Capitolo Ventiquattro - Capitulo XXIV

2.4K 232 103
                                    

—Cielo, cielo...—Escuché a lo lejos.

—¿Jean?—Abrí los ojos con cuidado.

—Aquí estoy—Tomó mi mano—¿Te sientes mejor?

—Sí, tuve la peor pesadilla del mundo—dije y me acerqué a su regazo.

—¿Funcionaron las sales?

—Esa voz...

—Le traje agua.

—Gracias—respondió Lee.

Sólo alcancé a ver su mano cuando me acercó el vaso.
No quería mirarla, cerraba los ojos con fuerza y deseaba despertar… Qué esto fuera una pesadilla.

—¿Están seguras de que no está embarazada?—Mofó. Volteé a mirarla con desprecio.

¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres, Elise?
—Ojalá lo estuviera—respondí con frialdad y ella me sostuvo la mirada.

—¿Ustedes ya se conocían verdad?—habló Lee.

Me puse nerviosa en cuanto escuché la pregunta.

—Sí—dijo.

—No—Negué. Ambas nos contradecimos en unísono—Es decir, no, no la conocía en persona—Corregí—La…—volteé a mirar a Lee—Es madre de una de las alumnas de Michelle.

—Claro—habló Elise y noté el sarcasmo su voz.

—Bueno, pues, que coincidencia de la vida—respondió Lee y yo solo le sonreí a medias.

—Ya me siento mejor, amor—Me levanté del sofá y le di la espalda a Elise—Recibe a tus… familiares y yo voy a darme una ducha—Tomé las mejillas de Lee—Recuerda que tengo que ir al hospital—Deposité un tierno beso en sus labios y ella me sonrió.

No podía ver su rostro, pero sentía su mirada a mi espalda. Decidí entonces, cruzar frente a Lee que pasar por dónde Elise estaba; no quería tener ningún contacto con su ser.

Subí con calma las escaleras y a penas entré en la habitación me metí a la ducha. Abrí la llave del agua fría y dejé que cubriera mi cuerpo, que me calara hasta los huesos.

¡Tenía que ser una maldita broma! ¿Enserio? ¿Elise hermana de Lee? ¿Elise se llama Catherine? ¿Gamble no es su apellido real? Y lo más importante, ¡¿qué mierdas hace aquí?!—Demasiadas preguntas en mi cabeza.

[...]

—¡Maldita! y todavía se atreve a bromear con que estoy embarazada. Se atreve a posar su mirada sobre mí como si yo todavía fuera de su propiedad. No me trago el cuento de que está aquí por coincidencia de la vida, con ella nada es coincidencia. A pesar de el nuevo color de su cabello y de que evité mirarla, su olor era inconfundible. Seguía siendo ella, embustera con aires de femme fatale, salida de los años 50’s. ¡Descarada!—Pasé de la confusión al odio en un par de minutos. Me vestí con lo básico y ni siquiera me tomé la molestia de arreglarme, quería salir corriendo de aquí.

Bajé las escaleras con calma, no iba a dejar que Elise volviera a verme nerviosa. Lee estaba tomando té con ella y los chicos en sus celulares, la única que faltaba era Edith. Me acerqué al sofá y ni siquiera le dirigí la mirada a Elise.

—Debo irme, cariño—Le susurré a Lee y deposité un beso en su mejilla.

—Oh, amor, ¿segura que te sientes mejor?—Volteó a mirarme.

—Segura, debí a haberme deshidratado eso es todo—Le sonreí.

—Tienes razón, eso debió ser—Me devolvió la sonrisa.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora