Elise Gamble.

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FLASHBAK

—¿Tiene algún problema con mi asignatura, señorita Fave?

—No, ninguno, Miss Gamble—Bajé la cabeza ante su mirada, intimidante y antes de que ella gesticulara alguna otra palabra, la campana comenzó a sonar.

—Pueden salir todos... Excepto usted—Me miró acusadoramente y continuó— Stephanie Fave.

—Seguro que va a castigarte o algo peor —susurró Melissa en tono burlón.

—¡Cállate! Todo esto es por culpa tuya, si no hubieras dicho… Todas esas tonterías—Bajé la mirada intentando ocultar el rubor de mis mejillas.

—Lo único que dije fue que cualquiera puede verse sexy con una mini falda, pero solo la profesora podía verse tan apetecible con una falda formal y que le llega por debajo de sus rodillas, pero tú te pusiste toda roja, igual que ahora—Se río por lo bajo.

—Sabes que me pongo roja por todo. Igual no deberías andar hablando así de nuestra profesora—Negué, fingiendo molestia.

—¡Ja!, no me hagas reír de nuevo. Ambas sabemos que no es por eso, sino porque ella... Te gusta—Seguía burlándose sin importarle que todos pudieran escuchar.

—¡Ya estoy cansada de tu actitud infantil! Te juro Melissa—Le advertí tajante—que si la profesora me acusa con el director y mis padres me castigan por ello, nunca más volveré a hablarte—No estaba tan molesta como se escuchó, pero no me hacía nada de gracia el bullying. Aparte de que me daba ansiedad estar a solas con la profesora, pensar en que ella pudo haber escuchado todo por culpa de Melissa, o peor que, quizá me acusaría con el director por acoso o algo así. Me llenaba de miedo pensar en todo eso.
Sin decir nada más y con la misma sonrisa burlona, Melissa tomó sus cosas, siendo una de las primeras en salir.

¡Mala amiga!—Me quedé hasta el final de la clase, cuando todos ya se habían marchado. Tal cual lo había demandado la profesora y una vez que el salón quedó casi vacío, me acerqué a ella. —Miss Gamble, yo

—Shhhh... —Me interrumpió poniendo su dedo en mi boca—No voy a regañarte, Stephanie. —Me había sorprendido mucho por la forma en la que me calló, pero no pude pensarlo con detenimiento. Estaba más intrigada por saber qué la llevó a pedirme que me quedara.

—¿Ah, no? —contesté nerviosa.

—No—Su tono de voz era tranquilo y a la vez firme.

—Y... ¿Entonces? —Pellizqué discretamente mis dedos.

—¿Sabes qué es esto? —Señaló una montaña de papeles en su escritorio.

—Los e–xáme–nes —tartamudeé. Cada vez me ponía más y más nerviosa. Ella era la única que causaba eso en mí; era mi talón de Aquiles.

—Correcto. Son los exámenes, ya corregidos por supuesto.

Ya no entendía nada de la situación. Si no iba a regañarme y no necesitaba ayuda, ¿por qué me había pedido que me quedara?

—¿Ya tiene alguna idea del porqué está aquí, Fave? —Me miró seria.

¡Shit! ¿A caso mi cara denotaba que adivino cosas o ¿por qué me miraba como si fuese obvio lo que ella necesita de mí? No, no tenía ni puta idea de nada.
—Uhm... la verdad es que no—Me sonrojé y agaché la cabeza.

 —No te avergüences, cariño—Se acercó a mí, me tomó por la barbilla y me hizo levantar la cabeza—Mírame, ¿me tienes miedo? —En realidad no le tenía tanto miedo, a pesar de que era fría y dura en el salón. Lo que en realidad tenía era nervios, por estar tan cerca. Nunca la había tenido así. Su mano tan suave tocando mi rostro, su aroma; manzana y canela.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora