William tenía que admitir, que si bien había muchos líos a su alrededor y su mente divagaba tanto en viejos como nuevos recuerdos, especialmente con el agobio por la pérdida de su maestro, ahora, en esta vida ya no sentía que cargaba esa piedra por sí solo. El peso era menor, las emociones negativas pasaban a segundo plano cuando, al mirar por detrás escuchaba los gritos de Terry y Lysandro. Y aunque Gelida y Kokia no estuvieran con ellos en lugares públicos, sabía que siempre los acompañaban y protegían.
Incluso Angie, que a pesar de ser un alma negante siempre estaba dispuesta a sentarse con él cuando más la necesitara. Escuchando, dándole su bendición para el camino que le faltaba por recorrer.
Estando los cuatro en el tren y pese a la tensión que yacía con Darien, se sentía feliz. Por primera vez, realmente creyó que volver a la vida tras mucho tiempo no era tan malo. Hasta le parecía irónico.
Llegó a la mansión Wilder en un tren completamente solo, la señorita que le atendió le habló sobre la vida y él únicamente respondió con un mohín. Palabras sarcásticas y su evidente disgusto por regresar. Especialmente, sabiendo que todo el mundo ahora lo odiaba.
Sus sonatas, su ser, su arte.
Sin la gloria, vanidad, egocentrismo y lujuria, ¿para qué querría regresar? Sin esos placeres, sin alguien que constantemente alimentara su ego, mejor estar muerto. Pero ahora, estaba ahí, mirando por fuera de la ventana del tren el atardecer. Pero en el reflejo de la misma no solo estaba su rostro, sino también de otras tres personas. Dos que ya conocía y una nueva que sentía ya conocer. Quizá era por la emoción del momento que no sentía a Terry como un chico ajeno a su grupo de seres cercanos.
Pensó, muy dentro de su ser "el ego no lo necesito, no necesito que alguien lo alimente. Es amistad, eso es lo que realmente necesitaba."
Nunca pensó que una simple palabra lo haría muy feliz.—Así que vives con tu abuelo —dijo Lysandro. —me sorprende, en serio
—Abuelos —corrigió. —mi abuelo se juntó con mi abuela ya de grandes, tanto mi padre como mis abuelos decidieron mudarse hace tiempo y comenzar una nueva vida
—¿Y eso por qué?
—El lugar donde residían los ponían tristes, mi padre dice que le trae amargas memorias, pero a mi me gustaba estar ahí. Aunque entiendo, de cualquier modo habría que mudarnos en algún momento debido a mi educación, mi papá siempre quiso lo mejor para mí
—Ahora que lo pienso —dijo William al separarse de la ventana y lo observó fijamente. —¿Por qué dices que tú abuelo fue ayudado por William? ¿Él te inculcó el deseo por aprender a tocar violín?
—Bueno... por lo que mi abuelo me cuenta, es gracias a William que mi padre vive. Digamos que mi padre sufrió un incidente muy cruel y casi muere, William estaba de paso por el pueblo, mi abuelo me cuenta que en el momento en el que supo que estaba ahí, no dudó en buscarlo y rogar por su ayuda
—¿En serio? ¿Y qué le pidió?
—Que contactara con el alma de mi padre... para convencerlo de que debía quedarse, por mí... William no conoció a mi padre, tan solo lo convenció de que siguiera con vida. Mi abuelo le agradeció por ello con el alma y es gracias a él que yo estoy aquí
William alzó la ceja. No recordaba haberlo hecho, fueron tantas aventuras que muchas quedaron estancadas en el medio de sus dos hemisferios cerebrales. Escarbar parecía inútil.
—¿Acaso tu padre tuvo un accidente?
—Pues... algo así. Mi abuelo dice que él se fue de viaje y cuando regresó encontró la casa de mi padre hecha un desastre. Había sangre, cuadros rotos... creo que alguien intentó matarlo. No lo sé. Pero mi padre no estaba ahí, no sabía si había logrado huir o se lo llevaron, por eso le pidió al maestro Wilder su ayuda para encontrarlo ya que estaba en estado moribundo. Gracias a él, mi abuelo fue capaz de encontrarlo cerca de una iglesia
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Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]
Novela JuvenilEn el pasado, William Wilder era el violinista más temido de toda Inglaterra. Amado y odiado por su don tan sublime sobre las cuerdas de su oscuro violín, pues no solo causaba contusión entre los vivos, sino también entre los muertos. Tras su fallec...