Capitulo otto - VIII

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"La actividad mental que ocurré en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vivida que se experimenta como si fuera la realidad despierta"

[...]

El día fue paulatino, agotador, con la rutina de estudiar, volver a casa, hasta que por fin hablar con Melissa. Ella siempre tiene algo que decir, un chisme nuevo, como ella dice y hoy tengo la curiosidad de saber los detalles del más grande Romance with teacher.

Durante la llamada me contó lo que pasó después del "escándalo". Melissa no sabía el porqué de lo que hice, sólo presentía que algo muy malo debió haberme pasado con Elise, como para que yo reaccionara de esa manera; no estaba tan equivocada.

—Al principio fue un drama, todos hablaban de lo ocurrido, nadie creía que alguien como tú... se hubiera metido con una profesora como ella—Me contó Melissa—Pero ¿a quién no le gusta el drama? No importaba si era verdad o no, se volvió el tema principal y nada más. Creí que al pasar los días se volvería parte del olvido, pero no fue así. Se decía que miss Gamble tenía abogados trabajando en el caso, el mismo director salió a desmentir cualquier chisme, mostrando una supuesta carta firmada por tu padre y por ti. Donde se afirmaba que tú habías dicho mentiras, que Elise te había puesto una mala nota y por eso querías vengarte—Me quedé pasmada al oír aquello—La mayoría lo creyó, pero habían otros queriendo hablar contigo, queriendo escuchar de tu boca la verdad. Muchos se acercaron a mí con esa intención, quisiera decir que no me aproveché de eso, pero te estaría mintiendo. Aun así, no dije nada porque en realidad yo tampoco sabía nada. De parte de miss Gamble... tampoco había respuesta, ella seguía dando clases con normalidad, sabes que no le cuesta fingir que no pasó, ni pasa nada. Un par de veces llegué a preguntarme si ella era un robot o algo así, pero... los robots no sollozan encerrados en la oficina o ¿si? En fin amiga, con ella nunca se sabe. En público jamás se ha quebrado, da sus clases, come con los demás profesores, ríe junto a ellos, trabaja en su oficina y al final de su jornada vuelve a su casa. Cabe mencionar que sigue con su esposo, los viernes pasa por ella y se van juntos... felices—Un silencio se formó entre ambas.

Aunque me dolió oírlo último, admiré su forma de resumirlo todo; directa, sincera, como es ella.
Traté de bloquear la tristeza y me enfoqué en la parte de la supuesta carta que mi padre mandó firmada por mí. Me hizo recordar el día en que él y el director hablaron conmigo sobre el "incidente". Me había mostrado renuente a decir algo, pues apenas había hecho explotar la bomba, ya me sentía totalmente arrepentida.
Ya no había forma de arreglarlo de todos modos y por eso no quise empeorarlo más.
Dada mi posición mi padre; quien se hizo pasar por el policía bueno, se quedó a solas hablando conmigo y me hizo firmar un supuesto papel en caso de que hubiera represarías por parte de la escuela. Ni siquiera lo había leído, sólo firme, quería salir lo antes posible del problema; fui estúpida.

[...]

No pude dormir, seguía recordando aquél infortunio, quería arruinarle la vida a Elise y no me contuve, pero una vez más fallé. Ella seguía con su trabajo, con su esposo, con su maravillosa vida perfecta y yo, era sólo la chica loca. Mi propio padre fue quién me declaro como una persona perturbada. Y si realmente lo estoy... ¿por qué sigo en esta casa y no me llevan al psiquiátrico?

"¡No tienes ni idea de lo que es que te jodan! O bueno... sí la tienes. Ya que la jodiste a ella, a nosotros y a tu vida."

—¡Mentiroso! ¿Cómo pudo decirme eso? ¿Cómo pude yo sentirme mal por eso?, ¡por una maldita mentira! Aquí a la única que se le arruinó la vida fue a mí, pero ya no podía hacer, ni deshacer nada. Todo estaba dicho y hecho. Bien jugado papá.

[...]

Las clases con Chastain se volvieron simples, rutinarias, pero servían como distracción.

Tampoco volví a encontrarme con el chico raro de ojos marrón; su sobrino.
Un mes más había trascurrido y yo no lo había sentido. Todo el bendito tiempo no hice más que estudiar y hablar por las noches con Melissa. Ella y Rossy eran mi salvavidas, la principal razón para no rendirme; si no es que la única.
Mis padres llevaban días distanciados, evitando toparse por los pasillos. Varías veces por la noche los escuché discutir y aunque no era extraño que lo hicieran, no había una reconciliación al día siguiente... como antes.
Quise enfocarme en ellos, pero como dice Rossy "Son adultos y saben bien lo que hacen". Así que no me preocupé, si al final decidían separarse, no me opondría, muy por el contrario me sentiría aliviada.

[...]

Hoy me encontraba leyendo y haciendo los ejercicios del libro, cuando Michelle se atrevió a romper el silencio.

—Avanzaste mucho este mes con las clases, Stephanie. Voy hacerte un examen mañana y si lo apruebas, podrás librarte de seguir viniendo.

No pude analizar su rostro pues con el pasar de los días me había vuelto indiferente a su presencia y sus encantos.

—Perfecto—Regresé mi vista al libro. También mi forma de hablarle había cambiado, siempre con monosílabos o frases cortas. Las cosas estaban claras y existía distancia entre ambas. Después de que hablé con ella, no volvió a buscarle un porqué a mis frías respuestas y así estábamos bien.

La concentración en mi lectura era tanta que no noté el sonido de la puerta. No era consiente de nada, hasta que sentí la mirada de Michelle atravesar mi quietud.

—¿Mich...estás en casa?—Esa voz, cuando dejará de ser un abismo que me separa de ella.

Ricardo; mi padre, parecía ser un huésped más de la casa. Incluso parecía tener llaves de la casa y se daba el lujo de recortar el nombre de Chastain en forma de "cariño".

—Hola, papá—Saludé con una sonrisa falsa.

—Hola, cariño... —Miró su reloj—Creó que he llegado muy temprano.

—¿Vienes a recogerme?—pregunté con sarcasmo.

—É corretto—Sonrió.

¿Venía a buscarme a mí, preguntando por ella? ¡ja!

Por supuesto que la situación era extraña, Michelle no decía ni una palabra y mi padre evitaba mirarla.

—¿No piensas saludar a la miss Chastain?—Miré a Michelle y esta volteó a mirar a mi padre.

—Ricardo—Se levantó de prisa—¿Quiero que me devuelvas mis llaves?—Le sonrió intentando ser graciosa y extendió su mano hacia el.

—Aurora, se iba a encargar de mandártelas, pero ya que venía para acá me ofrecí a traértelas—Le dio las llaves.

¡Que buena cuartada!
—Penso che sia tutto per oggi. Ciao insegnante—hablé con seriedad.
Por supuesto que entre ella y yo, ya era todo. Me levanté y acomodé mis cosas para poder irme.
Me molestaba incluso respirar el aire compartido por mi padre y Michelle. Ambos son unos mentirosos. —Stiamo andando papà—Miré a mi padre y él seguía haciéndose el tonto, trantando de evadir a Michelle; Igual que lo hacía con mi madre.

—Ciao Mich—Se acercó a ella y le dio un beso en l mejilla. Hubiera querido irme de ahí para no tener que presenciar aquello.

—Ciao—Se despidió, Michelle.

Salí de la casa hecha una fiera, había olvidado que verlos juntos me provoca bastante asco, por no decir celos incontrolables.
En todo el camino no le dirigí la palabra a mi padre. No quería hablar con él y mucho menos hacer preguntas para las que seguramente tenía las respuestas; mentiras perfectas.

—Stephanie—Soltó de pronto.

—Mande—No lo miré.

—Quería pedirte un favor.

—¿Cosa posso fare per te padre?—¿Qué puede necesitar de mí, vuestro verdugo? Me era más fácil molestarme con él y culparlo de todo, que hacerme responsable de mis errores.

—Habrá una fiesta el fin de semana y... tu madre no podrá acompañarme. ¿Podrías venir tú conmigo?

¿Una fiesta? ¿Por qué mi madre no iría? A ella le encantan esas reuniones con gente distinguida, champagne y sonrisas fingidas.
—¿Ella está bien?, ¿está enferma o algo así?—quise saber.

—Cansada supongo—Sonó afligido. Aquello me conmovió, seguramente no era fácil tener que mantener las apariencias y a pesar, de que yo no quería ir, tampoco fui capaz de negarme.

Debo quererte mucho como para que me sigas conmoviendo, después de todo, papá.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora