Capítulo 51 - No te merezco

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La puerta de la mansión resonó con fuerza, un par de puñetazos insistían en entrar y Darien corrió inmediato hacia la entrada. Al abrirla, lo primero que encontró fue un par de mujeres sosteniendo a William, los tres reían al unísono y era evidente por sus prendas desacomodadas lo que acababa de ocurrir. Ya eran las tres de la madrugada y aunque esta escena no era rara de ver, siempre causaba angustia en el pecho de Darien.

—¡Qué guapura eres Darien! —exclamó la mujer pelirroja. —Ya eres mayor de edad, ¿por qué no te unes un día a nosotros? Seguro que la pasarás increíble

La rubia rio.

—No dudo que será tan guapo como el maestro Wilder

—¡Eh, eh, eh! —dijo él entre risas

Los tres estallaron en carcajadas, William intentó recuperar la compostura tras pasos torpes, pero finalmente se mantuvo de pie y quitó sus brazos del cuello de ambas mujeres.

—No hay nadie más guapo que yo, sépanlo

—¡Indudablemente!

—Pero no niego que mi alumno será un conquistador —asumió en una voz torpe e incoherente. —siendo ya un adulto, ahora que por fin es mayor de edad seguro será el punto de discordia entre muchas mujercitas. Bueno par de hermosas mujeres, ha sido una noche fantástica... pero ya debo irme

—¡Ah! ¿No podemos quedarnos a dormir aquí? Ya hace fr-

—¡No! —exclamó Darien y los tres miraron hacia él, su rostro se tiñó de rojo y carraspeó. —qui-quiero decir...

—Lo que mi alumno quiere decir, es que si las ven salir de aquí en la mañana se convertirán en las presas fáciles de todos esos periodistas y esas mujeres locas

—¡No importa!

—Barby, mi amor —dijo al sostenerla del rostro, ella hizo un puchero. —si queremos que nuestro fogoso amor perdure entonces debemos mantenerlo oculto

—Pero Willy...

—Mi amor —dijo al plantarle un beso casto y sonrió. —no compliques las cosas, me dolerá el corazón

—¿¡Y yo qué!? ¿Te olvidas quién te hizo correrte tres veces seguidas?

William rio con el rostro enrojecido, miró tímidamente a Darien por el rabillo del rojo y llevó sus manos hasta los hombros de la rubia.

—Mi niña, esas cosas no se dicen así... hay pájaros en el alambre

Ella contrajo los puños e hizo berrinche como niña pequeña.

—¡Pero le das más atención a Bárbara!

William se inclinó, tomándola por la cintura y le dio un profundo beso francés. Podían escucharse las lenguas golpearse entre sí y un ligero jadeo que se escapó tras separarse.

—Mi corazón es grande, hay lugar para todas, ¿el de ustedes también?

—¡Sí! —gritaron al unísono

—Entonces déjenme protegerlas, no quiero que una de esas fans locas les haga daño, ¿lo pueden cumplir mis niñas? No pido más

Ambas asintieron, plantando un beso en cada mejilla de William. Se despidieron al alzar la mano y con ciertas miradas coquetas, William les dio un par de nalgadas a cada una y giró sobre sus talones donde Darien lo observaba.

—Llévame adentro

Darien asintió, sosteniéndolo del hombro. William no prestó atención a su expresión sombría, a los nervios contraídos de Darien, pero ¿cuándo lo hacía? Darien lo encaminó hasta el sillón en donde quedó tumbado apenas sintió los cojines.

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora