Capitolo Venti - Capítulo XX

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—Despierta—La escuché susurrar a mi oído.

—Un rato más, nana—Contesté somnolienta.

—Stephanie, Rossy no está aquí y debemos irnos.

—¿Ingrid?—Abrí los ojos con sorpresa.

—Sí, levántate y dúchate. Debes comer algo antes de irnos—Me sonrió.

Me revolví entre las sabanas y al parecer estaba en la habitación del hotel.

—¿Cómo te sientes?—Cuestionó Ingrid.

—Bien—Me enderece sobre la almohada—¿Por qué peguntas?

—Lee me dijo que te sentías mal—Me miró seria.

—¿Lee?—Un intenso dolor de cabeza me invadió de pronto.

—Creo que no lo recuerdas—Se burló—Toma—Me ofreció un vaso con agua y una pastilla—Me imaginé que tendrías resaca.Bebí del vaso y me tomé la pastilla.

—Dime que no hice nada malo ayer, por favor—Sobé mi cabeza.

—No lo sé, Lee es quien se quedó contigo—dijo.

Froté mis ojos y entonces lo recordé... El bar, el baile, Ann, Michelle, la pelirroja, Gaëlle y…

—Ya te acordaste, ¿no?—Sonrió con picardía.

Me quedé en silencio y me levanté de la cama.
—Tú y Lee hicieron algo, ¿verdad?—La miré con enfado y caminé hacia el baño—No va a servir de nada que te escondas—Comenzó a reír y escuché la puerta de la habitación cerrarse.

No recordaba a detalle lo que pasó con Lee, pero tenía la impresión de que nos habíamos besado o algo así. Me bañé con prisa y me puse lo basico; jeans y camiseta. Sentía la necesidad de habla con Lee lo más pronto posible.

[...]

Respiré hondo y toqué su puerta, ella no demoró mucho en abrir.

—Ah, ya despertaste—Sonrió y me hizo un ademán para que pasara.

Se veía tan bonita con su coleta y su traje blanco, como una ejecutiva importante.

—Hola—Saludé y entré a su habitación—Amm, creo... creo que necesitamos hablar.

—Sí, necesitamos hablar—dijo, sin mirarme.

En ese momento entré en pánico. ¿Ella también quería hablar conmigo? ¿Qué había hecho? ¿Qué había pasado?

—La-la verdad es que no recuerdo lo que pasó aye—Solté avergonzada.

—Me imagino, estabas muy tomada—Me miró seria—Toma asiento—Ofreció. Le hice caso y me senté en el sofá y ella en la cama.

—Si te falté al respeto o algo, por favor perdóname—Agaché la cabeza.

—Mírame—Pidió y no pude negarme—No me faltaste al respeto—Sonrió melancólica—Es sólo que…

—¿Hice algo malo?

—No, más bien creo que yo fui muy dura contigo.

—No entiendo—Fruncí el ceño—Recapitulemos, yo recuerdo que estaba bailando...—Me avergoncé—Y tú me dijiste que ya estaba muy tomada, de ahí en adelante todo es muy borroso.

—Bueno, tú me pediste que bailara y aunque me negué, no dejaste de insistir hasta que accedí. Luego comenzaste a bailar muy sensual— Sonrió divertida y lamió sus labios con sutileza.

Un calor inundó mis mejillas, me sentí una descarada al pensar en mi supuesto “baile sensual" y en la forma en que ella me recordaba.

—Y eso te molestó, ¿cierto?

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora