Capítulo 37.

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Bárbara López

Muero de nervios, envíe un texto a mamá y ella aún con su molestia accedió, ella suele ser muy cool y está ocasión no había sido la excepción, así que una vez en el avión los nervios comenzaron a hacer su trabajo, no dejo de ver por la ventanilla, tengo once horas, con treinta y cinco minutos para pensar la manera correcta de presentarme, de actuar, de sonreír y de todo aquello "normal".

Macarena duerme a mi lado, no dejo de pensar, ¿cómo puede estar tan tranquila?, yo siento que estoy caminando directo a mi fusilamiento, bueno, supongo que cuando se lo diga a papá, Michel y Mariana (de forma directa), otra cosa será o al menos otra cosa tendré que percibir; pero contemplarla a ella, siendo tan paciente y pacífica con la situación, me hace dudar de mi propia capacidad de manejar situaciones complejas.

En fin...

Macarena Achaga

Ella está muy nerviosa, siempre había escuchado sobre el hecho de "Uno de los dos tiene que ser fuerte" y sí hoy me toca ser fuerte por y para ella, así será, pero no dejo de cuestionarme como lo tomará mi familia, ¿en serio son open mind?, porque si no solo terminaré arruinando la relación, eso sumado a que es una relación a distancia, terminará siendo un desastre.

Finalmente se quedó dormida, ¿el baño será lo suficientemente grande?, que estoy pensando, no es el momento. Veo una buena película en la pequeña pantalla y la cubro con la frazada roja que me han dado. Pido una copa de vino y cuando la chica aparece me sonríe.

- ¿Eres Macarena?

- ¡Sí!

- Wow, muero, amé tu personaje, eres increíble, te sigo no sé desde que año.

- ¿En serio? ¡Qué halago! -tomé la copa que me había extendido.

- Déjame decirte que la TV no hace justicia a tu belleza.

Veo como observa de reojo a mi acompañante, que al estar cubierta por la pequeña cobija, es imposible de descifrar.

- ¿Viajas sola?

- En realidad -hice un pequeño gesto, esperando que ella entendiera que la chica a mi lado era mi acompañante, además esperaba que ella pudiera deducir que era mucho más que eso.

- Entiendo, bueno, si gustas cuando lleguemos a Argentina puedo invitarte algo.

Siento un pequeño pellizco y comprendo que Bárbara está despierta y no solo eso, ha escuchado casi toda la conversación.

- ¡Claro! ¿Podrías traer otra copa? Por favor.

- Es un placer -dijo y desapareció.

- Vaya, no puedo quedarme dormida -se descubrió la cara.

- No fue mi culpa -sonreí al ver su rostro marcado por la almohada.

- ¿Encima de todo te ríes?

- Bárbara, ¿estás celosa?

- ¡No! -giro la cara.

- Yo creo que sí.

- Bueno sí..., sabes, esto es precisamente lo más tedioso de soportar en esta relación.

- Puede ser, pero que quedé claro que somos ambas, ambas tenemos a un buen de chicas detrás.

- Maku, no quiero perderte.

Me incline un poco, el botón de cinturones apareció, sabía que en cualquier momento el capitán anunciaría el descenso.

- Bárbara, no vas a perderme, pase lo que pase hoy, estamos juntas ¿ok?

Prométeme una sola cosa..., no te vas a enamorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora