🍒 Capítulo 22 🍒

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Polnareff se estiró tras lavarse el pelo. Aquel baño lo dejó muy desestresado. Se vistió con tranquilidad mientras observaba a Jotaro guardar los yukatas. Al principio le dio mucha vergüenza estar así ante sus amigos, pero Kakyoin comentó que había algo un tanto "especial" en ese rito "estúpido". Al parecer tenía razón. Salieron de allí y pagaron la estadía.

Los tres amigos se la pasaron de un lugar a otro viendo que era lo más barato para poder gastar el dinero de aquella tarjeta de crédito. Ya sea comida, cosas varias o algo que se les ocurriese. Estuvieron fuera todo el día. Ya estaba haciéndose de noche cuando llegaron a la casa de los Kujo.

-¡Jotaro! -La rubia se aferró a su hijo- ¿Qué tal el día? ¿Todo bien?

-Sí, mujer, sí -Respondió dándole una palmadita en la espalda.

-¡Qué bien! Noriaki -Se dirigió al pelirrojo-, tu madre está adentro también.

Kakyoin hizo una reverencia, entró y se quitó los zapatos. Apenas dio un pasó, recibió un abrazo muy fuerte de su progenitora. Empezaron a hablar en japonés. El francés no entendía nada de lo que decían. La pelirroja miró al platinado. Este se sacó los zapatos y sintió los brazos de la señora Kakyoin alrededor suyo.

-Gracias por cuidar a mi niño, Jean -Dijo ella. Un leve sonrojó recorrió la cara del albino.

-Yo... Señora Kakyoin -Se alejó de sus brazos, evitando una situación incómoda.

-Mamá -Rió el hijo de ella.

-Bueno, supongo que se han vuelto muy amigos los dos -La mujer extendió los brazos alcanzándolos a los dos-. Vamos, vamos.

Los dos chicos observaron a Jotaro, y este bajó su gorra sonriendo. La madre de Jotaro los condujo a la sala principal de la casa. En uno de los sofás se encontraba el viejo Joseph.

-¿Cómo la pasaron? -Preguntó, y le hizo una seña a Jotaro. El plan había funcionado, y Sadao Kujo se había ido a yoquesé.

-Bien, bien -Dijo Polnareff sonriendo-. No esperaba este cambio entre países tan abrupto la verdad.

-Chicos, nosotras vamos a estar cocinando -Anunció Holy-. Queremos hacer algo atípico, así que nos vamos a demorar lo nuestro.

Mei rió mientras empujaba a Holy afuera del salón. Las dos señoras se fueron comentando algunas cosas sobre el amigo en común que tenían sus hijos. Polnareff se sonrojó, pero movió la cabeza no pensando en ello.

-Nos relajamos bastante, fue muy divertido -El pelirrojo se tiró en cima de uno de los sillones.

-Sí. Esto de "no ver a la novia antes de casarse" es muy aburrido -Suspiró Jotaro y se sentó en otro asiento acolchado, hubo un silencio.

Polnareff se sentó cerca de Kakyoin, al ser este sofá más largo que los otros. Joseph quería romper el hielo, mientras los más jovenes mantenían ese silencio característico de haber hablado y hablado por horas.

-Hey, boys! ¿Les he contado sobre mi aventura bizarra de joven? -Dijo con una expresión grata. Juntó su mano mecánica con la normal.

-Ah, esa historia sobre los dioses aztecas -Jotaro dio un soplido burlándose-. Es curiosa.

-Oye, esa es la que nos contaste el verano pasado -Exclamó Polnareff-. Bueno, sólo lo mencionaste.

-Sí -Jotaro rodeo los ojos-. Ya no me gusta.

-Aw, sonaba genial, bro -Exhaló Kakyoin.

-¡Entonces se las contaré! -El señor Joestar inspiró. Sintió el Hamon recorriendo sus venas una vez más. Otra vez volvía a su juventud de cuando apenas tenía dieciocho años- Bueno, primero les tengo que contar un poco sobre la familia Joestar en si.

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