Capítulo 55.

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Han pasado dos semanas desde mi descubrimiento en la oficina de Magnus.
Dos largas semanas en las que la carta enviada a Atelmoff no ha tenido ningún tipo de respuesta.

Intento no pensar en ello debido a la preocupación que me causa, pero me resulta imposible no hacerlo.

En todos estos días Magnus ha estado atento y caballeroso como siempre, pero poco afectuoso como de costumbre. Sus días se han sumido en reuniones y encuentros con su gabinete, en los cuales to he quedado fuera.

Gregorie no nos ha visitado en todo este tiempo y no sé si lo prefiero así o si en realidad necesito tenerlo cerca para averiguar algo con respecto a la familia Mernels.

Hace poco Magnus y yo visitamos las zonas de refugiados y pusimos en marcha mi proyecto sobre las necesidades de los nuevos ciudadanos y hasta ahora todo va bien con respecto a ello, demasiado bien diría yo.

Por otra parte un poco más íntima, nuestra actividad sexual a estado muy activa y me he sorprendido al ver lo deseosa que estoy por tener ese tipo de momentos con él.

Algo extraño ocurrió hace poco después de terminar de hacer el amor. Me desperté cuando el reloj acariciaba las 12 de la madruga al escuchar un sonido suave que provenía de mi espalda. Era Magnus.

Cantaba una melodía tierna poco propia de él y yo no podía creer que estuviera haciendo esto. Sus manos acariciaban mi cabello a medida que la música avanzaba mientras yo sonreía por la ternura que tal acto me causaba. Aún así no le hice saber que lo escuchaba pues era probable que dejara de hacerlo si sabía que yo lo había descubierto.

El día de hoy me he despertado bastante animada por lo que utilizo un vestido amarillo con delgados volantes que caen sobre mis brazos. Es ajustado hasta mi cintura para luego caer en una falda amplia precedida con botones en el mismo tono.
El traje no contiene flores, pero los detalles superiores asemejan sin duda alguna petalos sobre puestos.

En verdad amo este color, siento que realza mi tono de piel sin ser algo muy arriesgado. Debo pedirle al sastre más vestidos parecidos a este.

Bajo a almorzar minutos más tarde, cuando ya me encuentro lista.
Magnus aguarda en el comedor hablando entretenidamente con Francis, quien se levanta de la mesa una vez hago acto de presencia y sale del comedor luego de hacer una reverencia.

- Hola, vestiditos de jardín. - Saluda mi esposo una vez que tomo asiento.

- Hola, Magnus. - Respondo ante su tonto comentario.

- Me gusta como luce ese color en ti.

- Cierto, debo usarlo más seguido.

- Me gustaría ver como te quedaría el negro.

- Creo que ese color es solo para ti, Magnus.

Se mantiene en silencio mientras me escucha con atención para luego volver a su comida y consumirla despacio.

- ¿Por qué nunca me dices nada? - Pregunta de repente y no tengo la menor idea de a qué se refiere.

- ¿Nada sobre qué? - Cuestiono confundida.

- Pues... - Rasca su nuca con ansiedad, sin saber como responder. - Yo te digo Emily, Emilia, esposa, bastón y vestiditos de jardín.

- ¿Y qué con eso?

Desvía su mirada hacia la pared y luego vuelve a posarla en mi con algo de vergüenza; puedo sentir como lucha por revelar lo que está en su cabeza.

- Tú solo me dices Magnus.

- ¿Quieres qué te ponga un seudónimo? - Arrugó la nariz con ternura ante su bello reclamo.

- No, déjalo así. - Pide encogiéndose de hombros.

Las cadenas del Rey. [Rey 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora