—¡Wow! ¿Así qué... esta es la chica con la que te casaste? ¿Davvero?—Sonrió y se llevó el dedo índice a su boca—¿Sabías que ella y yo nos conocemos? Desde hace mucho—Alzó ambas cejas.
—No—Mi padre volteó a mirar a Michelle—No tenía idea.
Las mejillas de Michelle se tiñeron en un rojo intenso.
—Oye… Y habiendo tantos hombres—Se acercó a Michelle y la rodeó con su brazo—¿Qué le viste a él?—Mofó.
Me parecía que era demasiada la familiaridad con la que esta mujer le hablaba a Michelle, como si fueran mejores amigas o al menos eso creía ella, porque Michelle no mostraba ni una pizca de simpatía.
Mi padre tomó del brazo a la mujer y la apartó de Michelle.
—¿A qué viniste?—cuestionó mi padre, con evidente irritación.
—Me imaginaba que necesitarían ayuda—Sonrió—¿Los recién casados no tienen luna de miel? ¿O es qué aquí las costumbres son diferentes?—preguntó con descaro.
—No necesitamos tu ayuda.
—No es lo que pensaba mi hermana—atacó la mujer.
Mi padre no dijo nada y Michelle parecía que no estaba en sintonía. Imaginé lo graciosa que debía verme yo cuando me quedaba mirando a la nada, pues había logrado hacerme sonreír.
—¿Se puede saber quién es usted?—Regresé mi atención a la mujer misteriosa.
Ella volteó a mirarme con asombro y me observó de arriba abajo haciéndome sentir incomoda.
—La última vez que te vi eras un bebé. ¡Dios!, creciste mucho—Sonrió y de la nada se arrojó a mis brazos—Eres tan hermosa como tu madre—Susurró a mi oído. No acostumbro corresponder a abrazos de extraños, pero junto a ella sentí una especie de conexión. Como si la conociera de antes, incluso podría decir que su olor me era familiar. —Es normal que no me recuerdes—Se separó de mí—Soy Ingrid, tu tía—Volvió a abrazarme con entusiasmo.
Las palabras se había esfumado de mi boca, justo como le había sucedido a Michelle, con la única diferencia de que yo no tenía idea de su existencia de Ingrid; mi madre jamás mencionó que tenía una hermana y Rossy tampoco. En cambio Michelle si que tenía una historia con ella.
—Ya tendremos tiempo de conocernos—dijo y se separó de mí. Volvió a mirarme con cariño y apartó de mi rostro un mechón de cabello—Deberían ducharse. Aún hueles a alcohol, Ricardo—espetó sin mirar a mi padre.
Era verdad lo que dijo, el olor a alcohol estaba por toda la casa gracias a él y yo seguramente me veía como una loca con el maquillaje corrido.
—¡Qué vergüenza!—Bajé la cabeza y me dispuse a marcharme—Voy a cambiarme—dije antes de darme la vuelta.
—Voy contigo—habló por fin, Michelle. Más mi padre impidió que nos fuéramos juntas.
—Espérame en el despacho, Ingrid—Ordenó él, antes de subir a su habitación y tomando a Michelle del brazo.
Ingrid guardó silencio y volvió su atención a mí.
—Anda, tú también tienes que ducharte—Me sonrió—Date prisa y me acompañas a desayunar—guiñó.
Subí con prisa las escaleras. Me sentía tan emocionada de saber que ella existía. Era como una versión divertida de mi madre. Me moría por saber de dónde conocía a Michelle.
—¿Qué tanto sabrá de mí? ¿Cuántos secretos más ocultaba, Rossy?
[...]
Salí de bañarme y tomé lo primero que encontré; unos jeans y una camisa. Me vestí, cepille mi cabello y bajé con rapidez.
Busqué a Ingrid con la mirada, hasta que la encontré. Caminé hacia ella, quien cómodamente estaba sentada en un sofá, leyendo el periódico y tomando café.
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𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐
أدب الهواة"Aferrarme a las personas es un talento nato y por ello la mayoría de las veces termino rota." "No querías cuidarme, ni curarme, querías volverme la mejor; pues espero que estés orgullosa porque después de todo lo lograste. Soy la mejor. ♤♤ Me discu...