Capítulo 59.

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Después de hacer un pequeña e improvisada celebración de cumpleaños para Atelmoff, regreso a Lacrontte con una punzada de dolor en el pecho al alejarme de mi aliado y consejero de Mishnock.

Cuando estoy en el umbral de lo que se considera mi hogar, tomo una gran bocanada de aire que me proporcione algo de valor para enfrentarme a lo que me espera dentro de la casa real.

- Llegaste al fin. - Es lo primero que dice Magnus cuando me ve entrar al palacio.

- Llegue. - Respondo secamente, pasando a su lado.

- ¿Hacia dónde vas? - Pregunta mientras me toma del brazo para detenerme. - Tenemos una conversación pendiente.

- Soy yo quien pondrá las condiciones ahora. - Espeto, zafándome de su agarre. - Así que te espero en la habitación.

Sé lo que he venido a buscar y estoy segura que Magnus va a proporcionármelo. Es sorprendente darme cuenta de lo mucho que lo necesito, pero sin temor a equivocarme es lo único que quiero.

Voy escaleras arriba con el rey Lacrontte siguiendo mis pisadas y al arribar en la tercera planta voy directo a la habitación, cerrando la puerta una vez que ambos estamos en el interior.

- Quiero saber su hay algo que aún no me has dicho. - Suelto deliberadamente, encarándolo.

- No lo hay. - Espeta sentándose en la cama. - Ya estás al tanto de todo.

- ¿Estas seguro de ello? - Cuestiono con desconfianza, mientras me acerco a él.

Me subo a horcajadas sobre su regazo y apoyo los brazos en sus hombros, mirándolo directamente a los ojos.

- La Emily perversa es mi favorita. - Dice con una sonrisa lujuriosa.

- Estoy hablando enserio, Magnus. No desvíes la atención.

- No puedo concentrarme estando en esta posición.

- Bien. - Siseo, colocando las palmas de las manos sobre su pecho. - Me levantaré para que puedas pensar.

Sus grandes y pesados brazos me bloquean el movimiento, obligándome a permanecer en mi posición inicial.

- No me apetece pensar en estos momentos. - Susurra cerca a mi cuello.

Ignoro su comentario y alejo su rostro de mi piel. Empiezo a desabrochar los botones de su camisa, sacando los pensamientos débiles de mi mente. No puedo creer lo que estoy haciendo.

- Siento que voy a ser usado.

- Si quieres me detengo. - Masculló retándolo.

- No quiero que lo hagas.

Su manos van a mi espalda y bajan las tiras de mi vestido con suavidad, estas caen por mi hombro y rápidamente desabrigan mi pecho.

Sus labios recorren mi torso denudo, al tiempo que sus dedos acarician mi piel con tenacidad. Saco la camisa con dificultad, peleándome con los grandes músculos de sus brazos y ahora soy yo la que besa cada centímetro de su cuerpo.
Su aroma me embriaga y su respiración agitada me estimula.

Magnus me pone de rodillas, lo que le permite sacar el vestido por mi cabeza y con una agilidad propia de él, comienza a desabrochar su pantalón.

Lo beso con fuerza cuando sus ojos cargados de deseo me observan y cayendo en la violencia de sus labios me deshago en sus brazos.

Mi ropa interior vuela lejos de mi piel al igual que la suya y con cada segundo que pasa, la expectación se hace mayor.
Sus dedos fríos llegan hasta la calidez de mi entrepierna y acariciándome con lujuria logra arrancar de mi garganta un par de jadeos que lo llenan de satisfacción.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora