A pesar de ser invierno, la temperatura era muy agradable, en cierto sentido. Claro, Florida era así siempre, pero a los extranjeros les parecía increíble que pudiera ser así en invierno.
-¡Ah! ¡Está lloviendo! -La rubia se cubrió con su abrigo- ¡Pero hace tanta calor...!
-Esto es un clima de locos, ¿De verdad te gusta, Jotaro? -Polnareff hizo una mueca y el Joestar sonrió.
-Me encanta -Respondió-. Falta poco para llegar, ¿Va?
-Sí, sí, todo lo que quieras, pero tenemos poquísima ropa de cambio, ¡Pero esa es tú casa! -Kakyoin lanzó un bufido- Es decir, debes de tener ropa a montones.
-Kak tiene razón, creo que alguien debería de prestarnos ropa -Rió el platinado.
-Y que les quede gigante, sí claro -Los otros dos hicieron una mueca ante esa respuesta.
Continuaron caminando bajo la lluvia. Todos a excepción del Joestar pensaban que era casi imposible tener lluvia y calor, sin embargo ahí estaban. Cosa de esperar de ellos, al estar acostumbrados que en Francia haga un frío de mil demonios y una lluvia que parecía que en cualquier momento iban a caer cubos de hielo y no agua, no se les pasaba por la cabeza que aquel clima tan tropical existiera.
-Con un clima así se puede trabajar bien todo el año -Explicó Jotaro-. Tenía planeado hacer mi tesis para un doctorado, pero lo voy a dejar en stand by por ahora.
El pelinegro hurgó en su bolsillo. Sacó unas llaves.
-Bienvenidos a mi casa -Sonrió él.
El grupo entró a la residencia Kujo. Estaban empapados y el agua se escurría por el suelo. Tenían la ropa pegada. Al menos su equipaje estaba seco. Algo es algo.
-¡Pa-Papá! -Escucharon una voz chillona y de una niña pequeña. Jolyne salió caminando torpemente agarrándole la ropa a su madre- ¡Mamá, papá está aquí!
La señora Kujo salió por el pasillo. Hizo una pequeña reverencia con una sonrisa. Luego fue al lado de su esposo a saludarlo de forma más cariñosa. Ella se acercó al pelinegro a darle un beso de bienvenida.
-¡Están empapados! -Marina lanzó una risotada y se agachó un poco-. Jolyne, quédate aquí, iré a por toallas.
La pequeña niña miró a su progenitora. Sus mejillas se sonrojaron. Volvió a mirar al grupo dio una reverencia. La saludaron.
-H-Hola -Saludó-. Mi ñombre es Jolyne.
Adalia no aguantó la ternura y se llevó las manos a la cara. Era muy tierna, le derretía el corazón. Marina llegó de la otra habitación con toallas y se las pasó. Se empezaron a secar mientras la pequeña los miraba como "bichos raros".
-¿Los saludaste Jolyne? -La niña asintió-. Bien hecho, hija.
Marina le apretó una mejilla y le dio un abrazo junto a varios besos.
-Pueden ir turnándose para cambiarse de ropa en el baño, chicos. A ti te puedo pasar algo de ropa, Jotaro -Dijo la señora Kujo amablemente. Todos asintieron.
El primero en salir de allí fue Jotaro. Luego Adalia. Más tarde Kakyoin y por último Polnareff. Ahora estaban secos, pero seguían teniendo un calor espantoso. Lo primero que hizo Adalia tras cambiarse, fue tomar un trapero y empezar a limpiar el agua que dejaron en el piso. Marina insistió en que ella lo haría luego, pero la alemana se negó.
-Nein, nein, nosotros dejamos este desastre y lo vamos a arreglar, ¿Va? -Marina tuvo que ceder. Kakyoin la acompañó en esa pequeña labor.
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Aquí | Jojo's Bizarre Adventure|
Fiksi Penggemar¿Cómo sería todo si Noriaki Kakyoin hubiese sobrevivido al ataque de Dio? ¿En que aventuras se habría metido si él no hubiera fallecido? ¿Cuánto hubiese cambiado el universo de Jojo's Bizarre Adventure? Ésta historia va sobre todas estas incognitas...