🍒 Capítulo 38 🍒

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Tuvo que pasar una hora para volver a ver a Mei. Entre tanto, Noriaki reflexionó sobre aquello. No sentía culpa alguna, pero sabía que le había hecho daño, le había afectado mucho a su mamá. No sabía cómo reaccionar o que hacer. Así que, usando a Hierophant, comenzó a limpiar la residencia. No sabía si eso serviría de algo, pero al menos le quitaría un peso de en cima a su madre.

-¡Woah! Si que eres habilidoso con Hierophant -Exclamó Nariko.

-Gracias, tengo mucha práctica con él -Sonrió Kakyoin-. Espero que me perdone...

-Tranquilo, lo hará tarde o temprano -Le contestó su tía.

Mientras los apéndices de Hierophant lavaba los platos, Kakyoin conversaba con Nariko. Sinceramente, él no tenía ni idea de porqué Mei la consideraba un problema, era racional y muy tranquila. Claro, hacía su chiste subido de tono de vez en cuando, pero esa picaría era parte de ella, sin embargo no era muy alejada a lo que Noriaki se consideraba a si mismo.

-Normalmente no soy tan apresurado -Dijo Noriaki centrando su vista en Hierophant-. No sé que me pasó.

-Es el shock. Es como cuando descubriste a más usuarios stands como tú -Aclaró su tía-. Te escapaste y casi te mueres. Supongo que ser comprendido es una sensación extraña.

Kakyoin no dijo una palabra, sus ojos violetas observaron a su tía y terminó la tarea. Ahí es cuando sus padres entraron. Ten mostraba serenidad absoluta mientras Mei tenía los ojos hinchados. La pelirroja al ver a su hijo bufó. Tenía que admitir aquel error garrafal, pero, ¿Por qué le costaba tanto? Nariko intentó salir de la escena.

-Noriaki -Dijo Mei a duras penas-. Perdóname.

El menor mantuvo silencio ¿Perdonarla? ¿Cómo, si ella hace unas horas, se empeñaba en mostrar a su tía como lo peor? No podía. Eso es lo que le decía su sentido de bien y mal. Bien y mal, aquel concepto tan ambiguo... Lo aprendió de ella. El perdedor es el "malo". Ahora, ¿Acaso ese concepto era verdadero? Sin embargo, la verdad siempre saldrá a la luz, eso lo aprendió de su amigo platinado, pero ¿Cuánto tomaría? Noriaki decidió en pasar página y seguir adelante. Pero esas páginas ya estaban quemadas. Quizá aquel concepto se refería a su destino...

-Mamá -Se forzó a sonreír el menor-. Está bien. Yo me equivoqué.

Nariko se relamió los labios nerviosa. Sabía que eso no era cierto. Su sobrino no mostraba una gota de arrepentimiento, pero aún así se disculpó con su Mei. Ella hubiese comenzado otra pelea. "Al parecer Ten lo hizo bien" pensó ella alejándose poco a poco de la escena.

Mei se echó a llorar en los brazos de su hijo. Por fin, Noriaki sintió algo, quizá pena, quizá compasión. Pero no era arrepentimiento. Su madre tendría que vivir con aquella carga. Quizá el modo en el que Kakyoin no fue el mejor, pero era de esperarse. Nariko fue un vuelco a como veía a Mei. Ya no era esa madre distante que empezó a ser afectuosa, no, ahora era una madre que le arrebató la oportunidad de poder comprenderse a si mismo antes de conocer si quiera a los cruzados de Egipto. Pasó un largo rato en el que su madre simplemente sollozaba en sus brazos. Era extraño. Miró a su padre. Conservaba esa calma característica de él. Aunque sabía bien que Ten estaba mucho más cansado que todos allí, admiraba la fortaleza que tenía.

Ahora con la imagen de Mei deconstruida, Noriaki comenzó a mirar a su padre como alguien más cercano. Empezó a recordar lo mucho que se esforzó por intentar entenderlo. Lo intentó. Sin embargo, él no podía hacer nada para comprender de verdad como era. Cuál era la forma de su corazón. Era curioso como Adalia si lo hacía sin dificultad alguna ¿Acaso la Fundación SpeedWagon tenía que ver en eso? ¿Cuántos reportes e informes habrá leído la alemana para entenderlo? La cabeza de Kakyoin era un verdadero enredo. Quería descubrir todo lo que no hizo en su adolescencia al aislarse de todos, incluso de Ten. Una memoria le llegó.

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