Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve...
Nueve segundos. El nueve correspondía a la carta del Tarot del Hermitaño, la cual en honor a esta, llamó a su stand su abuelo ¿Acaso perdió el tiempo? No, fue el tiempo el que lo perdió a él.
El rubio se movió provocativo para atraer su atención. Sus ojos color sangre lo miraban con desdén. Su mano empezó a tocar su abdomen. Vio como lo atravesaba, haciendo un hueco. Tal como lo hizo con su amigo pelirrojo. No podía moverse. La sangre empezó a caer a chorros de la herida y de su boca.
Despertó agitado. Miró a su alrededor. Sólo era un sueño. Kakyoin se acercó, mientras Polnareff estaba guardando algo.
-Kakyoin -Jadeó.
-¿Estás bien, Jotaro? -el pelinegro observó el abdomen del chico, y tocó el suyo.
-Sí... Sólo tuve un mal sueño -Respondió-. No puedo parar de tener pesadillas con Dio...
Polnareff y Kakyoin se miraron con angustia. A ellos también les ocurría, pero con menor frecuencia. El pelirrojó solía tener terrores nocturnos donde aseguraba poder ver la figura del vampiro frente suyo, hablandole de aquella manera erótico-carismática característica de él, hablaba acerca de su antigua soledad. No era común, pero ya había pasado varias veces. Es una suerte poder tener a un stand que te consuele en esas situaciones, consideraba él. Al platinado, por su parte, despertaba atemorizado de vez en cuando al recordar al stand monstruoso que devoró a su amigo egipcio y al infame Vanilla Ice pateando al animal mientras estaba herido, mientras él no podía hacer nada, y al darse la vuelta habían unas escaleras con un brillo arriba de estas. El sudor recorría su cara al despertar.
Se acercaron a Jotaro, el cual intentó no verlos diciendo un "Yare yare daze...", sin embargo ellos lo abrazaron. Sintió una leve presión en el pecho.
-Me alegra que estén aquí -Pronunció apenas el Joestar. Se separaron por un momento-. Kakyoin, Polnareff...
El pelinegro suspiró y volvió a recostarse. Le dio una inmensa paz verlos al despertar. Cuando dormía con su novia, esta apenas se daba cuenta del jadeo que le producían los sueños. La abrazaba fuerte. No sabía que le ocurrió, pero lo apoyaba como a ninguno. Pero él no se daba cuenta de eso y se escondía de sus temores. Suspiró.
-Ya duermanse -Dijo volviendo a taparse-. Ya debe ser de madrugada.
Sus dos amigos hicieron un quejido, pero le hicieron caso.
-Buenas noches, Pol-pol, Kakyoin -Dijo para volver a cerrar los ojos.
-Buenas noches, Jotaro -Respondió el pelirrojo.
-Bonne nuit! -Exclamó el francés metiéndose en su futón.
El pelirrojo hizo lo mismo, y de pronto cayó dormido al igual que el platinado. La noche avanzaba apacible, mientras el frío se iba yendo al ver los rayos del sol.
-¡Holy! -El gritó del señor Joestar los despertó a los tres.
-Este viejo es muy escandaloso -Comentó Jotaro-. Que me den un respiro...
-Joestar-san no debería gritar así, ya esta viejito como para forzar la garganta -Kakyoin salió del futón enrollándolo. Polnareff bostezó.
-Me comería una vaca, tengo un hambre horrible -Dijo estirandose sobre el acolchado.
-Yo me visto primero, voy a ayudar a la doña -Jotaro se levantó también, Kakyoin lanzó una risita-. Ya se está poniendo vieja, y el estúpido de mi padre nunca aparece para ayudarla y cuando aparece no copera.
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Aquí | Jojo's Bizarre Adventure|
Fiksi Penggemar¿Cómo sería todo si Noriaki Kakyoin hubiese sobrevivido al ataque de Dio? ¿En que aventuras se habría metido si él no hubiera fallecido? ¿Cuánto hubiese cambiado el universo de Jojo's Bizarre Adventure? Ésta historia va sobre todas estas incognitas...