Primo Capitolo - Capítulo I

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Estoy harta de mis padres. De sus reglas y de que no acepten mi forma de ser. Tuve que dejar mi vida por ellos, por su reputación.

—¡Mamá, por favor! No puedo seguir encerrada más tiempo, me estoy volviendo loca —le supliqué.

—¡Basta! —Alzó la voz. —Stephanie, sweetie, después de lo que pasó no estás en posición de pedir nada. No te hagas la víctima.

 
—¿Cómo puedes decirme eso? ¡Eres un iceberg! No puedo creer que me trates de esta manera. ¡Yo soy tu hija!—Grité desesperada y entré en llanto, pero ella ni siquiera se inmutó. Siguió bebiendo de su copa llena de vino y leyendo, como si yo no existiera. Me quedé mirándola unos segundos, incrédula por aquello. —¡Bien!—refunfuñé, dándole la espalda y subí las escaleras hacia mi habitación.

Siempre es lo mismo con ella.

[...]

3 meses después...

 
—¡Stephanie, cariño! —Lo escuché hablar.

 —¡Vaya!, imaginé que mi madre y tú no se dignarían a hablarme nunca. ¿A qué se debe el milagro? —dije irónica.

 —Lo que me sorprende es que aún tengas la misma actitud. Después de todo es por ti que estamos en esta situación —Me miró con dureza. Reprochándome así, todo lo que según él había hecho mal y por lo cual estábamos en esta “situación.”

—¿Cuál situación papá? No me dejan salir, no he hablado con mis amigos porque me has dejado sin celular... Estoy todo el día encerrada en estas cuatro paredes. ¿Cómo se supone que debería estar?, ¿ah? "Papi, gracias por venir a verme, después de tres malditos meses sin dirigirme una palabra". ¿Quieres que te agradezca, papá? ¡No me jodas! —Estaba fúrica.

 
—¿Qué no te joda Stephanie?, ¡¿qué no te joda!? Dejé mi trabajo por ti. Porque a mi maravillosa hija se le ocurrió la grandiosa idea de seducir a su profesora, llevarla a la cama y después gritar a los cuatro vientos su gran hazaña. ¡No tienes ni idea de lo que es que te jodan! O bueno... Sí la tienes, ya que la jodiste a ella, a nosotros y a tu vida —Había más que cólera en sus palabras y lo que dijo me había dolido como no tenía una maldita idea, pero no se lo hice notar, no iba a tratar de explicarle lo que en realidad pasó.

—Estoy cansada de pedirles perdón y si esta—dije mirando a mi alrededor con los brazos abiertos— es su forma de castigarme, ¡perfecto! —Me giré y crucé los brazos, indignada. Escuché un suspiro salir de su boca y luego dio un paso hacia mí.

—No quiero castigarte más—Lo sentí abrazarme— Tu madre y yo te amamos. Solo queremos tu bienestar, que dejes de ser así.

—¡Cómo!, ¿cómo soy papá? —Di un paso atrás, lejos de él. Las lágrimas querían salir, pero las contuve.

—Stephanie, mi niña—Tomó aire— No peleemos más. Vine a decirte algo—Me tomó por los hombros.

—¡Qué!, ¿vas a dejarme salir?, ¿volveré a la escuela con mis amigos?, ¿volveremos a Inglaterra y todo será como antes?

—¡No! Para eso no hay vuelta atrás —sentenció— pero debes continuar con la escuela.

—¿Me inscribirás en un nuevo colegio aquí, en Venecia? —Aquello se escuchó más entusiasmado de lo que imaginaba, porque la verdad era que quería regresar, pero ya que eso no era posible, por lo menos iba a intentar comenzar de nuevo.

—¡No! Tu madre ha decidido que aún no deberías de salir.

—¿¡Entonces!? —Me había desanimado por completo.

—He contratado alguien para que te dé clases de Italiano.

—¿Italiano?, ¿davvero? —dije en tono burlón—En realidad no sabía Italiano del todo, pero era uno de mis idiomas favoritos y mi padre lo sabía.

—Certo che si—A diferencia mía, él sí que sabía el idioma perfectamente, pues él nació aquí en Venecia. —Claro que si no te gusta la idea pues–

—¡No! —espeté— No me gusta la idea, hubiese preferido que fueras tú quien me enseñara—Él me miró incrédulo con una ceja alzada.

—Uhm, pues, entonces–

—¡Pero la aceptaré! —dije, vencida y él pudo notarlo. Sonrió victorioso, sabiendo que tiene y siempre tendrá control sobre mí.

 
—¡Excelente! En 15 días llegará a la ciudad, una persona de mi total confianza y podrán comenzar—Me dio un beso en la frente y se dispuso a marcharse. A dejarme sola otra vez.

Seguro que mi padre escogió al más viejo de todos los profesores que hay en el mundo, de igual manera, ya qué más daba. No tenía nada mejor que hacer aquí, encerrada.

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𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora