Colore Rosso.

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—¡Maldito uniforme!, ¡es horrible! —Bufé antes de salir, camino a casa de la strega.

Venecia es un lugar maravilloso. Desde que llegué no había salido, ni siquiera a tomar aire.

No se me hizo muy largo el camino, a decir verdad lo disfruté mucho. En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba tocando la puerta de la casa de Michelle.

—Buona sera, señorita Fave.

—Ciao, insegnante.

—Pasa y toma asiento.

—Grazie, con permiso.

Me senté debidamente sin dirigirle la mirada tal y como decían las reglas.

—¿Cominciamo la lezione?—Preguntó con tranquilidad en su voz

—¡Prego!

Por mucho que me encantara su acento, no iba a dejar que ella lograra intimidarme otra vez. Me limité a escucharla sin permitirme sentir nada; absoluta concentración en la clase.

No todo me salía a la perfección pues era muy buena con la pronunciación, pero malísima en la escritura; en cualquier idioma la gramática no es mi fuerte.

[...]

Habían pasado ya más de dos semanas, asistía a clase todos los días incluidos fines de semana. Siempre tratando de dominar mis pensamientos con Chastain, era un trabajo difícil no apreciar tanta belleza, tenía literalmente prohibido mirarla, pero muchas veces lo hice de reojo mientras ella escribía en la pizarra, o cuando me cuestionaba algo sobre lo que acababa de explicar.
La analizaba... Sus muecas, la forma en la que alzaba sus cejas cuando leía en forma de asombro, el color de sus uñas y sus labios: rojo siempre, rojo.

[...]

FLASHBACK.

—Me encanta cómo se te ve. Quizá un día, si te portas bien te compre uno.

—Me gusta más cuándo lo traes puesto tú.

—¿Ah, sí?

—¡Sí!

—¿Cuánto?, ¿cuánto te gusta?

—Mucho, usted me gusta mucho.

Me acerqué hasta su boca rosada y la besé, dejando en ella el lápiz labial rojo que recién me había puesto. Fui bajando por su cuello con mis besos hasta pasar por su camisa. No me importó dejar una marca en los bordes.

—Sé lo que estás haciendo, Stephanie—Espetó.

—¿No te gusta? —Jadeé.

—¡Me encanta! Pero sabes bien que estoy casada y si mi marido se da cuenta, no tendré una buena excusa para darle.

Tomó mi mentón y arremetió su boca contra la mía, introdujo en ella su lengua, como buscando algo. Aquello me hizo soltar un gemido y ella se detuvo. Quitó su boca de la mía y me miró como un lobo hambriento.
Me tenía agarrada por el cuello con su mano derecha, apretándome. Pasó uno de los dedos de su mano izquierda por la comisura de mis labios.
Yo estaba tan llena de celos y a la vez de deseo por ella.
Mordió sus labios y después los volvió a poner en mi boca, esta vez más lento, más en un instante sentí que mordió con fuerza mi labio inferior.

—¡Auch!

—¿Te dolió? —preguntó divertida.

—Sabes que sí.

—¿Mucho?

—No tanto como el hecho de que me recuerdes que estás casada y que yo, soy sólo un juego.

—¡No eres un juego! No digas eso.

—Ah no... es verdad, soy sólo tu alumna.

—A las que son sólo mis alumnas no las beso, ni las traigo a mi casa. —Aunque lo que dijo me hizo sentir especial, seguía molesta con ella—. De todos modos no vuelvas a hacerlo.

—¿El qué? —Me hice la desentendida.

—¡Esto! —Hizo señas con sus dedos hacía su cuello, donde se notaban las marcas de labial—. No vuelvas a tratar de ponerme en evidencia.

—¿O qué? —La reté.

—O te prometo que te dolerá mucho y no va a ser tan placentero para mí, como lo fue morderte.

Aquello no me asustó, a pesar de la forma tan segura en la que lo dijo.

—¿Te parece placentero estar conmigo aquí y por las noches con tu marido?

Sentí un ligero sabor metálico en mi boca. Me había hecho sangrar el labio y eso más que molestarme, me había encantado.

—Sabes perfectamente que a él no le hago las mismas cosas que te hago a ti.

Me tomó por la cintura, acercándome a su calor y comenzó a olfatearme el cuello; como un animal salvaje, bajando y volviendo a subir hasta llegar a mi mentón, sacó su lengua y con la punta, comenzó a lamer el hilo de sangre que corría por este, muy lentamente como si lo disfrutara, pero no tanto como yo lo hacía.

—Y ¿cómo puedo estar segura? —Me alejé unos centímetros de ella, haciéndome la dura.

—¡Te lo voy a demostrar! —dijo acariciando mi cabello con algo más que ternura.

—Pues... Enséñame.

No me dio tiempo a nada más. Me hizo girar, arremetiendome contra el tocador de su habitación. Me abrió las piernas, y con dificultad alcancé a ver su reflejo en el espejo; deseosa de mí. Alzó lentamente mi falda y–

—¡Vaya!, pero qué niña tan pervertida. ¿Tu madre sabe que usas este tipo de ropa interior para ir a la escuela?

—¡No! Porque no la uso para la escuela, sólo cuando tengo clases privadas con usted, miss Gamble.

—¡Niña lista!, ¿eh? —Susurró a mi oído, haciéndome jadear.

—No me tortures más, por favor —Supliqué.

—¿Qué quieres?, ¿qué es lo que deseas?, ¡pídemelo!

—A ti, te quiero a ti —Sus ojos se encendieron y podía ver en ellos un mar envuelto en llamas.

¿Cómo enciendes el mar con un par de palabras?

No tenía ni idea de lo que desperté en ella aquel día. Pero me gustaba y mucho; pertenecerle, decírselo y sentirla en conexión conmigo.
Ambas en un fuego abrazador quemándonos.

Unos segundos bastaron para que se deslizara hacia mi falda, haciéndome temblar con sus lentas y crueles caricias sobre mi ropa interior. Necesitaba que entrara en mí, que me hiciera suya. Así que comencé a moverme y ella lo entendió. Colocó su lengua en mi centro haciendo a un lado mi ropa interior y con una de sus manos apretó mi trasero con fuerza.

Que origen de vida y consciencia toman lugar entre dos pilares debajo de una falda, que la entrada a la totalidad, portal universal, con pétalos sensibles que custodia todo lo inmoral.

—¡Ahhhh!

Intentaba ahogar mis jadeos tomando con fuerza la orilla de aquel mueble, quería tardar un poco más, pero Elise no me lo permitía. Me quitó por completo las bragas y siguió con su lengua de arriba a bajo, disfrutando, bebiendo de mí.
Entre maldiciones y gemidos, gritando su nombre... me hizo llegar al clímax.

Ella era experta en hacer que me corriera, ¡dónde sea!, ¡cómo sea! y cómo ella quisiera.

Fin del FLASHBACK

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora