Emily
Ha pasado un mes.
No he vuelto a ver a Magnus.
Se fue y no regresó. Se fue y espero que se haya olvidado de mí. Se fue y aún me duele el corazón.Estoy de vuelta en Cristeners. No quería venir, pero lo hice por Claire. Es su matrimonio y me envió una invitación. No quise faltar a su día después de lo amable que fue conmigo.
No niego que me daba miedo encontrar al rey Lacrontte aquí, pero tal parece que ha decidido no venir. Me parece muy sensato de su parte si se tiene en cuenta que hace tan solo dos semanas se fue contra Dinhestown. Me enteré por el periódico al llegar aquí. A veces no es tan bueno que al pueblo de la abuela no lleguen las noticias. Lacrontte agregó un nuevo territorio a su mapa. ¿Es su manera de descargar su ira? ¿Es feliz cuando hace sufrir a los demás? Apostaría a que sí. Él solo es maldad y odio.
El asiento de la iglesia se me hace incómodo. No logro quedarme quieta por mucho tiempo en una posición sobre el banco de madera. Una vez, el señor Field nos contó que las hacían de esa manera para que nadie se quedara dormido en los sermones que se daban muy temprano en la mañana y que duraban horas. Les funcionó. No podría dormir aquí.
Stefan y Lerentia están sentados un par de sillas adelante y yo estoy rodeada de guardias que me vigilan para evitar una posible huida. Ya ni fuerzas tengo para eso. Aunque no niego que si hubiera una posibilidad, alguna, de ser libre sin tener que escapar, la tomaría. Quisiera comprar mi libertad tal como Magnus compró mi ubicación.
Todo huele a las rosas blancas que decoran los asientos y señalan el camino hacia el altar, en donde un nervioso Lorian espera de pie con su padre detrás. El príncipe se mueve, desesperado, como si presagiara que algo malo va a suceder y quisiera evitarlo. El rey Everett le pone la mano en el hombro para que se mantenga en su sitio cuando la marcha nupcial empieza a sonar. En la cara de Lorian puede leerse su desolación y parece que en cualquier instante se echará a llorar. Siento pena por él. Es obvio que no quiere casarse. Tiene el entrecejo fruncido y los hombros caídos. Quiere fugarse de aquí.
Claire aparece en un pomposo vestido blanco de mangas largas, botones perlados y una falda amplia de seda. Se ve hermosa. Los ojos le brillan con cada paso que da hacia el altar del brazo de su padre. Las personas se levantan y lanzan flores a sus pies, formando un camino que termina cuando está frente a su futuro esposo, quien le da una sonrisa forzada. Esto no augura buenas cosas. El sacerdote empieza la ceremonia y ellos le dan la espalda a los invitados. Se toman de la mano y, de repente, Lorian se mueve. Da unos pasos atrás fuera del altar y se detiene tan rápido como se movió.
La iglesia se queda en silencio. Quiere irse con su prometida, es evidente. Muchos se miran, extrañados, murmuran y corren la voz. El rey Everett parece perder la paciencia. Le susurra algo a su hijo que hace que este dude de su decisión. Lo sostiene del brazo con fuerza y puedo ver cómo le hunde los dedos en la chaqueta al príncipe. Cuando creemos que las cosas se han calmado, él se zafa de su agarre y dice lo impensado en voz muy alta como si quisiera que toda la iglesia lo escuchara.
—No tienes que desheredarme. Yo abdico la corona.
El asombro es colectivo cuando lo oímos y lo vemos retroceder. Esperaba que se arrepintiera de la boda, no que renunciara a la corona frente a todos. Lerentia se levanta y la reina Magda lo hace con ella; sin embargo, ninguna de las dos se atraviesa en el camino de Lorian. No sumarán una palabra más a este escándalo. Le permiten marcharse y que se lleve consigo a una confundida Claire, que no hace más que volverse a mirar a sus padres mientras la sacan de la iglesia. ¿Qué acaba de pasar?
Los invitados nos miramos sin dar crédito a lo que ocurrió. Son un montón de caras desconocidas con la misma expresión de sorpresa. Se levanta una oleada de habladurías que rápidamente se vuelve insoportable. Hasta mí llegan las teorías: los Mosswed están en bancarrota y por eso Lorian no quiso casarse; los obligaban a casarse porque Claire está embarazada, pero Lorian no la quiere, y, la peor de todas, Claire engañó a Lorian y él lo descubrió. Todas tienen algo en común: Claire es la culpable. ¿Por qué me resulta esto tan familiar?
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Las cadenas del Rey. [Rey 2]
General FictionLa hija de los perfumistas Malhore ahora vive en el palacio, después de ser traicionada por quien creía era el amor de su vida. Siendo prisionera del nuevo Rey Stefan Denavritz, Emily empezará a envolver su corazón en una guerra de sentimientos, cua...