🍒 Capítulo 84 🍒

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Iban a abordar el avión, pero antes, se despidieron muy cariñosamente de Keenan. No tenían palabras para demostrar el cariño y el apego que le habían tomado al líder del equipo. Más que un simple jefe, era su compañero y amigo. Preocupado de cada uno de ellos, intentando dar lo mejor de sí, pero sin perder su autoridad. Era extraño. Ahora, cuando lo iban a ver en un buen tiempo, lo apreciaban.

Keenan los abrazo a cada uno de ellos y les dio un apretón de manos. Les sonrió cálidamente, pero en sus ojos grises se podía ver claramente que tenía miedo y pena. Era como un niño asustado.

-Cuídense -Dijo finalmente al alejarse de los tres con cierto temblor en su voz.

Kakyoin esbozó una sonrisa comprensiva. Polnareff bajó la mirada tímidamente. Adalia suspiró mirándolo. Keenan posó su vista en cada uno de ellos. Quería seguirlos, pero no podía. Luego suspiró.

-No te preocupes -Dijo el pelirrojo-. Sabremos cómo sobreponernos.

-Hemos entrenado mucho -Continuó Polnareff-. No nos confiaremos, pero tampoco vamos a estar muertos de miedo. Serás casi diez años mayor que yo, pero, hombre, tengo más experiencia en cosas así. No te preocupes.

El castaño se rascó la nuca algo vergonzoso. Se acomodó los lentes y tomó una bocanada de aire. Se escuchó un anuncio en el que se informaba que ya casi iban a despegar. Necesitaban abordar. Ñ

-Nos vemos Keenan -Se despidió Adalia moviendo la mano, comenzando a caminar con su mochila- ¡Nos veremos, te lo prometo!

-¡No te preocupes demasiado! -Le exclamó el platinado mientras seguía a la rubia.

Kakyoin se quedó un momento con él. Hubo un silencio sepulcral. El belga no sabía que decir o hacer. Sólo se le ocurrió lo mismo que antes.

-Ten cuidado -Le dijo-. Es difícil pensar que una persona que ha sido tan herida físicamente vaya a hacer esto...

El pelirrojo notó como los puños de Keenan se tensaron. "Seguramente se siente impotente de no poder ayudarnos", pensó Noriaki.

-El que arriesga gana -Dijo Kakyoin con una mirada tranquila. David quedó confundido por un momento.

-Así no es el dich... Oh -Keenan lo volvió a pensar dos veces. El pelirrojo se despidió de él.

El belga vio como el japonés se adelantaba y alcanzaba a sus amigos, compañeros de equipo. "El que arriesga gana" repitió en su cabeza Keenan. Estaba claro a lo que se refería. Lo hacía por una corazonada y se arriesgaba a hacerlo. Luego recordó lo que Joseph Joestar dijo acerca de los cincuenta días de los crusaders. "Vaya cincuenta días más divertidos" ¿Qué tenía de divertido estar en constante peligro de muerte a causa de que un tipo que no conoces quiere matarte y está desatando todos los poderes de stand dentro de tu familia? Pero luego se puso del lado de Kakyoin. Un chico solitario por fin consiguiendo compañía. Le agradó tanto aquella aceptación, que se sacrificó por ellos. Y quizá cuántas veces más lo haría.

Kakyoin abordó junto a sus dos amigos. Se sentó y suspiró. Miró por la ventana. Pronto el avión iba a despegar y las cosas desde allí arriba eran pequeñas. A su lado estaba Adalia y en frente suyo Polnareff. El avión era algo similar a un jet privado, pero era indudablemente más pequeño que uno. Comenzó el despegue y las risas nerviosas de Adalia se presentaron. Él siguió mirando a través de la ventana. Ella aún sentía vértigo a los despegues, él, en cambio, se le hacía de lo más normal.

Desde que había despertado del coma, no había pensado en la gente que había conocido. Aquella instancia era inoportuna pero necesaria para si mismo. Antes del incidente, Jotaro, Joseph, Polnareff, Avdol e Iggy eran las únicas personas con las que podía decir "Me siento feliz a su lado". Ahora volvía a retomar eso, ¿Con quienes se sentía así a su lado? Claro, Polnareff, Jotaro y Joseph se mantienen ahí junto a las memorias de sus amigos caídos. Sin embargo, ahora había más gente que se había unido a su vida de esa forma. Nariko, Adalia, Keenan... Sonrió levemente.

También pensó en aquellos usuarios stand que conoció en el lapsus de su despertar y su búsqueda de las flechas. Loana Faucheux, con Wonderland. Claude Pendragon, junto a Mrs. Fear. Su querida tía, Nariko Ayers y a su escurridizo stand, Momotaro. Y claro, aquellos que sabe de su existencia, como la difunta Sherry Polnareff, hermana de su amigo platinado, y Reine d'Éspées Rouge o Red Queen a secas, como también Abbey Geffroy con aquel stand recién nacido, Slowtown. Ahora, el dilema era el siguiente: ¿Encontrarían más usuarios de stand a raíz de la búsqueda? ¿Serían aliados o enemigos? Aquello lo inquietaba un poco.

Reflexionó por largo rato esta etapa de su vida. Era extraño darse cuenta de esa situación. Miró a su alrededor y sus dos amigos ya estaban dormidos. Podía decirse que le quitaba el sueño aquel pensamiento. Tocó levemente la mano de Adalia. La quitó rápidamente. Sintió que la sangre se le subía a la cabeza y una vergüenza lo inundaba como un balde de agua fría. Sin embargo, le hacía sentir seguro y amparado, especialmente con los malos ratos que se ha llevado con otras chicas. Especialmente en su etapa universitaria. Pero a su vez, aquel sentimiento que sólo pudo expresar con Holy, regresó a su cabeza: querer protegerla. Suspiró y volvió a mirar a través de la ventanilla. "Puede que suene raro, pero si alguna vez me enamoro de alguien, quiero que sea como ella". Abrió los ojos con sorpresa de sus propias palabras. Eso lo dijo él cuando Holy había caído enferma por su stand. "Haré lo que sea por verla sonreír".

Aquello lo meditó mucho, pero por muchísimo tiempo. Tenía sentimientos encontrados donde no sabía qué era lo que sentía. Pensó en Holy, "Seiko" como le gustaba que la llamasen. Recordó su motivación para acompañar al grupo Joestar con la travesía en Egipto. Luego la comparó a Adalia. Ambas tenían bastante poco que compartieran, ¿O quizá sí? Adalia no podía tener un stand porque eso la mataría, no tenía el potencial suficiente para manifestar uno. Holy... Tampoco... Pero su fuerza de Joestar la obligó a sobrevivir esos cincuenta días a duras penas. Se tocó la cara algo frustrado. ¿Por qué demonios estaba comparando a la madre de su amigo con la mujer que tenía a su lado? Estaba confundido. No podía centrarse en su tarea. ¡Qué demonios le pasaba! Suspiró cerrando los ojos. Se convenció a sí mismo de que todo estaría bien. Que en algún momento su mente podría aclararse. No, su mente no, su corazón tenía que aclararse. Debía.

Al final del día, todo lo que sucedió aquí, volvería como un eco

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Al final del día, todo lo que sucedió aquí, volvería como un eco. Sin ruido, sin voz. Sólo las ondas, invisibles para nosotros, harán su labor de cambiar el destino del mundo. Tan sólo el hecho de que haya sobrevivido a Dio era prueba de que el destino había tomado otro camino. Sin embargo, ¿Qué es lo que iba a pasar acá? No lo sabía. Nadie lo sabía. Pero sería importante, oh sí que lo sería.

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