Capítulo 35 - Danza de buganvilias

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—Estás muy callado

—¿Ah?

—Hoy luces más callado que de costumbre, William

Dicho despegó su codo de la ventana y miró atento hacia el frente, una expresión amable le recibía. Ojos curveados, cejas perfectas y una sonrisa encantadora, era tan gentil que transmitía calidez. El mundo estaba en constante movimiento, especialmente en los trenes de Bélgica, pero todo era menos ruidoso con la persona que tenía frente a él. Quizá, porque de algún modo le recordaba a ella, no era de extrañarse si después de todo eran hermanos. Esa misma energía de paz, la franqueza y amabilidad de sus palabras. Pensó en sus adentros que más la extrañaba cuando estaba junto a él, pero no podía evitarlo por pura cortesía, si de él dependiera jamás habría de volver a ver al rubio frente a él. Suspiró, sosteniendo su nuevo artefacto entre sus manos.

—No es nada Norman... estrés solamente

Norman sonrió.

—¿Por qué no me extraña? —replicó amable. — te esfuerzas demasiado en tus recitales y nunca descansas, ¿Te llamo diligente u honorable?

—Terco —dijo al reír, por consiguiente su compañero sonrió

—Ay William, siempre tan tenaz... no me extraña que mi adorada hermana te eligiera entre el resto, tal para cual ¿no?

—Si... ya ves

—No quisiera comenzar nuestra conversación de manera melancólica, empecemos mejor por lo acordado, ¿está bien?

—Mejor para mí, dime ¿qué sucede? me tomaste por sorpresa cuando me pediste que viniera hasta aquí, creí que querías conocer algunas zonas de Inglaterra para tu mudanza 

—No lo niego, por supuesto que quiero y voy a ir, pero debía acordar primero algunas cosas contigo. Específicamente las propiedades de Angie, antes de morir hizo un testamento en donde cedía la parte que le correspondía de nuestra empresa a ti y algunos terrenos en las orillas

—Oh, si es por eso no debes preocuparte... realmente no quiero nada, pienso que será una mejor inversión si se encuentra en tus manos. Es una empresa familiar fundada por ustedes dos, seguro que Angie preferiría dártela a ti, eres su pequeño Normy después de todo

—¿Pero qué dices Will? No te cité aquí para ajustar cuentas o proporciones entre los dos, es inaudito. Más bien, mi abogado te espera para que firmes lo que te corresponde, me halaga que pienses en mí pero no podría desafiar la palabra de mi adorada Angie. Especialmente cuando se trata de alguien que la amó con locura como tú lo hiciste

William hizo una mueca.

—Pero Norman, yo no puedo aceptarlo... es demasiado, me conformo con el amor que me dio

—William —insistió, con una mirada aún más tranquila. —yo era y seguiré siendo su pequeño Normy, pero tú eras su adorado Willy... y le haría muchísima ilusión que aceptaras. Además, tú te volviste parte de la familia cuando se casaron, así que no puedes pensar que solo éramos ella y yo. La cuidaste en sus últimos días, quiero agradecerte por ello, insisto

William suspiró.

—Norman, es solo que-

—Oye, me sentiré muy decepcionado si no aceptas. Ella se ha ido, pero sigues siendo mi cuñado y quiero que sigamos siendo cercanos, que nuestra amistad no se rompa tras su partida... seguro a ella le enfadaría mucho. Además, si aceptas seguiremos en contacto

William sintió un pinchazo en el corazón, le recordaba tanto a Angie que con más razón quería huir, si se alejaba como de costumbre probablemente no tendría que experimentar esa sensación de añoranza. Al menos, no tan fuerte.

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora