Capítulo 12 - El niño que sigue volviendo a su mentor

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—Cuando iba rumbo a la mansión el paisaje lucía realmente maravilloso de noche, de día ¡luce mucho mejor! —decía William, sumamente entusiasmado mirando por fuera de la ventana. —no recordaba que los prados fueran tan extensos

—Crecieron con el pasar del tiempo, maestro

—¡Y mira el lago! ¿Siempre ha sido tan brillante? ¡Es espectacular! Creo que incluso los árboles crecieron...

—Diez años son diez años... naturalmente todo avanzó, maestro

—Wow... ha ocurrido tanto durante mi ausencia, ¡es fascinante!

—Procure descansar... le vendrá bien

—Ya, ya, Darien... no tienes por qué preocuparte por mí, una mirada al exterior durante el camino no me hace mal, sin embargo, tú si puedes descansar... abuelito

Soltó risas, causando una expresión de seriedad en Darien.

—Es broma, ¿por qué siempre eres así? Tengo que reconocerlo Darien, en un pasado siempre te mostrabas tan alegre... nunca me hiciste muecas, verte así es algo nuevo

Darien guardó silencio.

—Me molesta un poco ¿sabes? El resto siempre vio esta faceta tuya... pero a mí nunca me la mostraste... quizá hayas tenido tus razones, tampoco es como que yo fuera una persona muy abierta

—Trataba de mantenerme al margen, maestro...

—Aún así, hubiera sido interesante conocer esta cara tuya en aquel entonces... probablemente, me habría divertido mucho

Darien suspiró, manteniendo sus ojos profundos en William.

¿Cómo es que este escenario había cambiado tan drásticamente? En el pasado, las cosas definitivamente eran muy distintas. Cuando miró el perfil tranquilo y sonriente de William, un efímero recuerdo llegó a su mente. Igual que ahora, iban en tren rumbo al teatro Sheldonian para una presentación de Gelida. En ese entonces, Darien todavía no debutaba frente al público, además, seguía siendo tan solo un niño y William aún no se convertía en el alma solitaria de los espectros. Sin embargo, ya tenía consigo su violín blanco que siempre cargaba de un lado a otro y comenzaba a escribir sus primeras partituras como prácticas, le faltaba pulirlas para convertirlas en sus sonatas más famosas. Siempre se mantenía concentrado en las hojas de entre sus manos, rayaba constantemente con su bolígrafo aquellas notas que le parecieran innecesarias o imperfectas.

Era una tarde de Agosto, cálida y abrazadora. Gelida fumaba otro de sus puros, mientras que Darien se mantenía en silencio junto a él, mirando de frente a su mentor William.

—Será un día extraordinario —decía Gelida, soltando el humo de entre sus labios, sentía cómo se dispersaba entre sus dientes y eso le causaba satisfacción. —una vez termine, iremos a cenar a uno de los restaurantes más caros de la ciudad, sí que sí

—Dejará de ser extraordinario si no dejas de fumar —replicó William en un tono serio, hundiendo la punta del bolígrafo en la hoja. —tu voz será un desastre

—Ug, por favor William ¿por qué siempre tienes que ser tan apático? Si eso fuera cierto, ahora mismo estaría ronco o peor aún... ¡Sin voz! ¿me puedes imaginar así? Sería la peor de mis desgracias

—Mmm...

Gelida puso la mirada en blanco.

—¿Por qué no sueltas esas hojas? Te vas a marear... además, te pierdes el paisaje de afuera

—Mmm...

Gelida miró hacia Darien.

—Me compadezco en serio de que tengas que soportarlo, es un grano en el trasero

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora