Capítulo 62 - Zeus a Ganimedes

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Darien siempre fue arte para los ojos de William, nunca quiso reconocerlo en el pasado, incluso en el presente su lengua titubeaba por admitir aquella verdad. Es decir, él un maestro de carácter estricto y personalidad compleja, con un alto estándar de belleza, ¿Cómo habría de reconocer que alguien pudo conmover su corazón? No hubo ningún roce de piel, no hubo susurros palpitantes contra la línea delgada de su cuello, ni sudor salado resbalando por su frente, solo hubo un canto. Una voz emergente desde lo más profundo del alma que logró sacudir todos sus sentidos.

En el ascenso a la fama de Darien hubo múltiples presentaciones en las que tenía que demostrar su gran talento, iba y venía de un sitio a otro. Siempre acompañado de su más grande inspiración en cuanto al canto, Gelida. Día a día, Darien era un joven tranquilo, sonriente y siempre leal hacia su maestro William, en el exterior siempre demostraba inocencia. Era como un caramelo andante, dulce y afectuoso. Por esos días, Lysandro ya había llegado a la vida de William y dicho no prestaba mucha atención a Darien pese a que era su alumno.

Siempre se mantenía ocupado viajando de un lado a otro, salvando a los espectros que más lo necesitaran. Restauraba tanto a los vivos como a los muertos y se sentía satisfecho con ello, no era alguien que esperara recibir algo a cambio y eso capturó la atención de Lysandro, quien siempre iba tras él para descubrir la verdadera esencia de los vivos. A los cuales, hace tiempo había aborrecido. Debido a la agenda ocupada de Darien no podía darse el lujo de acompañar a su mentor y tenía que conformarse con escuchar las anécdotas por parte de ambos, ver risas y el estrecho acercamiento entre los dos. Solo Gelida continuaba a su lado y aunque eso era significativo, esperaba más de su propio mentor.

En cierta ocasión, William dispuso de su pequeño descanso de restaurar almas y tuvo oportunidad de acompañar a Darien en uno de sus recitales. Gelida le había insistido en que debía apoyarlo, para William fue extraña su furia.

—¡Te lo digo de una vez William Wilder! Si no asistes a la presentación de Darien ¡Te desheredo completamente y dejo de verte como mi hijo!

—Cielos, cálmate... no dije que no iría, tan solo-

—¡Pues advertido estás!

—¿Por qué tan furioso? Hasta ahora ese chico no te ha dado problemas, y-

—¡Él no pero tú si! Cielos William, ¿Qué diablos ocurre contigo? En seis meses Darien ha tenido más de cincuenta presentaciones y ¿¡A cuántas has ido!? ¡Responde!

—He estado ocupado... no ha sido intenciona-

—¡Eres el peor mentor que he conocido! Ese chico... —espetó, con la sien a punto de explotar. —ese chico está en ese escenario por ti, ¿¡No te das cuenta!? Se esfuerza por nada, está dando lo mejor de sí para alguien que ni siquiera quiere verlo, ¿Cómo puedes ser tan cruel?

—Maestro-

—¡Y no te atrevas a contradecirme! Porque yo nunca fui así contigo, ¡JAMÁS! Nunca, nunca me perdí alguna de tus presentaciones, y no me salgas con la mierda de qué "yo salvo almas" porque al igual que tú también tuve agendas ocupadas, viajando de Italia a Bélgica y luego a Londres para regresar a Italia e ir a Francia, todo eso en semanas y meses, pese a eso jamás te dejé solo, ¿¡Por qué tú si!? Te confías de que estoy yo, pero el día que no lo esté ¿Has pensado si quiera en que será de Darien?

William no pudo responder ante tal acusación, era verdad que Gelida siempre había sido un hombre responsable con todas sus actividades y todo se debía a su disciplina meticulosa. Meses antes Gelida preguntaba por las fechas de sus recitales y era lo primero que anotaba en los calendarios, la fecha rodeada por un círculo rojo. La culpa carcomió el pecho de William, no había excusas, sabía que esas palabras no existían en el vocabulario de Gelida. Lo haces o no lo haces, ni un "Es que..." porque resultaba absurdo.

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora