🍒 Capítulo 27 🍒

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Tras el término del verano, volvieron a lo que acostumbraban hacer, más el entrenamiento semanal. Supieron como cumplir con todo y mantenerse bien a pesar de ello. Podían decir con orgullo que estaban preparados para cualquier cosa. Kakyoin le tomó mejor el ritmo a la universidad que el año anterior.

-Mira, si me pongo así, parezco dios griego, dibujame así mejor -Polnareff hizo una pose que remarcaba sus músculos. Kakyoin se rió.

-Ya cállate y haz lo que me pidieron. No tengo a nadie más que me haga de referencia -Polnareff le hizo una mueca.

Polnareff usualmente se ofrecia -mejor dicho lo obligaban- a posar para los dibujos que necesitaba realizar Kakyoin. El platinado siempre terminaba molestando de una u otra forma al pelirrojo por sus comentarios fuera de tono en los trabajos que sabía que le importaban a Kakyoin. Pero a su amigo no era del tipo de persona que se enojaban por cosas así fácilmente, de hecho, se reía de las estupideces que decía la mayoría de las veces.

Los trazos y pinceladas de Kakyoin se fueron perfeccionando tanto como sus líneas en el papel. A Polnareff le gustaba ver como del papel en blanco nacía algo totalmente nuevo a partir del lápiz. A él le hubiese gustado dibujar también, quizá volverse un magaka famoso y no ser uno más entre las filas y filas que habían. Pero ya le importaba poco y nada. Sin embargo, le atraía el como la pila de cuadernos que tenía su amigo iba evolucionando su contenido a algo más complejo.

-Oye Kak -El japonés miró a su amigo desde donde dibujaba y estudiaba de los libros de anatomía- ¿No haz pensado en hacer algo más recurrente eso de las comisiones?

-¿Hm? -Levantó una ceja- ¿Por qué lo dices? ¿Acaso no vamos a llegar este mes?

-¡No me refiero a eso! -Intentó remendar sus palabras Polnareff. "Debo elegir mis palabras de mejor manera. Sí" pensó- Si no que realmente creo que puedes hacerte conocido con lo que haces, pero necesitas contactos.

-¿Y eso quiere decir...? -Al paracer Kakyoin no captaba a lo que se refería su amigo.

-Bro, quiero decir que puedes anunciar las cosas que haces abajo en el corcho que hay al lado del ascensor
-Sonrió Polnareff- ¿No sería genial que hablaran de ti en el edificio? "Oh sí, ese chico, Noriaki, pinta muy bien". Tentador ¿Eh?

Kakyoin lanzó una risita. Le gustaba la idea, pero no sabría si tenía tiempo. Sin embargo haría un buen dinero. Así que manos a la obra, Kakyoin hizo un pequeño cartel hecho de papel y tintas jungo a dibujo un "mini-Nori" en él.

-¿Y ese dibujo? -Preguntó su amigo tras revisar que todo estuviera escrito bien- ¿Eres tú?

-¡Pues claro! Así demuestro qué se dibujar de inmediato -Le dio un pequeño y suave golpe en el brazo a Polnareff.

Y los meses iban pasando a la vez que Kakyoin pasaba en el boca a boca de los vecinos del lugar. Polnareff se sentía orgulloso, como si él ya fuera parte de su sangre y a veces olvidaba esa diferencia entre ambos ¿Qué hubiese pensado su pequeña Sherry de todo esto? Era misterio. Y esperaba que en algún lugar del otro mundo estuviera feliz junto a Avdol e Iggy.

Por el lado de Noriaki, se sentía muy feliz con lo que hacía. Su trabajo era valorado y cuando no lo era y recibía duras palabras para criticarlo, no lo tomaba muy personal e intentaba mejorar. Sentía que hacía progreso. Podía decirse que Kakyoin se sentía conforme con la vida que llevaba. Estaba saludable, la antigua herida de Egipto ya estaba casi totalmente curada, tenía a su inseparable Polnareff a su lado, le iba bien en la universidad y las llamadas entre él y sus padres eran puro amor. Aunque claro, no siempre todo era perfecto. De vez en cuando salían las peleas estúpidas entre él y su amigo platinado. Por ejemplo, un recuerdo que le hace mucha gracia cada vez que lo recuerda es esta: Un día, mientras limpiaba la cocina, Polnareff decidió bañarse. Cuando terminó, lo hizo gritando.

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