-Zapatos, pantalones, camisas... -Polnareff recontaba las cosas de su maleta, observó la foto de su hermana menor con una sonrisa y la guardó.
-¿Listo? -Polnareff asintió con la cabeza.
-Un mes a Japón -Anunció Polnareff-. Un mes...
-¡Sí! -Kakyoin sonrió- ¡No puedo esperar a llegar a mi casa!
-¿Entonces, vivías cerca de Jotaro? -Polnareff cerró su maleta.
-Más o menos. Pero sé que su rostro se me hacía conocido desde antes se Egipto -Kakyoin acarició su mentón-. Quizás lo vi por la calle yendo a la escuela.
Kakyoin tocó su bolsillo. Allí estaba. La punta de La flecha estaba bien asegurada para no cortar nada, envuelta en una tela, y dentro de esta en un papel diamante. Tomó su maleta junto a Polnareff y salieron el apartamento. Le anunciaron al conserje del edificio que estarían fuera del país por un mes, y se dirigieron a la estación de buses. Desde allí, tomaron un bus para llegar al aereopuerto.
-Oye Jotaro, ¿Estás seguro de que este es el vuelo correcto? -Polnareff hablaba con el Joestar a través de un teléfono público del aeropuerto- Ya, ya. Si tú lo dices.
Kakyoin esperaba con calma al platinado. No sabía la razón de aquella duda con Jotaro de donde se dirigía el avión, si él mismo sabía con claridad a donde se dirigía el vuelo. Abordaron.
-Jotaro, Jotaro, Jotaro -Suspiró Polnareff- "Yo les pago todo, tú no gastes blah, blah, blah".
-Creo que su voz sería más grave -El platinado se burlaba de su amigo pelinegro. A su parecer andaba fuera de si.
-Es que es muy raro -Ambos se sentaron donde les correspondía-, Jotaro tiene buen corazón, pero no así.
-A lo mejor se le fue lo rebelde -Kakyoin hizo un pequeño soplido al decir esto. Recordó su primer contacto real con el Joestar- ¿No crees que es un poco vergonzoso... Haber estado con Dio?
Hubo un silencio. El avión no iba demasiado lleno, ir a Japón era todo un trámite.
-No me arrepiento -Polnareff reclinó su asiento.
-Yo... Yo tampoco -Al principio dudo, pero Kakyoin retomó su palabra de cuando tenía diecisiete años.
Polnareff se relajó.
-No quiero volver atrás, aunque sigo quiero a mi hermana, creo que es hora de dejarla ir. Mi deuda con mi familia está saldada -Los ojos azules se posaron en el cabello rojo de su amigo.
-¿Te refieres a la Flecha? -Kakyoin miró por sobre su hombro tocando su bolsillo, se encontraba allí.
-Sí. Ya se que ocurrió con mi madre y mi padre -El platinado posó sus brazos detrás de su cabeza. Hizo una pequeña pausa-. Hé, ¿Son doce horas de viaje?
-Pues sí -El japonés suspiró.
-En ese caso hubiese dejado mi manta afuera -resopló molesto Polnareff-. Aunque bueno, no tengo sueño...
-Tampoco -Kakyoin vio a través de la ventana, el se encontraba del lado del pasillo, pero eso no le impedía ver el campo de aterrizaje. Pronto iba a comenzar el viaje.
Pronto... vería a sus padres. Empezó a apreciarlos más tras ver como vivió su amigo. Sin madre que cuidara de él, ni un padre que al menos dijera "buen trabajo, chico". Sólo su hermana. Kakyoin evitó contrastar su vida con la del platinado. Entonces decidió pensar en algo más. Pronto... Vería a Jotaro, tras un año. Conocería la razón de su buen humor, y el porque los invitó a Japón con tantas comodidades.
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Aquí | Jojo's Bizarre Adventure|
Fanfiction¿Cómo sería todo si Noriaki Kakyoin hubiese sobrevivido al ataque de Dio? ¿En que aventuras se habría metido si él no hubiera fallecido? ¿Cuánto hubiese cambiado el universo de Jojo's Bizarre Adventure? Ésta historia va sobre todas estas incognitas...