Capitolo Diciotto - Capitulo XVIII

2.9K 290 125
                                    

—¡Bonitas horas de llegar!—Regañé a Ingrid—Tres de la tarde, ¿enserio?

—Buen día—Saludó irónica.

—Rossy debe estar muriéndose sin saber dónde estoy—Caminé en círculos con evidente ansiedad.

—Arreglé eso desde anoche, relájate—Se tiró sobre la cama.

—¿Cómo?—Me acerqué a ella.

—Haces muchas preguntas, niña—Tocó su cabeza e hizo un gesto de dolor.

—Deberías tomar algo—dije y le serví un vaso de agua—Ten, de algo a servir.

—Te estás tomando muy en serio el papel de mi madre—Mofó—Gracias—Tomó un trago de agua.

—Me dejaste sola todo el día—Hice un puchero y me senté a su lado.

—No te dejé sola, te dejé con Lee—Alzó con picardía ambas cejas. Rodee los ojos ante su evidente insinuación. —¿Me vas a decir que no te gusta? Ella es tu tipo.

—¿A qué te refieres con mi tipo?—La miré seria.

—No has comido nada, ¿verdad—Cuestionó.

—¿Eso qué tiene que ver?—Fruncí el ceño.

—De otra manera no me explicó tu irritabilidad. Vístete, te llevaré a comer algo—Ordenó.

Me conocía tan bien.
—Si sabes que no traje ropa, ¿verdad?—espondí.

—Hay que revisar las habitaciones, siempre que llegas a un hotel, ¿a caso no te lo enseñaron?—Se levantó y caminó hacia el armario—Toma lo que necesites—Sonrió.

—¿De dónde salió tanta ropa?—La miré sorprendida.

—Soy tu hada madrina, no lo olvides—Alardeó—Solo espero no haberme equivocado con el número en los zapatos.

La miré sin decir nada.
¿Cómo hacía todo? ¿Cómo podía planear tan bien las cosas, sin que nada saliera mal?

[…]

—¿A dónde iremos?—Pregunté con emoción.

—Sólo vamos a bajar al restaurante del hotel. No tienes idea de lo rico que se come aquí—Sonrió.

Ella también parecía tener hambre.

—¿Sabes que pensé cuando íbamos llegado Lee y yo al hotel?—Reí.

—¡Sorpréndeme!—respondió.

—Que el hotel parece salido una película—Solté emocionada.

—¿Harry Potter?—Me miró divertida.

—Sííí—Asintió—No se lo digas a Lee pero en mi cabeza practiqué el Alohomora cuando nos detuvimos en la puerta del hotel—Ambas comenzamos a reír.

—Hablando de Lee, vamos a ver si quiere acompañarnos a comer—Volvió a hacer su gesto insinuante.

—Sólo no me avergüences—Le advertí.

—Que cosas dices. ¿Cómo por qué haría eso?—Soltó irónica.

Ingrid tocó la puerta de la habitación y al ver que no abría, sacó una llave de su chamarra y abrió la puerta con brusquedad.
Casi me infarto al ver que Lee se encontraba sentada a la orilla de su cama, semidesnuda.

—Imaginé que harías eso—Volteó a ver a Ingrid—Oh, Stephanie, no sabía que tú también venías—Se levantó de la cama sin pena o preocupación y acomodó su bata.

𝑴𝒊 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑰𝒕𝒂𝒍𝒊𝒂𝒏𝒐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora