Capítulo 47.

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He intentando no pensar en la nota que llegó ayer dirigida a Magnus y más aún, en el mensaje tan insólito que en ella aparecía.

No quiero creer que el rey Lacrontte pasó la noche con esa tal Vanir, pero mi cabeza no me ha dado tregua haciéndome imaginar un sin fin de posibilidades.

Mientras estoy en mi creciente bosque de flores de cerezo, un par de guardias vienen en mi búsqueda con gran urgencia en su mirada.
Los hombres llegan a mi y con un gesto de preocupación, se reverencian para luego comenzar a hablar.

- Majestad es importante que vaya ahora mismo a la sala del trono.

- ¿Sucedió algo?

- Tenemos un problema y el rey Magnus está ocupado.

- ¿Y qué necesitan que haga?

- Usted es la reina, debe resolverlo.

- Por supuesto. - Digo temerosa.

Por momentos olvido que ahora soy la reina de Lacrontte y que tengo un sinfín de responsabilidades sobre mis hombros.

Los guardias me guían hasta la sala del trono, abriendo la puerta a mi paso.
Dos hombres se encuentran atados de manos y arrodillados frente a los tronos reales. De inmediato deduzco que necesitan que los juzgue y aplique una pena ejemplar.

- Estos dos hombres fueron descubiertos hurtando a Clever un viejo carpintero de la ciudad. - Avisa su custodio.

El personal que está en la sala, espera una respuesta de mi parte. Una condena, castigo o reprensión, pero a decir verdad yo no sé que decisión tomar.

- ¿Qué haría Magnus en esta caso? - Pregunto, buscando una alternativa.

- Los enviaría a la horca, majestad.

- ¡Por Dios, eso no! - Replico alarmada.

Los nervios comienzan a atacarme y la ansiedad reflejada en mis manos es la muestra de ello.
Sé como puede llegar a ser Magnus y conozco la severidad de las leyes Lacrontte, pero yo jamás podría ser así.

- Entonces... ¿qué decide? - Comenta uno al ver mi indecisión.

- Irán a prisión. - Digo no muy convencida.

- ¿Cuánto tiempo?

- Amm pues, es decir...

- 10 años. - Informa Magnus entrando a la sala del trono.

- Era justo lo que iba a decir. - Suspiro aliviada por su intervención.

- Claro esposa. - Replica al notar mi falta de carácter y estoy convencida que me reprenderá por eso.

Magnus llega a mi lado y toma lugar en el trono dispuesto para él, mientras yo me mantengo de pie a espaldas del mío.

- Ahora debes decirlo. - Explica él con paciencia.

- Ustedes. - Digo señalando a los dos hombres. - Son condenados a 10 años de prisión debido a su delito.

Los guardias levantan a los sujetos con gran fuerza provocándoles heridas en los lugares en donde han sido atados.
No me considero capaz de presenciar tal trato, por lo que decido desviar la atención al rostro de mi marido.

- No seas cobarde, Emilia. - Pide Magnus al verme.

- No soy cobarde pero tampoco soy cruel.

- ¿Y yo si lo soy? - Pregunta levantando las cejas.

- Lo eres. - Confirmo mientras me acerco a él.

El rey Lacrontte sonríe ante mi declaración y es justo así como toda la maldad que lo acompaña, se esfuma en segundos.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora