Capítulo 34 - Levian

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El desayuno fue uno de los momentos más frustrantes al amanecer, Rose Mary se encontraba cocinando los últimos hot cakes, alegre como era de costumbre. Los cachetes de Lysandro se movían de arriba hacia abajo, cualquier cosa que ella cocinara le parecía un deleite. Lucía fresco y entusiasmado, Rose Mary al verlo sonrió. Pero no se podía decir lo mismo del par de chicos que recién entraban al comedor, estaban abatidos por las heridas, Darien a duras penas podía caminar y ni hablar de William que sentía la respiración como un castigo. Un pequeño movimiento le hacía arder el costado, así que era cuidadoso en cómo sentarse o caminar.

—¡Buenos días! —exclamó Lysandro con la boca llena

Tanto Darien como William le miraron con el entrecejo fruncido. Lysandro por su parte sonrió como de costumbre. Al sentarse ambos chicos soltaron un quejido, William miró la mejilla de Lysandro y frunció aún más las cejas.

—¿Por qué tienes ese golpe?

—No lo sé, tú dime

—Idiota, si tienes el poder de curarte porque eres un espectro ¿Por qué te has dejado el moretón?

—Lo que tú ves como una herida yo lo veo como un trofeo, algo de qué enorgullecerme. Además, tú también deberías verlo y sentirte orgulloso... después de todo golpeaste a un ser como yo. Nadie sale vivo después de ello

—¿Seguro que no quieres otro? Porque tienes dos mejillas y yo dos puños

—Tú puedes ahorcarme si quieres, yo no me niego

Un cuchillo salió volando hasta la mano izquierda de Lysandro, como un reflejo, rápidamente la disipó, evitando que le cayera en los dedos. Miró hacia el frente y se encontró con un par de ojos castaños profundos, mirándolo con evidente disgusto.

—Me desagradas, pero puedes unirte Darien... siempre quise ver a un mudo gemir de placer

Soltó carcajadas, Darien hizo caso omiso a sus palabras. William tenía el infortunio de estar entre los dos, mirando esa disputa desagradable. Era lujurioso, menos en presencia de unos buenos hot cakes. Aunque para ser sincero no le sorprendía lo altivo e incongruente que podía ser Lysandro después de un problema. Era frívolo, más que William y antes de empatizar con una situación la analizaba para ver si valía la pena, pero en la mayoría de los casos no lo hacían.

—Como dije, fue solo una discusión matrimonial... ya todo bien entre nosotros, ¿no querido? ¿o seguirás defendiendo a tu amante? Je, je

William rodó los ojos y masticó.

—¿Por qué ese gesto? Pensé que me amabas

—Ya —dijo burlón. —mi amante tiene más tiempo conmigo que tú, quizá estás atribuyéndote un lugar que no te corresponde

—¡Ja! Ahora resulta que el tiempo es importante, por favor Willy

—¿Tú qué dices querido? —William miró hacia Darien, coqueto. —¿No soy un buen esposo? Es poco tiempo pero el amor es grande

Darien inspiró profundo y se puso de pie, retirándose del comedor. Había dejado su bocadillo a medias, dicha reacción causó vergüenza en William, ¿de cuándo acá lo había molestado de esa manera? ¡Otra vez la había cagado!

—Le doy asco

—Uy sí, como no te imaginas

—Lysandro esto tiene que parar, nuestros juegos homosexuales no son sanos para Darien... mira lo perturbado que se fue, todo por seguirte el juego

—¿Cuál juego?

William alzó la ceja.

—Que es broma, maldito golpeador. Si esto no fuera una de nuestras simples conversaciones con fines sexuales y una pizca de homosexualidad, seguramente por lo ocurrido yo ya te habría demandado. Abusivo

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora