Capítulo 31.

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Bárbara López.

¿Cómo se supone que deba sentirme?, no lo sé, por una parte anonadada, adoro lo que sentí, algo que ni Gonzalo ni nadie había logrado, la delicadeza, no lo sé, descubrirla se volvió adictivo, descubrirme en sus brazos fue una bomba, no lo sé, cuando ella y yo estábamos ahí, todo dejo de importar, no era el hecho de ser dos mujeres descubriéndose mutuamente, era el hecho de todo lo que yo sentía por ella y que claramente, ella también.

En fin, se fue, ¿qué tan lejos está Argentina de México?, me queda claro que lo suficiente como para extrañarla como una idiota.

Hoy sé que va ser complicado, toca entregar las llaves a Ale, sé que ella no se va conformar con un, si todo cool, fueron buenas fotos, si ya me voy. Lo cual me pone nerviosa, pero es ella y la amo. Así que tomé el coche y conduje hasta su casa. Me estacione y recibí una llamada que respondí antes siquiera de ver el nombre, esperando que fuese ella.

- ¿Sí?

- Qué onda Bárbara.

- ¿Mich? ¿Qué onda?, no sabes la alegría que me da escucharte.

- Acabo de llegar a la ciudad, ¿qué onda unas cervezas?

- Obvio -respondí alegre.

- Va, te mando la ubicación. Chao culera.

Es genial saber de ella; bajé del coche y al fin llegué hasta la puerta de Ale, muy nerviosa por cierto. Cuando se abrió y ella apareció, antes siquiera de saludarla, se apresuró a decir.

- ¿Y? ¿¡Qué paso? ¿Limpiaron todo?

- No inventes we ¿de qué hablas? -dije, pero igual y mi sonrisa nerviosa iba delatarme.

- Pásale, quiero detalles.

- No tendrás detalles Ale...

- ¿Qué paso? ¿Tan mala es la señorita Achaga?

- No, es solo que no sé en qué punto estamos.

- Bueno, nada que un buen a costón no arregle -dijo con una carcajada instantánea.

- Pues parece que tampoco funciona -dije sin pensar.

- No pinches mames, ¿cogieron? -dijo casi a gritos.

- Cállate -dije apresurada.

- No mames, no puedo creerlo, es increíble.

- Se supone que no deberías saberlo, pero no lo sé Ale, no sé que pasa entre ella y yo, no sé que mierda esperar y ni siquiera sé si estuvo bien lo que paso.

- Barbie, si lo disfrutase entonces valió la pena, trata de calmarte, dale tiempo al tiempo, además se ven preciosas juntas, tengo una gran corazonada de todo esto -me tomo de la mano.

- Espero que no te equivoques.

No dije más, decidí cambiar de tema, comimos algo ligero y luego me marché a Bar Vader, donde Mich me esperaba. Al llegar al lugar, algunos juliantinas se acercaron y una vez más, una de ellas quiso robarme un beso, eso es exactamente, de las cosas que más detesto de ser una figura pública, en ocasiones, dejas de tener tu espacio, en ocasiones, las chicas rompen la línea de respeto y en ocasiones como hoy, quisieras ser solo alguien más, no sé si tengo ánimo de lidiar con esto.

- Hey Barbie, por aquí -grito desde lejos.

- Lo siento chicas, ya me esperan.

Prométeme una sola cosa..., no te vas a enamorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora