Prométeme una sola cosa..., no te vas a enamorar.

Capítulo 4.

Bárbara López.

Los días en el set han transcurrido, grabaciones, escenas, trama y mucho drama; he decidido que Macarena sea solo mi compañera de trabajo y al igual que Juliana, pretendo alejarla, no quiero tenerla cerca, no puedo tenerla cerca.

Han pasado tres semanas, desde aquella primera escena. Tres semanas en las que la única manera en que cruzo palabras con Macarena, es a través de Juliana.

Eran las siete de la noche, el clima era fresco, terminamos temprano, así que planeo llegar a casa y descansar, leer algún buen libro, y tratar de despejarme. Subí al coche, prendí el estéreo y giré para ponerme el cinturón, a la par que alguien dio un par de golpes en la ventana.

- Hola -se apareció de repente.

- Hey Maca, ¿todo bien? – pregunté, bajando la ventana.

- Sí, solo quise venir a saludarte, estoy esperando mi Uber. – sonrió.

- ¿Uber? ¿Y tu coche?

- Está en servicio.

Mi mente decía una cosa y mi corazón otra.

- ¿Quieres que te llevé?

- No lo sé, ya pedí el coche. – vio su celular.

- Pero puedes cancelarlo. – le sonreí.

- Está bien.

Dio vuelta al coche y subió como mi copiloto. Genial, he estado huyendo de ella, y ahora le pido que se suba a mi coche, ¡Diablos Bárbara! ¡Decídete!

- ¿Te gusta Katy Perry? – preguntó cuándo comenzó a sonar el estéreo.

- Es buena. – dije sin quitar la vista de mi camino y ella comenzó a reír. - ¿Qué pasa?

- ¿Ya sabes dónde vivo? – ríe risueña.

- No. – reí con ella. - ¿A dónde la llevo señorita Achaga?

- Vivo en Polanco.

- ¡Claro! – exclamé sin pensarlo. – Lo siento, no quise decir eso.

- No te preocupes, pero sabes... - vio su reloj. - ¿Te gustaría ir por un café? – ni siquiera tuve que pensarlo demasiado, sé la respuesta.

- Claro, conozco uno muy cool aquí cerca.

Llegamos al café Budapest, amo esta cafería, creo que es una de las pocas en la ciudad, en la que el café, sabe a café. Cuando bajamos del coche y cruzamos la puerta, estoy segura que ninguna de las dos tenía idea, de lo que iba ocurrir. Un grupo de chicas nos reconoció al momento y corrieron para abrazarnos, se veían muy felices.

- No puedo creerlo. -gritaba una de ellas.

- ¿Son las chicas de la novela? ¡Dios! -decía la otra.

- ¿Podemos tomarnos una foto?

Después de tomarnos un par de fotos, nos pidieron autografiarles la blusa, una libreta y una de ellas, fue un poco más al límite, cuando dijo.

- Espero no sonar muy loca, pero Bárbara, me encantas, ¿podrías firmar aquí? – bajo un poco su blusa, casi encima del pecho y me pidió pintarla con plumón, ¡Si, plumón!, vaya.

Nos sentamos al fondo y pedimos un par de malteadas y unas galletas, para acompañar. Fue muy divertido, es genial, cuando comienzas a ser reconocido y es increíble, cuando comienzan a ponerte etiquetas, ese tipo de etiquetas que son muy frescas. Juliana y Valentina y por alguna razón, esa etiqueta no suele molestarme, es genial.