Capítulo 28.

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Macarena Achaga.

Por primera vez, en medio de un silencio que no era incómodo, me permití observarla delicadamente, adoro su sonrisa, el brillo de sus ojos y la delicadeza de cada una de sus palabras, simplemente creo que ella es perfecta.

- Bárbara.

- ¿Sí?

- No sé cómo sucedió.

- ¿Qué?

Veo como la comisura de sus labios tiembla levemente, está nerviosa, yo también lo estoy, pero hay cosas, hay momentos y hay palabras que no pueden retenerse por tanto tiempo o te harán estallar.

- Sabes, cuando entré a la novela, cuando supe que es lo que iba pasar, me repetí a mi misma, noche tras noche, es solo actuación, es el siglo XXI, no pasa nada..., pero, cuando te besé por primera vez, mi dialogo personal cambió.

- ¿Por qué?

- Porque ahora me repetía una y otra vez, frente al enorme espejo..., Macarena, prométete una sola cosa..., no te vas a enamorar.

- ¿Qué? -dijo nerviosa.

- Pero el problema...

Me duele el pecho, siento una presión extraña, tengo mucho miedo, pero tengo más miedo aún, de no decirlo ahora mismo, ¿qué puedo perder?, quizás ya estoy muy perdida y apenas puedo darme cuenta.

- El problema Bárbara, es que me he enamorado de ti...

- Macarena...

Mierda, lo dije, lo dije en voz alta, y no a cualquier persona, lo acabo de admitir frente a Bárbara López.

- ¿Es en serio Macarena? -dijo viéndome a los ojos.

- Bárbara, te juro que no planee esto, no sé como sucedió, pero sé que estoy muy enamorada de ti, sé que esto no es parte de una estúpida confusión.

- ¿Por qué estás tan segura?

- Porque no dejo de pensarte, porque desde aquella noche, en que probé de verdad tus labios, lo supe, me gustas...

De pronto, un silenció que está vez era muy incómodo, se hizo presente entre ambas, bajé la mirada y comencé a jugar con mis dedos, no puedo verla a los ojos, lo arruiné, genial Achaga, eres una tonta, me repetí a mi misma en la mente.

Siento su mano sobre mi mejilla y levanta mi mentón, al fin elevo la mirada y me encuentro con sus ojos, que están llenos de lágrimas.

- ¿Qué pasa? -dije asustada.

- Macarena, me siento exactamente igual que tú.

- ¿Qué? -mi corazón siente una descarga eléctrica.

- No lo sé, no sé como fue, te juro que yo no quería que esto pasará, el problema fue que paso.

- ¿Qué estamos haciendo Bárbara? No lo sé, sé que el mundo es diferente, pero no dejo de morirme de miedo, no sé si yo puedo con...

- ¿Cómo crees que me siento?, me estoy muriendo de miedo Macarena, yo no decidí esto, pero tampoco voy a negar lo que siento.

- ¿Por eso terminaste con Gonzalo? -dije viéndola fijamente.

- En parte sí, eso ya no tenía futuro, él es muy diferente, y el problema es que mis ojos se cruzaron con los tuyos.

En ese segundo, en un espacio donde solo estábamos ella y yo, supe que por muy mierda y absurda que sonara la idea, ella y yo, estamos varadas en el mismo punto de la historia y eso se sentía bien por ahora.

Prométeme una sola cosa..., no te vas a enamorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora