Capítulo 43 - Naranja dulce

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—Omitamos el romance —dijo William y surgió una ventisca que aceleró a los próximos recuerdos

Darien por su parte hizo una mueca.

—¿Por qué? Yo quería ver

—Créeme, es muy predecible saber que estos dos se enamoraron y después de lo de Kokia ya no quiero mirar más lazos afectivos que terminen mal

—¿Qué sucedió con ella?

—Un hijo de puta, es lo único que debes saber. Además, hay que ser objetivos, si miramos escenas conmovedoras seguramente sentiremos pena y ese sentimiento no lo sintió él cuando le hizo algo

—Pero tenemos que tener un contexto amplio, sino... quizá estemos juzgando mal, quiero decir ¿cómo podemos confirmar que le hizo algo malo? Según él no lo hizo y ella duda si quiere o no matarlos

—¿Las letras en sangre no te son prueba suficiente?

—Pues...

—Dilo, quiero escucharlo

Darien hundió los labios, William alzó la ceja.

—Dejaré que los recuerdos fluyan solo si eres capaz de decir la palabra mágica

—Es que...

—Bueno, continuemos entonces

—¡No!

William le miró serio y Darien se encogió. La palabra "no" no existía en su vocabulario cuando debía responderle a su maestro, siempre era asentir con la cabeza o una sonrisa, pero en esta ocasión las circunstancias lo orillaron a negar por lo que esperó una mala reacción de su mentor. Sin embargo, para su sorpresa una mano sobre su cabello lo hizo sobresaltar, William revolvió su cabellera y se echó a reír.

—¿Tanto te cuesta? Cielos, deberías ver tu cara

—¿Está... riendo?

—¡Ah! Hasta parece insulto, ¡Por supuesto que rio! Soy humano después de todo

Lo dejó en paz y continuó tocando.

—Muy bien, a petición tuya continuaremos con esos recuerdos melosos, pero no todos

Apenas dijo eso los recuerdos retrocedieron y como era de esperarse, tanto Verónica como David no tardaron en enamorarse el uno del otro. Aunque era evidente que a él se le complicaba conquistarla pues al ser una mujer enérgica y llena de expectativas no cedería tan fácil. Sin embargo, al cabo de varias salidas y conversaciones en los campos de cultivación, ese chico había logrado encontrar un lugar en su corazón. Lo que eventualmente los llevaría a ser novios. El padre de Verónica era un hombre mayor y con el pasar de los días su condición para trabajar se volvía casi nula. Se despertaba a las seis de la mañana para arar los primeros cultivos, rara vez se sentaba a comer y por las tardes, de manera prolongada y bajo los enormes rayos del sol se mantenía trabajando. Verónica siempre preparaba la comida o le llevaba los almuerzos, insistía en ayudarle pero su padre prefería que invirtiera su tiempo en su educación. Su familia no era de muchos recursos pero los pocos que tenían sabían hacerlos florecer, si el padre cultivaba una zanahoria dicha se multiplicaba en grandes campos y eso les daba sustento para mantenerse al día. O para la educación de su hija.

"Es que nunca tienes tiempo para mi"

"Lo siento David, pero mi padre-"

"Sí, sí, ya sé, tú padre esto y tú padre aquello, pero ¿Dónde quedo yo? Cuando te necesito nunca estás"

"Porque mi prioridad es mi padre y lo que estos campos significan para él, la granja es algo en lo que ha trabajado toda su vida"

"Pues mira que ha sido un desperdicio" masculló de malas

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora