Michelle Chastain.

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POV' Michelle.

Desde el momento en que escuché tu voz, con ese tono infantil... supe que eras una niña consentida y me hiciste recordar mi pasado.
Todo lo que yo hubiera querido vivir, todo lo que yo hubiera querido tener.
Tú, Stephanie Fave... lo tenías.

Al verte detrás de esa puerta confundida, amable, coqueta, con los mejores rasgos físicos de tu madre y los brillantes ojos de tu padre. Me hiciste sentir una intrusa, la persona que pronto te quitaría todo.

Soñaba con tener una familia o por lo menos ser parte de una y cuando me había resignado a que ya nada de eso podría ser, apareció él.

[...]

Ricardo me devolvió las esperanzas. Sabía que estaba casado, que tenía una hija, pero también sabía que no eran una verdadera familia. Él no estaba enamorado de su esposa, él no era feliz, él sólo mantenía las apariencias por su hija quién necesitaba una familia... tanto como yo.

En un principio me negué a la idea de tener algo "serio" con él, pues tenía miedo de que todo fuera una farsa y yo saliera lastimada. Me había costado tanto trabajo tener disciplina, obedecer a mis principios y controlar mis sentimientos... que me fue difícil arriesgarlo todo. Pero se ganó mi confianza, mi amistad y mi corazón en cada una de sus visitas a Italia.

Al comienzo, sus viajes eran sólo por negocios y nuestro trato era meramente profesional.
Después me propuso invertir en su empresa, ya que mi tía; la mujer que me crió, había muerto y yo había heredado su fortuna.
No tenía idea de que hacer con tanto dinero y ese fue el verdadero motivo por el cuál acepté.

Más temprano que tarde, me convertí en su socia y su mano derecha. Sabía que estaba casado, claro que sí, pero no quería perder algo tan importante como lo que teníamos y cuando me confesó lo que sentía por mí todo comenzó a cambiar.
Él venía única y exclusivamente para cortejarme, hablábamos de sus problemas en casa, de lo mal que lo trataba su esposa, de lo triste que se sentía al ver como su hija se hundía por la cruel indiferencia de su madre. El contarnos nuestra vida nos acercó tanto que se rompió la barrera que por miedo había construido, las dudas se disiparon y poco a poco el romance simplemente comenzó a fluir... terminé por convertirme en su amante.

Antes de todo eso, había conocido a Rachel;su esposa. La había visto en un par de ocasiones, puesto que ella nunca faltaba a las grandes fiestas que se hacían para celebrar el cierre de un negocio o simplemente para socializar.
Me parecía una mujer frívola, preocupada por el qué dirán y los modales, siempre aparentando, siempre fingiendo una sonrisa y por dentro gris, sombría.
Nuestra verdadera interacción fue en la oficina de Ricardo, ambos estábamos trabajando y ella apareció de la nada. Me presenté oficialmente y Rachel halagó mi perfecto acento. Parecía saber de mi existencia y aceptarlo o más bien ignorarlo, incluso me propuso darle clases de Italiano a su hija. En aquel momento lo tomé; como lo que creí que era... una broma, más ella nunca había estado hablado tan en serio.

Ricardo estuvo de acuerdo, incluso animado con la idea de llevarme bien con su hija y yo terminé aceptado porque quería estar bien con él... demostrarle que conmigo no habría problemas.
Yo sí estaba dispuesta a darle todo el cariño que Stephanie necesitara. A pesar de sus defectos, a pesar de su carácter, quería que fuera parte de nuestra familia, sin tratar de remplazar a su madre.

Ricardo sólo estaba esperando que ella madurara un poco más para decirle sobre nuestra relación, así no haría un drama o mínimo no querría suicidarse por ello.

Él me decía que era Stephanie, quien se empeñaba en tener a sus padres juntos y no la culpo, yo habría hecho lo mismo en su lugar.

No tenía experiencia como maestra, mi especialidad y pasión era 《administración de empresas》 (lo que me acercó a Ricardo en primer lugar). También había estudiado psicología, no ejercía porque no me gustaba, no me hacía feliz, lo había hecho porque mi tía me había obligado. Decía que me serviría para conocer más a las personas y tenía razón... Stephanie, jamás se dio cuenta del tiempo que invertí en analizar su perfil y averiguar así su verdadera historia. Pues, desde el momento en que la conocí me llamó mucho la atención, quería saber todo lo que habia detrás de su comportamiento, más no se lo hice notar.

Ricardo me había contado el problema que tuvieron y por el cual se vendrían a vivir a Venecia. Al parecer había sido todo culpa de su hija, quien según sus palabras "mintió sobre el romance con una docente, por una mala nota". Quería desprestigiarla, vengarse... en ese momento lo creí, pero entre más tiempo compartía con Stephanie, más confirmaba que esa no era la verdad.
Ella es disciplinada, aprende rápido... sólo basta que la reprimas para que entienda. Es consentida y algo caprichosa, más no una mala persona, no la clase de persona que quiere arruinarle la vida alguien por una mala nota. Pero en aquél momento no le di la importancia necesaria, no hasta que descubrí la verdad.

Mentiría, también si no me aceptara a mí misma el momento exacto en que empecé a interesarme de una manera romántica por Stephanie. Pues ella estaba ahí frente a mí, tirada en el suelo porque ya no aguantaba más el fingir que no pasaba nada, que no estaba enamorada, que no se moría por correr a los brazos de esa mujer, de su profesora.

Estoy segura de que ella es la única responsable del corazón roto que Stephanie lleva arrastrando y sangrando, desde hace tiempo.
La razón de que nada le interesé, de que no tenga esperanza alguna por alcanzar la felicidad.

Sentirla frágil me conmovía. Quería cuidarla, demostrarle que podía con todo, con todos.
Quería que viera en mí un ejemplo de fuerza, pero el hecho de que me mirara como si le recordara a esa mujer... me mataba lentamente. Siempre la buscaba en mí y en quién sabe cuántas personas más.
Me llenaba de celos, me confundía y lo que más me preocupaba era la relación con su padre, lo que pasaría cuando ella se enterara de eso; me daba más miedo su reacción, que mis sentimientos por ella.

[...]

Tengo muy presentes los momentos en que me dejé llevar al punto de querer besarla, de querer curarla, como si realmente me necesitara, o como si yo la necesitara a ella.

Error tras error.

Día tras día me convertía en su enemiga y aunque aquello la distrajera del verdadero problema... no me gustaba sentirla mal conmigo y en el futuro no iba a poder con su odio. Muchas veces me confrontó por la relación que tenía con su padre y aunque quise decirle la verdad, Ricardo y yo habíamos acordado no hacerlo, todavía; aquello era una bomba de tiempo.

Lo de su padre no fue la única razón por la que me ha enfrentado, por mis acercamientos irracionales con ella también lo hizo. Pidió que me apartara, como toda una adulta y me di cuenta de que es muy madura... ha sufrido, ha aprendido de sus errores y no piensa volver a equivocarse.

Yo no tenía nada que enseñarle.
Ella era su propia persona y pronto se daría cuenta.

También sabía que no necesitaba de las clases, pues con leer un poco y practicar, lo dominaría sin problemas. Pero ella estaba prácticamente sola en esta cuidad, yo era su única compañía fuera de casa y por eso continué "enseñándole".

En el tiempo que ella levantó la barrera, entre ambas y la tensión disminuyó. Me hice a la idea de que no habían sido reales mis sentimientos por ella. Creí que era el momento de actuar como lo que pronto sería... su madrastra. Así que finalice las clases creyendo que eso la haría feliz y dejaría de recordarle lo que vivió con aquella mujer. Que con el tiempo podríamos mejorar la confianza y ser amigas. Estaría dispuesta, incluso a enseñarle a tocar el piano, sin formalidades, más bien como una actividad que nos uniría.
Era la estrategia perfecta para no ser la intrusa que destruyó su familia, pero mi corazón es un traidor y el destino su cómplice.

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𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora