Capítulo 52 - Yo siempre te cuidaré

132 21 9
                                    

Mientras Darien dormía o eso parecía hacer, William salió del baño y caminó fuera de la posada, llevaba consigo a Levian. El alcohol había perdido efecto en el momento en el que el castaño lo confrontó.
William podía ser duro, muy golpeado cuando debía decir las cosas o enfrentarse para mostrar que tenía la razón, pero si alguien le daba en su talón de Aquiles que consistía en hablar sobre sus sentimientos, sin pensarlo dos veces desviaba la mirada y daba la vuelta.

Era de lo que más huía y era lo que más temía. Aunque él decía que hablar de las emociones era innecesario, la realidad es que estaba siendo un cobarde. Siempre alzaba las barreras de su corazón y eso lo conducía a la soledad. Llegó hasta un tronco tirado lejos del granero y se sentó, acarició sus sienes al cerrar los ojos.

—Espero no molestarte —susurró

Enseguida tomó una postura formal y elevó el violín hasta su hombro. El arco se deslizó, dejando escapar las notas de "Invocación". Sintió el sudor frío resbalar por sus mejillas, los dedos le temblaron y cuando estuvo a punto de parar porque temía por la persona que llamaba, la silueta emergió en medio una nube blanca.
El aliento proveniente de los labios de William se volvió cortante. Miró las facciones de aquella silueta espectral, el rostro de un asombroso tono olivo y la cabellera rizada cayendo en sus hombros. Y su corazón, tal cual pequeña uva entre dos dedos... se encogió.

—¿Norman? —susurró ella

William salió del trance y carraspeó.

—No, no... soy William

Ella sonrió.

—¿William? ¿Mi querido William?

—Sí... ha pasado tanto tiempo

Ambos esbozaron una media sonrisa, William observó sus prendas, eran tal y como las recordaba. Blancas, parecidas a los narcisos. De tener olor probablemente sería el aroma a fresas en su cabellera larga y los bordes elegantes de su vestido. El cuerpo entero podría ser traslúcido, pero aquellas pupilas negras rodeadas de un halo verdoso seguía siendo memorable en William. Ella rio, completamente feliz por escucharlo de nuevo.

—Pensé que me habías olvidado, hace tiempo no te oía

—Nunca lo haría, ni aunque quisiera... pero no quería molestarte

—Cuando se trata de ti nunca es una molestia... dime, ¿A qué debo tú inesperada llamada?

William suspiró.

—Quería hablar con alguien... y la primera persona en la que pensé fuiste tú. Estoy perdido, no sé qué hacer

—¿Qué pasa querido?

William no pudo contenerse más y estalló en llanto. Siempre era fuerte, siempre sabía controlarse, pero estando frente a ella ya no podía huir. No quería hacerlo y solo quería echarse a correr a sus brazos. No solo fue su esposa, su compañera, sino también su mejor amiga, su confidente. La persona que entendía su carácter, que sabía cuan complicado era y aun así siempre lo recibía con los brazos abiertos. La vida no resultó como ambos esperaban, ella se fue antes y él se quedó ahí, su historia de amor no terminó como empezó. Y para agonía de William, quien se quedó con todos esos recuerdos y amargura fue él, ella ahora estaba en paz.

Tremenda tortura.

—Angie, he muerto, he vuelto y este dolor sigue perforando mi corazón como en mi primera vida. —dijo entre sollozos. — mi maestro, mi padre murió, las personas que son cercanas me entregan su corazón y no sé qué hacer. Siempre que me los dan, por mucho que quiera cuidarlos terminan heridos, se queman entre mis manos y no puedo hacer nada para salvarlos. Siento que mi condena es la soledad, no importa cuánto quiera que los que amo se queden conmigo, se marchan... siempre se van. Tengo miedo, no sé a dónde mirar, ¿nací solo para esto? ¿Triunfar en mi ámbito profesional pero fracasar en todas mis relaciones? Cuando creo que algo me llena solo me doy cuenta de cuan poco satisfecho me encuentro. No importa cuantas veces quiera llenarme, no importa cuánto se me diga que sobresalgo, sigo sintiéndome un fracasado y nada es suficiente.

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora