¡Nozze!

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—Empezó la marcha nupcial, tienen que entrar—habló un joven bien vestido, que se encontraba en la entrada.

Todo mundo estaba mirándonos y comencé a sentirme presionada.

—Michelle por favor, entremos. Ya habrá tiempo para hablar después. Me miró unos segundos, dubitativa, pero luego respiró hondo y volvió a caminar.

Todos los ojos estaban dirigidos a ella y conforme nos acercábamos al altar, las personas la seguían con la mirada. Intenté no voltear a los lados, más a mitad del camino sentí que alguien me observaba fijamente; se me erizó la piel. Sólo había una persona en el mundo que causaba en mí, tal sensación... Elise. No volteé a mirarla, no quería hacerlo.

Nos encontrábamos a unos pasos de mi padre y creí que era el momento de soltar a Michelle, intenté hacerlo. Pero ella tomó con fuerza de mi brazo, me miró con firmeza y se acercó a mi rostro; nunca tuve tanto miedo de que algo saliera mal como en este instante.

—Perdóname—Susurró y depósito un tierno beso en mi mejilla, me soltó.

A pesar de que me sentía confundida por sus disculpas sin sentido, recordé entregarle el ramo. Le di la espalda y caminé hacia la primera banca, junto a Rossy.

Creí que ya me había despedido de ti, pero me había equivocado. Algo dentro de mí latía y me quemaba... me ardía.

...

—Ricardo Fave Passi, accetti Michelle Chastain Hastey, come tua moglie, di amarla e rispettarla, fino alla morte?

—Si, accetto—Sonó entusiasmado, mi padre.

—Michelle Chastain Hastey, accetti Ricardo Fave Passi, come tuo marito, di amarlo e rispettarlo, fino alla morte?

Michelle se quedó callada unos segundos en los cuales me fue imposible no sentirme mal, por alguna extraña razón no quería que aceptara. Los nervios me jugaron en contra y volteé hacía la izquierda; justo dónde se encontraba Elise junto a su esposo y sus hijos. Para cuando reaccioné ya era tarde, Michelle se había dado cuenta de ello.

—Michelle Chastain Hastey, accetti Ricardo Fave Passi, come tuo marito, di amarlo e rispettarlo, fino alla morte?—repitió el sacerdote.

—Si accetto—respondió Michelle.

Hubiera querido no sentir tanta presión, no estar pasando por todo esto, pero así era la vida real; debía seguir siendo fuerte.

—Ora ti pronuncio marito e moglie. Puoi baciare la sposa.

Mi padre tomó las manos de Michelle y se acercó con delicadeza a ella; la besó.
Ambos se veían como la pareja perfecta y yo debía hacerme a la idea de que lo que recordaba con Michelle, no había sucedido.

[...]

Después de ese beso, los hermosos ojos de Michelle no volvieron a toparse con los míos.
Rossy y yo, salimos con prisa de la iglesia. Debíamos ser las primeras en llegar a dónde sería la fiesta, para asegurarnos de que no faltara nada, o eso decía Rossy. El camino se me hizo un poco largo, pero tenía sentido; la finca familiar de mi padre se encontraba en el pequeña localidad de Carbonera, al norte de Venecia.

—Mi niña, voy a ver en que puedo ayudar—Recién habíamos entrado y Rossy ya quería ponerse a hacer algo. —Ve recibiendo a los invitados, yo voy a estar pendiente que no falte nada.

No iba a contradecirla, no serviría de todos modos.

Caminé hacia la entrada e hice lo que Rossy me ordenó; me serviría para no pensar.
Poco a poco el lugar comenzaba a llenarse y por un momento me sentí aliviada de no haberme topado con Elise y su familia.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora