Capítulo 2. Viendo al duque por primera vez.

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Después de un rato una de las sirvientas trajo una bandeja llena de pasteles y té para Olivia, después de servirle el té, ella le dijo que se marchara para así poder comer tranquila sin que nadie la estuviera viendo. 

Ya que sus modales en la mesa no se parecían en nada a los de una noble. 

Cuando sus padres cayeron en bancarrota Olivia era solo una niña y nadie nunca se preocupo en enseñarle cómo se debía comportar una dama; su padre pasaba todo el día trabajando con los pocos empleados que aún les quedaban y su madre después de caer en la bancarrota se había deprimido tanto que casi nunca salía de su habitación, así que Olivia no tenía ningún ejemplo a seguir. 

Olivia pasaba la mayor parte del día con Ana, ella era la única sirvienta que había quedado en la mansión, todas las demás habían tenido que irse porque su padre no les podía pagar, sin embargo ella había decidido quedarse. 

Olivia solía ayudarle con los quehaceres de la casa ya que ella no podía darse a basto, los pocos empleados que habían quedado era porqué no tenían ningún otro lugar al cual regresar y dijeron que preferían quedarse a cambio de comida y un techo, su padre había vendido todas las cosas de valor que aún les quedaban y con lo poco que recaudaba del feudo había podido seguir pagándoles sus sueldos. 

Sin embargo la situación se había vuelto insostenible debido a una plaga que había azotado sus tierras, por eso su padre había decidido un matrimonio para ella. 

Mientras comía un trozo de una tarta de manzana Olivia pensó. 

Supongo que ahora que me he casado y a recibido una gran suma de dinero, las cosas en casa deben de ir mejor" 

Después de comer Olivia se sintió sumamente cansada y se tumbó un rato en la cama y se quedó dormida, una de las sirvienta la fue a llamar para la hora de la cena y cuando bajó al comedor ella estaba sumamente nerviosa porque pensó que por fin conocería al temible duque del que tanto había escuchado hablar, pero no fue así, al parecer él aún no había regresado y no la acompañaría a cenar. 

Olivia sintió que todo su cuerpo se relajaba cuando se enteró de que cenaba sola. 

Cuando se sentó, las sirvientas trajeron un sin fin de platillos los cuales lucían sumamente deliciosos, al ver toda aquella comida sobre la mesa a Olivia se le hizo agua la boca. 

Cuando ella se disponía a comer, vio tantos cubiertos que se sintió abrumada y no supo cuál tenía que usar. 

Al final Olivia se dio por vencida y cogió con la comida con las manos, el mayordomo al ver lo que ella estaba haciendo se quedó estupefacto y le dio una mirada de desaprobación sin embargo Olivia le ignoró y siguió comiendo comiendo, ya que se estaba muriendo del hambre. 

Al probar aquella comida Olivia pensó que era lo más delicioso que había comido en su vida, la carne era suave, deliciosa y se deshacía en su boca y comió hasta que no pudo más. 

Después de cenar cómo se sentía realmente llena y fuera hacía una noche maravillosa ella decidió salir a dar un paseo por el jardín, una suave y agradable brisa le revolvió el cabello, a la luz de la luna el jardín se veía hermoso, después de caminar un rato ella regresó a su habitación, donde dos sirvientas la estaban esperando, ellas ya tenían preparado un suntuoso baño de rosas con aceites esenciales que tenían un dulce aroma. 

Olivia les había insistido en que no hacía falta en que la ayudarán a bañarse, pero no hubo manera de que ella las pudiera convencer para que la dejarán sola, después de bañarse, las sirvientas le pusieron un hermoso camisón lila que ella no tenía la menor idea de donde lo habían sacado porque estaba completamente segura que no era de ella, peinaron cuidadosamente su cabello en una trenza y cuando dieron por terminado su trabajo se marcharon dejándola completamente sola en la habitación. 

Mi vida como la esposa del duqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora