimientos han estado confundidos desde hace unos días, pues en verdad algo grande está creciendo dentro de mi hacia él, pero es difícil aclarar mis emociones cuando mi esposo no me permite ver a ciencia cierta lo que siente.

El rey Lacrontte ha demostrado estar atento a mis necesidades y es romántico a su manera, aunque eso incluya burlas o momentos de frialdad cuando sienta que ha sobrepasado su límite de ternura, pero si hay algo quisiera tener con él es la oportunidad de ahondar un poco más en su pasado y sé que de esa manera podré entenderlo de una mejor forma.

Discutir con Magnus me duele demasiado, pero tampoco puedo estar soportando su peculiar humor en todo momento, pues así como él tiene sus limites yo tengo los míos y deben ser respetados.

Cuando el reloj marca las 8 de la noche opto por hacer un último intento por evitar una fractura más fuerte en nuestra relación por lo que decido ir hasta su habitación y hablar sobre lo que últimamente estoy sintiendo y que no sé si él ha notado.

Salgo de mi alcoba ajustando mi vestido en el proceso y solo basta dar un paso fuera para detenerme de inmediato al ser testigo de una escena que me deja helada y desconcertada.

Una mujer de cabello cobrizo sale de la habitación de Magnus con una sonrisa fresca a medida que camina lejos de los aposentos del rey. Su vestido es de color dorado con piedrecillas brillantes que caen por la falda como una cascada de agua.

Magnus la acompaña fuera con el gesto severo que lo caracteriza. Ella sin duda disfruta estar a su lado pero es difícil asegura si él siente lo mismo, pues la frialdad de su mirada no deja nada bajo sospecha.

El rey Lacrontte es el primero en notar mi presencia, quien de inmediato detiene el paso totalmente sorprendido al verme.

- Emily. - Dice en un suspiro ahogado.

No sé qué pensar, en verdad no sé qué pensar. ¿Qué hacia esa mujer en su habitación?, ¿por qué sale tan feliz de ese encuentro?

No hay ramé que valga, no hay nada hermoso en esto, todo es caos, caos del doloroso. Si lo que buscaba era herirme lo ha conseguido.

Sé que aún Magnus no se abre del todo conmigo, pero si me gustaría saber que hace esta mujer aquí. Me siento realmente tonta por el hecho de venir a hablar sobre mis sentimientos y que él esté con alguien más.

- Hola. - Respondo, ocultando el nudo que tengo en la garganta.

- Eres Emily ¿cierto? - Pregunta la mujer sonriendo con naturalidad.

- Así es, soy Emily Malhore.

- Lacrontte. - Corrige Magnus de inmediato.

- Tienes razón, lo olvidé por un momento.

- Soy Vanir Etheldred, amiga de Magnus. - Saluda la mujer extendiendo una mano hacia mi.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora