La storia

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El gutural sonido que hizo mi padre, me trajo de vuelta a la realidad.

—Perdonen ustedes la emoción—Continúe—Hay tanto quiero decir y las palabras no me alcanzan. Sé que ya te lo he repetido muchas veces, papá, pero de verdad deseo que seas feliz y quiero darte las gracias, Michelle...—La miré directamente—Por hacer eso posible—Sonreí, descarada—Salud por los novios—Alcé mi copa vacía. Mi padre me mandó un beso desde su lugar y me dio a entender que podía irme.

—Gracias hija, por tan hermosas palabras—Continuó mi padre.

Traté de poner atención a lo demás, pero era imposible. La cantidad de ridiculeces que decía, entraban por un oído y salían por el otro. Me levanté con sigilo tratando de no ser vista y me escabullí a la cocina.

—Hola—Saludé a uno de los meseros.

—Dígame, señorita—Sonrió amable.

—¿Tienen algo más que no sea champagne?

—Whisky, ¿quiere que le lleve uno a su mesa?

—Uhm, no. Sírvelo y yo lo llevo—Sonreí.

—Ya se lo traigo—Asentí y se marchó.

—Con que robando licor, ¿eh?—Me sorprendió, Dimitri.

—Bueno, y tú estás en todas partes, ¿no?—Mofé.

—En realidad te estoy siguiendo—Alzó ambas cejas. Me quedé callada—No, ya enserio... Es qué yo también necesito un trago, las bodas me aburren.

—Aquí tiene, señoritaInterrumpió el mesero.

—Gracias—Sonreí coqueta—¿Puedes traerle uno a mi amigo, por favor?

—Claro—Se sonrojó—Ya se lo traigo.

—¿Tu amigo?—Susurró Dimitri.

—¿Quieres el trago o no?

—Claro que sí, amiga—Sonrió.

Nos quedamos en silencio, mientras le daba un sorbo al whisky.

—Su trago, señor—habló el mesero. Dimitri le agradeció y ambos nos fuimos a la mesa.

—El chico de allá—Volteó hacía la mesa de Elise—¿Cómo se llamaba? Ah… Si, Dashiel, ¿es tu novio?

—No—Bebí de mi trago.

—¿Segura? Porque me ve como si quisiera matarme.

—¿Le tienes miedo a un crío?—Mofé.

—No, a él no, pero ve a su madre. Ni siquiera la conozco y me mira como si le hubiera hecho algo malo. Me recuerda alguien en particular.

—¿Michelle?—Volteé a verla.

—Sí—Ambos reímos.

—¿Por qué dijiste que Michelle era tu tía?—Quise saber.

—Mi mamá era su mejor amiga—Le dio un largo trago al whisky.

—¿Era?

—Falleció.

—Oh, lo siento mucho—Observé mi vaso casi vacío.

—Yo también lamento lo de tu mamá—Sonó afligido y yo sonreí con tristeza—No odies tanto a Mich. Ella ha sufrido mucho, pero en el fondo es un amor.

—No la odio. Odio que se haya acabado mi bebida—Hice un puchero.

—Iré a traer más—Sonrió y se levantó de la mesa.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora