Capítulo 1 - Vivir no es tan malo

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—Bueno... esto es una mierda —se decía aquel joven mientras permanecía sentado en su asiento del tren. Miraba con atención una hoja malgastada entre sus dedos.

Aquella hoja contenía una partitura musical inentendible. Parecía como si antes hubiera estado rota, y que alguien había querido saber el resto de las notas faltantes, ya que otros pedazos de papel de un tono más blanco habían sido anexados con cinta adhesiva transparente. Esa hoja conformada por más trozos distintos solo hacía cuestionar al joven.

—No solo despierto en un bosque sin saber quién soy... sino además, cargo con una partitura vieja mía inconclusa. Quien sea este chico, no sé dónde ni cómo obtuvo una obra mía, especialmente "invocación", esta sonata se supone que desapareció —bufó al mirar el violín a su lado. —mínimo hubieras conseguido algo más decente para llamarme

Este joven apuesto de ojos azules no podía evitar enfurecer. Y no era menos su molestia, se supone que él ya debería estar muerto, descansando quién sabe en donde, pero descansando. Hizo una mueca al verse en el reflejo de la ventana, las luces de la ciudad daban contra su perfil. Eran palpitantes y llenas de vida... algo que se supone tampoco debería sentir.

—Bueno, me dejaste dinero y un buen rostro, no puedo culparte del todo... —dijo al ponerse de pie y mirarse fijamente. —el trasero lo vale, me gusta, me gusta... estos pantalones lo alzan muy bien

Soltó un suspiro lleno de pesadez al sentarse, ¿a quién quería engañar? Ese trasero no compensaría el hecho de que él, el gran maestro William Wilder debería estar ya del otro lado. Mientras más rumores, mitos y leyendas escuchaba de sí mismo cuando estaba vivo, más ganas y felicidad le traía el hecho de saber que estaba muerto.

—Taberna espectral —refunfuñó. —mucho miedo me tenían que hasta sus negocios tienen nombres referentes a mí, ¿Qué sigue? ¿Una marca de calzoncillos con el nombre "Wilder espectral"? ¡Basura! Es indignante, ya recuerdo porque odiaba este mundo... ¡ugh! —se cruzó de brazos. —es increíble, recuerdo eso pero no mi muerte

De pronto enarcó las cejas, algo incrédulo por las palabras que había escuchado de cientos de personas. No quería creerlo, pero no había pruebas que mostraran lo contrario.

—Es cierto que Darien se mostró extraño en los últimos días que viví... pero... él no se hubiera atrevido, ¿o sí? Era como un cachorro, no mordería la mano de su amo..., ¿cierto?

Dio continuas palmadas en su rostro, hizo rabieta tal cual niño pequeño al rodar sobre el sillón sin entender nada. Incluso se jaló los cabellos. Si alguien hubiera escuchado que esa era la auténtica personalidad de William Wilder nadie se lo creería, es decir, en su vida pasada siempre fue un joven carismático... pero su acercamiento a los espectros fue lo que ciertamente lo corrompió. Aquel joven alegre no sonreía más y siempre vestía de negro. Su presencia siempre tenía un toque sublime, incluso por la manera en la que sonreía. Tan elegante, tan atractivo y varonil. Su fragancia quedaría en aquellos cercanos suyos por mucho tiempo, pero si de besos o roces se trataban, aquel joven era una auténtica fiera. Nadie podría borrar el nombre de su piel. Ya fuera para causar pesadilla o placer, William siempre relucía como paraíso en ambos. Escandaloso, torrencial y palpitante.

Por desgracia o fortuna, aquí yacía el mismo William... solo que, con su personalidad pícara que siempre lo caracterizó. Mordió su labio inferior y luego respiró profundo.

—No sé que hago aquí... ni porque vivo, pero lo descubriré...

—Disculpe joven-

—¡ESTOY VIVIENDO! ¿¡NO VES!?

La pobre mujer encargada de repartir refrigerios se quedó helada, con una sonrisa casi mecánica en sus labios. William tragó saliva y luego sonrió.

—Es para una obra, ensayo... —replicó como un niño obediente, soltando un guiño. —creo que lo hice bien, je, je...

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora