🍒 Capítulo 76 🍒

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A pesar de ser invierno, la temperatura era muy agradable, en cierto sentido. Claro, Florida era así siempre, pero a los extranjeros les parecía increíble que pudiera ser así en invierno.

-¡Ah! ¡Está lloviendo! -La rubia se cubrió con su abrigo- ¡Pero hace tanta calor...!

-Esto es un clima de locos, ¿De verdad te gusta, Jotaro? -Polnareff hizo una mueca y el Joestar sonrió.

-Me encanta -Respondió-. Falta poco para llegar, ¿Va?

-Sí, sí, todo lo que quieras, pero tenemos poquísima ropa de cambio, ¡Pero esa es tú casa! -Kakyoin lanzó un bufido- Es decir, debes de tener ropa a montones.

-Kak tiene razón, creo que alguien debería de prestarnos ropa -Rió el platinado.

-Y que les quede gigante, sí claro -Los otros dos hicieron una mueca ante esa respuesta.

Continuaron caminando bajo la lluvia. Todos a excepción del Joestar pensaban que era casi imposible tener lluvia y calor, sin embargo ahí estaban. Cosa de esperar de ellos, al estar acostumbrados que en Francia haga un frío de mil demonios y una lluvia que parecía que en cualquier momento iban a caer cubos de hielo y no agua, no se les pasaba por la cabeza que aquel clima tan tropical existiera.

-Con un clima así se puede trabajar bien todo el año -Explicó Jotaro-. Tenía planeado hacer mi tesis para un doctorado, pero lo voy a dejar en stand by por ahora.

El pelinegro hurgó en su bolsillo. Sacó unas llaves.

-Bienvenidos a mi casa -Sonrió él.

El grupo entró a la residencia Kujo. Estaban empapados y el agua se escurría por el suelo. Tenían la ropa pegada. Al menos su equipaje estaba seco. Algo es algo.

-¡Pa-Papá! -Escucharon una voz chillona y de una niña pequeña. Jolyne salió caminando torpemente agarrándole la ropa a su madre- ¡Mamá, papá está aquí!

La señora Kujo salió por el pasillo. Hizo una pequeña reverencia con una sonrisa. Luego fue al lado de su esposo a saludarlo de forma más cariñosa. Ella se acercó al pelinegro a darle un beso de bienvenida.

-¡Están empapados! -Marina lanzó una risotada y se agachó un poco-. Jolyne, quédate aquí, iré a por toallas.

La pequeña niña miró a su progenitora. Sus mejillas se sonrojaron. Volvió a mirar al grupo dio una reverencia. La saludaron.

-H-Hola -Saludó-. Mi ñombre es Jolyne.

Adalia no aguantó la ternura y se llevó las manos a la cara. Era muy tierna, le derretía el corazón. Marina llegó de la otra habitación con toallas y se las pasó. Se empezaron a secar mientras la pequeña los miraba como "bichos raros".

-¿Los saludaste Jolyne? -La niña asintió-. Bien hecho, hija.

Marina le apretó una mejilla y le dio un abrazo junto a varios besos.

-Pueden ir turnándose para cambiarse de ropa en el baño, chicos. A ti te puedo pasar algo de ropa, Jotaro -Dijo la señora Kujo amablemente. Todos asintieron.

El primero en salir de allí fue Jotaro. Luego Adalia. Más tarde Kakyoin y por último Polnareff. Ahora estaban secos, pero seguían teniendo un calor espantoso. Lo primero que hizo Adalia tras cambiarse, fue tomar un trapero y empezar a limpiar el agua que dejaron en el piso. Marina insistió en que ella lo haría luego, pero la alemana se negó.

-Nein, nein, nosotros dejamos este desastre y lo vamos a arreglar, ¿Va? -Marina tuvo que ceder. Kakyoin la acompañó en esa pequeña labor.

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