Capitolo cinque - V

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Lo que había pasado con Chastain esa tarde fue sólo un sueño (o eso me dije). Para mí ya era demasiado cansancio mental imaginar que ella y mi papá tenían algo.
Ser dramática era uno de mis muchos dones, pero mi intuición también estaba de acuerdo con aquélla teoría; ambas no podíamos estar tan equivocadas o ¿si?
Igual la vida no es una película por eso mismo no quise seguir pensando en aquello, ni agregándole más fantasía con Miss Chastain… así haya sido o no real lo que pasó.

El siguiente mes transcurrió con tranquilidad. Me tomé mucho más serio las clases, ya que eso ayudaría con mi papá y de paso, en casa no tendría problemas.

Era mucho más factible la paz que una guerra sin sentido.

—Hola Rossy. ¿Cómo está mi persona favorita? —dije con voz aniñada y con una sonrisa sincera.

—Alguien está muy feliz esta mañana—respondió con sorpresa y en un tono irónico—. ¿Por qué tan feliz, mi niña?

—Nada—Caminé directo a la mesa del comedor, tomé una manzana y me senté a comérla—. Sólo que tengo la impresión de que hoy será un buen día.

—Para mí todos los días es un buen día, desde que te veo por la mañana hasta que vas a dormir, mi ratoncita—Me sonrió con ternura—. Te has portado muy juiciosa estos días, ¿será que maduraste ya, mi niña?

—Forse mio caro, forse—Alcé mi ceja y di un mordida más a mi manzana.

—Nada de quizás, a mí me parece que sí has madurado. Estoy feliz porque estás avanzando tanto con el italiano y también porque te encuentras de tan buen humor, Stephanie—Era mi padre quien interrumpía mi charla con Rossy.

—Buen día, papá —dije con media sonrisa.

—¿Quiere café señor? —habló Rossy llevándose con su voz, el silencio incómodo que empezaba a formarse.

—Sí Rossy, gracias—le respondió—. Me alegra que hayas entendido que es lo mejor para ti hija—Se dirigió nuevamente a mí con ese tono de voz entre duro y ameno.

—La verdad es que ya entendí que no voy a conseguir nada si sigo luchando contra la marea y a parte, ya estoy cansada—Alcé los hombros y seguí comiendo mi manzana.

—Me enorgullece escucharte hablar así. Es verdad que uno no consigue nada con una actitud déspota e infantil, por eso mismo quiero darte algo—Tomó un sorbo a su café.

—¿Algo... cómo qué? —Estaba emocionada pero mi actitud reflejaba tranquilidad.

—Por ahora desayuna, después date una ducha, arréglate y bajas. Vamos a salir—Me guiñó el ojo.

Me gustaba mucho cuando se ponía de misterioso.

[...]

Terminé de desayunar y fui a hacer el resto, para poder irme con él, lo más rápido posible.
Amo sus sorpresas, amo salir con mi papá, realmente lo extrañaba.

Salimos de la casa y nos dirigimos a el misterioso lugar.

—¿Tu trabajo?—Estaba muy decepcionada y enojada—.¿Enserio?, imaginé que iríamos a otro sitio, ¿qué hacemos aquí?—dije con el ceño fruncido. No entendía nada. Había pensado que iríamos al centro comercial a tomar un helado, a cualquier lugar, menos a su trabajo.

—Quiero enseñarte las instalaciones. Un día no muy lejano vas a pertenecer a este ambiente y me parece que ya es momento de que te familiarices con él—dijo con orgullo, entre suspiros y sobando mi espalda—.¿Entramos? —Acomodó su brazo para que yo pudiera tomar de él y así lo hice.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora