Capítulo 48.

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Magnus.

La observo dormir tan apacible y serena, con su respiración lenta y sus labios entre abiertos. Es hermosa, mucho más que eso y no comprendo aún como ella no se da cuenta.

Me resulta imposible no admirarla y me molesta la devoción que estoy creando para con ella, cuando en un principio no era así.

Emily Malhore me resultaba insípida y tonta. Una joven de ojos y cabello café que no era demasiado llamativa ante mi vista.
Es torpe, inocente e ingenua todo lo que necesita una mujer para ser despreciada por un hombre como yo, pero para mí mala suerte tenía a Denavritz comiendo de su mano y qué mejor estrategia para debilitar y posteriormente desestabilizar la mente de tu enemigo que apuntando hacia su corazón.

Mi plan era sencillo, si obtenía la atención de Emily distraería a Denavritz de los asuntos que verdaderamente importaban, pero una gran sorpresa me llevé al entender el poco valor que éste le brindaba a la vestiditos de jardín, quien a su vez tuvo la osadía de desafiarme en múltiples ocasiones provocando que fuera yo el que cayera en sus encantos.

Luché, juro que luché en contra del estúpido sentimiento que aún busca apoderarse de mí, pero aquí estoy, con toda la arrogancia a mi espalda acariciando el cabello de la insípida de ojos cafés que se atrevió a golpearme.

- Te quiero mucho, Emilia. - Susurro al estar seguro que ella se encuentra en un sueño profundo.

La quiero, vaya que sí la quiero; bueno no más que a la tarta de durazno, al oro o a mi venganza, pero estoy consciente que sí acepté plantar árboles de cerezo en el palacio es porque estoy completamente perdido por ella.

Odio las flores por distintas razones. No me gusta en lo absoluto la gama de colores que las recubren, me parecen débiles y me hacen recordar la muerte de mis padres.
Cuando ellos murieron el pueblo lleno cada lugar con flores y odiaba verlas por el simple hecho de que ellos no merecían cosas que se marchitaban días después, ellos necesitaban vida y vida en abundancia.

Aún desconozco qué es lo que siente Emily por mi. Estamos en un punto en el que avanzamos y retrocedemos constantemente, lo cual sé que podría agotarme en cualquier momento.

No estoy seguro que ella haya olvidado a Denavritz por completo y aunque he entregado una gran parte de mí, Emily aún no da un paso certero que me lleve a decirle con confianza lo que siento.

Soy un hombre hermético al que le cuesta asimilar sentimientos y emociones, por lo que tampoco soy bueno expresándolos, así que puedo estar tranquilo al saber que no es cobardía lo que gobierna, sencillamente me crie con pocas muestras de afecto y debido a eso ahora es difícil para mí demostrar algo que nunca se me enseñó y a lo cual no estoy acostumbrado.

Intento hacerla sentir cómoda a mi lado aún cuando no me acostumbro a compartir mi palacio con alguien más, pero verla recorrer los pasillos de este solitario lugar me hace sentir de una u otra forma, seguro.

Me acomodo a su lado sin dejar de abrazarla y recostando mi cabeza en la almohada me dispongo a sumergirme en el tan anhelado descanso que necesito y que sólo ella sabe darme.

••••

Cuando el día inicia suelto su cuerpo con suavidad y me levanto de la cama con cuidado para no interrumpir su sueño.

La observo semi envuelta en las sabanas, con su cabello desordenado a los costados de su cara, permitiéndome comprobar lo que decía su hermana. Luce como un espantapájaros.

La silueta de su cuerpo es una obra fascinante y yo me he convertido en un admirador devoto de sus largas pestañas, manos delicadas, curvas precisas que me tientan a explorarlas y ese lunar en medio de sus pechos que me está volviendo loco desde el momento en que lo descubrí.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora