Capitolo quattro - Capítulo IV

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—¡No vuelva a usarlo! No en clase—sentenció y bruscamente se levantó.

Hace un segundo sentía la vida color de rosa y ahora... estaba con mi cara, o más bien con el corazón en el suelo, igual que esta tarde al despertarme.

¿Sólo fue un sueño?, ¿o sigo dormida?
Me quedé observándola un momento. Ella caminaba alrededor del piano, lo acariciaba por los bordes y yo sólo parpadeaba como intentando recuperar la noción del tiempo.

—¿Sabes que canción estaba tocando cuando entraste?

No me miraba sólo me cuestionaba.

La vita é rosa —contesté bajando la mirada.

—¿Te gusta?

—Desde niña mi padre me "obligó" a aprendérmela—Levanté la mirada y ella hizo lo mismo. —Fue la primera canción que aprendí en Italiano, en francés y en Inglés.

Había presunción en mis palabras, pero no importaba. El mencionar a mi padre la puso tensa, lo noté en sus manos que dejaron de acariciar el piano.
Él causaba un gran efecto en ella y darme cuenta de eso me hacia hervir la sangre.

—Bueno... ¿va a darme clases? O vamos a estar toda la tarde platicando.

Aquello sonó demasiado irritante y supe que me había extra limitado cuando caminó de prisa con el ceño fruncido hacía mí.

—¡No!, no voy a darle clases hoy. Puede irse, Fave.

¡Cólera!, ¡ansiedad!, ¡ganas de matarme! Eso y más reflejaba su rostro.

—¿Por qué?

Intenté sonar tranquila, pero fue inútil.

—Tengo una reunión con tu padre—Desvío la mirada.

¿Mi padre? ¿Por eso el vestido, el cabello suelto, el nuevo labial?

—Ahh, ya veo, pues mi padre no me informó nada—Volteé a mirar las teclas del piano—. Por eso la puerta no tenía seguro, ¿no es así? ¿Quería sorprenderlo? —La miré con rabia y celos.

¿Ella estaba tocando para él?

—No tengo porqué darle explicaciones a una simple alumna. ¿No lo había dejado claro en las reglas?

Ella iba a dar la vuelta, dispuesta a marcharse, pero la tomé por el brazo impidiendo así que hullera.

—¡No!, no te irás. Te quedarás y me darás una explicación.

Intenté sonar firme, pero toda la seguridad y el enojo se esfumó cuando me tomó del brazo con el que la sostenía, y dio un tirón haciendo que me pegara a su cuerpo.

¿A qué estás jugando, Chastain?

—La próxima vez que vuelva hablarme así, o se atreva a tocarme y a tutearme. ¡Lo va a lamentar!—Me sostuvo la mirada; siempre segura de si misma. Pero, quizás esta vez no disfrutaría de tener todo el control pues, pude ser un poco más lista que ella.

Bajé la mirada hasta sus labios tan apetecibles, la solté de mi agarre y aún con su mano en mi brazo, tomé su cintura y la apreté con fuerza. Me acerqué a su cuello y respiré profundamente; su aroma, su perfume, su esencia.

—Tú tampoco, deberías volver a usar ese perfume—Le susurré al oído y la sentí estremecerse entre mis brazos. Volteé a mirarla y sus ojos estaban cerrados, luego simplemente me alejé—. ¡Ciao insegnante!—Tomé mis cosas y salí de ahí lo más pronto que pude.

[...]

—Suonare il piano per me —susurró a mi oído una mujer y yo no podía decirle que no. Simplemente toqué para ella, como lo había pedido.
Sentía su presencia detrás de mí, posando sus manos en mis hombros.
Demasiado familiar su olor y el calor que de sus manos emergía.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora