Capitolo sette - VII

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Ahora que me permití recordar todo de aquél momento... la odio, la odio como jamás la odié, como no la odié cuando me ignoró y me hizo sentir inexistente. La odio con todo mi corazón, por seguir siendo el mejor beso de mi vida, la mejor primera vez. Desearía que sólo hubiera sido sexo para mí, como lo fue para ella. Desearía que para mí todo fuera parte de un error o un simple romance, que no significara nada, que otra boca borrara su recuerdo.

Me siento cansada de ser un error, una aventura, diversión en la vida de quiénes lo han sido todo para mí. Sé que Michelle quiere jugar conmigo, conozco las señales:

"Hacerse la dura, la fría, la mujer inquebrantable".

"Hacerme sentir que conmigo esa máscara no funciona, porque yo provoco otras sensaciones".

"Ser linda y comprensiva".

"Enamorarme con detalles, miradas y palabras de afecto".

"Meterme en su cama".

"Ignorarme y fingir que nada pasó".

"No dejar que nadie se me acerque".

"Hacerme sentir única y especial".

"Decepcionarme con mentiras".

"Romperme el corazón".

Todo en díez simples pasos.

No me queda más que terminar con este círculo vicioso, que bajarme del carrusel. Que dejar de subirme en esta montaña rusa. No más juegos para mí, no más rollos con Chastain, no más poner en riesgo mi futuro, no más recordar a Elise y mucho menos buscarle reemplazo inmediato.

—¡No más!

[...]

Hoy tenía clase con Michelle y estaba dispuesta a hablar; a darle un uso a mi voz.

Toqué la puerta de la casa y me abrió un joven de ojos marrón.

—¿Hola?—habló.
Observé a los lados de la calle, asegurándome de no haberme equivocado de casa.

—Hola, disculpa. Uhmm, ¿esta es la casa de la señorita Michelle?—pregunté, nerviosa.

—Ehh... dame un segundo—Me miró de arriba, abajo para, luego entrar a la casa sin decir nada más. Lo escuché hablar con alguien y al minuto salió Michelle.

—Adelante, Stephanie. Ve al despacho, en un momento estoy contigo—Asentí y me fui. Escuchaba voces, pero no quise ser chismosa. En un par de minutos entró Michelle a dónde me encontraba.

—Apri il tuo libro sulla pagina...

—Necesito hablar con usted—La interrumpí. Ella me miró con seriedad.

—¿Hablar?, ¿sobre qué?—Suspiré hondo.

—Lo que pasó el otro día...

—¿Qué pasó el otro día?—La miré con cara de fastidio.

—Michelle... Recuerda que eres un adulto, no juguemos a que no sabes—hablé con firmeza.

—Bien—dijo seria.

Seguía con su postura de Ice Queen.

—Bueno... no sé que quieres o qué planeas, pero por favor. No quiero entrar en este juego o mejor dicho terminemos con el juego. Quiero continuar solamente con las clases. Quiero volver a una escuela normal y ser normal...—Ella seguía mirándome, parecía estar prestando atención. —No me importa lo demás, lo qué pasó o no pasó. Estoy tratando de mejorar y no tener más conflictos con mi padre.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora