Capítulo 3.

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Emily

Una semana.
Siete días en los que se definirá el futuro de dos reinos.

Me encuentro ya en Roswell. Hemos llegado de un viaje largo con Atelmoff y Christine de acompañante —solo se me permitió traer una doncella conmigo—. El palacio de Cristeners es blanco de techos azules y torres llenas de ventanas, muchas ventanas y balcones que airean su interior. La entrada es preciosa, conformada por una escalera doble, cuyos escalones porosos muestran la ingratitud de los años por el uso y los cientos de veces que han sido tallados para mantenerlos impecables. Dentro, el piso de mármol y las paredes de yeso le agregan frescura a la casa real. Es como estar dentro de una caja musical.

Todo es pulcro, desde la luz cálida de las lámparas de araña hechas de bronce, hasta la luz del día que cae como un manto sobre los muebles de terciopelo color cerúleo. Me siento en las nubes. Incluso el uniforme celeste y gris de la Guardia Real es delicado, impoluto, con sus pantalones de corte recto y sus abrigos ajustados con botones de plata. Hacen juego con el lugar. Se nota que nada está puesto al azar. La familia real de Cristeners definitivamente se esmera mucho en la estética.

En el vestíbulo nos esperan los tres rubios Wifantere. El rey Everett lleva un traje blanco de botones argentados. El cabello ya tiene algunas canas y su rostro delgado refleja una sonrisa orgullosa cuando ve a su hija. Destila poder, como si creyera ser el hombre más grande que ha habitado el mundo.

Por otra parte, Magda es elegante, alta y tiene un movimiento de manos tan delicado que da la sensación de que se desarmará si se mueve con más energía. Y su hijo, el príncipe Lorian, tiene esa mirada juzgona de un padre que no se fía de las compañías de su hijo. Es un hombre guapo, sin duda, la definición de príncipe. Delgado, de facciones finas, ojos celestes grandes y brillantes y un porte estirado que difícilmente pasa desapercibido. Es como si todo el tiempo estuviera maquinando algo en la cabeza. A su lado hay una linda muchacha de inocentes ojos de color miel y cabello negro corto que le roza los hombros. Tiene una sonrisa dulce que me recuerda a mí. Esa era la sonrisa que tenía antes de que el mundo me golpeara y que, pese a todo, lucho por mantener.

Cuando me ven llegar detrás de Stefan, todas las miradas caen sobre mí. No exagero, y tampoco es bonito. Sé por qué lo hacen, porque me reconocen. Saben bien que soy la mujer de la que el rey de Mishnock no puede alejarse. Me siento abrumada y me disgusta la forma en la que me detallan, como si no pudieran encontrar qué es lo que Stefan ve en mí.

—Señorita Emily, la recuerdo —comenta Lorian, adelantándose al resto—. Un gusto volver a verla.

Suena tan falso como Vanir. ¿No estarán emparentados?

—Es un placer para mí también. —Me inclino en una reverencia rápida. Todavía recuerdo lo descorteses que fueron conmigo en la gala benéfica en honor a Plate.

El rey Everett bufa. Es un gesto antipático y mucho más ofensivo que cualquier burla que me haya hecho el monarca de Lacrontte.

—Les presento a mi novia —continúa el príncipe—. Claire Mosswed.

Vaya, tiene una nueva pareja. Supongo que no debería sorprenderme. En el fondo, él y Aphra no sentían amor. Además, ya pasó un tiempo prudente desde su matrimonio fallido. La joven en cuestión les hace una reverencia respetuosa a Stefan y Lerentia. Es la única con amabilidad genuina de todos los que estamos aquí.

—¿Es costumbre en Mishnock mezclar el pasado con el presente, Stefan? —comenta el rey Everett, mirándonos a su hija y a mí. Me lanza tal veneno que estoy segura de que el hombre moriría si se relamiera los labios.

Esto es una deshonra que no me merezco. Desearía con todas mis fuerzas poder defenderme, pero no estoy en posición de hacerlo. No tengo ni una pizca de poder que me respalde para enfrentarlos. Lerentia se ríe, secundada luego por su madre, quien empieza a adular la belleza de la ahora reina de Mishnock. Stefan no responde a la provocación, sino que se limita a preguntar si el rey de Lacrontte ya se encuentra en el reino.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora