Capítulo 4 - Gato escurridizo

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Despertar nuevamente...

Esa sensación que parecía olvidada. Después de muerto, la palabra correcta para dormir ¿realmente era descansar? William estiró la mano hacia el techo. En tan solo un día las cosas habían dado un giro que no esperaba, ayer despertó en el bosque, confuso.

Sintió frío entre sus prendas, en sus poros... y tocó su pecho tras escuchar un casi inaudible, pero profundo pálpito. Estupefacto.

Vivo... de nuevo estoy vivo.

Se dijo a sí mismo, sentándose de golpe y respirando con fuerza.

¿¡Estoy vivo!? ¿¡Por qué!?

Y cuando sintió el pasto frondoso bajo su cuerpo, finalmente lo entendió. Las sensaciones burdas del aire llegando a sus pulmones, el tacto rugoso de aquellas hojas dispersas bajo él. Pero especialmente... el latido. Ese suave y frágil latido que golpeteaba dentro de sí. Era análogo a gotas que caen dentro de un estanque, provocando vibraciones y círculos en cada impacto. Cuando miró hacia arriba lo primero que lo recibió en este mundo fue la madre luna. Creciente, fría y hermosa... sus rayos, similares a manos extendidas, emitían un sentimiento de "bienvenido a casa".

Cuando William miró de un lado a otro, aún con la cabeza punzando entre confusión y asombro, notó que había un instrumento muy cerca. Algo desgastado, pero imposible de olvidar.

Un violín. Al tomarlo lo analizó detenidamente.

—Madera de nogal... no, ojo de pájaro... —estiro con cuidado una de las cuerdas, emitió un sonido bajo. Parecía que aquella cuerda en un pasado se había roto, pues la manera en la que estaba atada era distinta al resto. —cuerda de tripa...

Indiscutible.

A costados suyos, había una libreta... ¡Sin nada escrito! Solo rayones sin sentido. También había una hoja amarillenta con tinta, una partitura que al momento de leerla se quedó blanco del susto.

Posesión... una estrofa sumamente prohibida. En su vida pasada, William usó ese pequeño párrafo una sola vez... pues era peligroso. Su dicha participación en cualquier sonata provocaba el intercambio de alma por alma, si la tuya era más fuerte que aquella que invocabas, entonces podrías volver a tu cuerpo sin problema... pero si no, era un adiós definitivo.

Analizó sus bolsillos. No tenía más que una cartera con algunos billetes, un pedazo de tela desgastada y... ¡ninguna identificación! Se dio una palmada en la frente.

¿Cómo se supone que habría de ayudar a este chico si no sabía ni quien era?

Pensó en desechar la tela puesto que le parecía inservible, pero al analizar que pertenecía a un saco elegante, que no era de él optó por guardarla en el bolsillo de su pantalón. Alguna importancia habría de tener. Era común que "Posesión" fuera tocada para completar una venganza. Los mortales requerían ayuda de aquellos que ya no vivían para saldar cuentas.

—Muy bonito, ¡muy bonito! —dijo al ponerse de pie, sosteniendo aquel violín con fuerza. —¿Por qué me has traído de vuelta? ¡Has hecho mal!

Miraba hacia la luna con algo de resentimiento. Su propósito en la vida pasada ya había sido completado ¿qué más querían de él? Su nombre estaba asociado con el diablo, sus acciones siempre fueron malas, no le quedaba nada, no había nadie que al escuchar el nombre "William Wilder" no dijera "¡Oh sí, ese hijo de puta!"

William bufó, su garganta sabía amarga. Quien quiera que lo haya invocado, debió consumir alcohol para tomar valor de realizar un acto tan vil. No lo culpaba en absoluto, estas técnicas oscuras siempre fueron difíciles, incluso para él.

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora