Capitolo due - Capítulo II

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Actualidad.

—¿Has escuchado eso de que la puntualidad es una virtud, mamá? ¿No se supone que la cita con el profesor era a las tres de la tarde? —Me crucé de brazos, exasperada.

—No. En realidad, tus clases comenzaban a las cuatro, pero tu padre invitó a comer a la persona que te dará las clases, para conocerle.

—Uhm, ya. Pensé que tú ya lo conocías.

—Tu padre es quién se encarga de esas cosas, no yo. Termina de comer y ve al despacho a esperar.

Estaba fastidiada con la actitud de mi madre; tan despreocupada. A veces pienso que no le importa nada más que sus reglas, la apariencia y todo el verdadero trabajo se lo deja a mi padre.

[...]

—Dudo que llegue puntual. ¡Qué falta de compromiso el de este señor! Mi padre tiene la cortesía de invitarlo a comer y él se da el lujo de despreciarlo. Y aparte de todo, de llegar tarde —refunfuñé de camino al despacho.

Antes de tocar siquiera la perilla de la puerta, esta para mi sorpresa se abrió y de ella salió una mujer, un adonis con cabellos rojizos perfectamente alineados, ojos verdes intensos, labios carnosos color carmesí, piel blanca; una muñeca de porcelana andante.

—Hola, disculpa—Agaché la cabeza avergonzada—. No sabía que mi madre tenía visitas. Venía tan enojada con el–

—¿Con el viejo impuntual que se supone tendría que darle clases? Creo que todo el pasillo se enteró —dijo con algo de diversión. No sabía qué contestar a eso, solo la miré sorprendida.

—De nuevo me disculpo. Odio la impuntualidad y eso me pone de malas.

—Claro, de eso ya me di cuenta. Pasa por favor —Se hizo a un lado para que yo pudiese entrar.

—Que amable, gracias. ¿Es usted amiga de mi madre?

—No. Yo…

—¿O de mi padre? Jamás te había visto—Caminé a su alrededor, admirando su belleza y al mismo tiempo como si fuese un tigre y ella mi presa; lista para ser devorada—. Estoy segura de que no la he visto antes, no podría olvidar un rostro tan bonito como el suyo—Sonreí con picardía.

El aroma de su perfume me tenía sobre estimulada: Jazmín, rosas, ¿feromonas?, ¡¿qué usaba esta mujer?!

—Me alegra que ya se conozcan—Interrumpió mi padre. —Stephanie, te presento a tu nueva profesora de Italiano, la señorita Chastain —finalizó, sonriente.


Pero ¡qué! Estaba en shock, ¿mi profesora? ¿¡Esta diosa tallada por los ángeles!?, ¡imposible! Después de lo que pasó, no imaginé que mi padre se arriesgaría a contratar a una mujer y sobre todo, a una tan hermosa. Según él, soy una seductora que jode profesoras—Los miré a ambos sorprendida—. ¡Vaya!, papá pues... Que sorpresa me has dado. Es un placer, señorita Chastain—Disimulé y extendí mi mano. Ella tardó unos segundos en tomarla, se notaba nerviosa o ¿avergonzada?

—El placer es mío—Sonrió, tratando así de parecer ser amigable, mientras yo me perdía en la suavidad de su mano.

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𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora