Acorralada

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Despierto confundida y por unos momentos olvido donde estoy, miro a mi alrededor desesperada esperando ver a Arthur aventándome mi ropa, riéndose de mí y vanagloriándose una vez más, pero no hay nadie más que yo, lo cual me hace respirar aliviada. Poco a poco me levanto estoy en el piso de mi baño, la cabeza va a estallarme. Me miro en el espejo y lo que veo me asusta como nunca antes.

―Dios mío... ―murmuro aterrada mientras contemplo la enorme mancha de sangre que tiene mi camiseta.

Toco mi nariz de la cual emana un hilo de sangre, ahora seca, que llega hasta mi barbilla y sigue hasta mi cuello. Empiezo a temblar nunca me había ocurrido esto y no sé que hacer, no sé a quién llamar. Me quito con rapidez la camiseta y abro la llave de la regadera para llenar la bañera. Tallo desesperadamente la camiseta bajo el agua, pero la mancha no sale, lo único que he logrado es teñir el agua de rojo y aumenta mi desesperación.

El pánico me invade cada vez más y comienzo a llorar de la desesperación e. Me meto a la bañera con la ropa puesta y abrazo mis rodillas, siento las lágrimas resbalar por mis mejillas a pesar de que el agua sigue cayendo sobre mí. Cierro la llave cuando el agua está por desbordarse, lo último que quiero es que Rita me encuentre cubierta de sangre.

Tengo que calmarme, tengo que dejar esto, tengo que hacerlo me repito un poco más tranquila y salgo con cuidado de la tina. Me seco muy bien, tiro el agua de la bañera y me dirijo a mi habitación; escondo la camiseta manchada, más tarde me desharé de ella. En un arranque de ira me arranco el collar con la llave y lo dejo en un cajón junto con la camiseta. Rita nunca revisa mis cosas sin avisarme así que no hay peligro de que lo encuentre.

No tengo idea de que hacer, siempre habia sido una chica sana hasta que me metí en esta porquería. Ir al médico no es una opción, comenzará a cuestionarme sobre todo y aún soy menor de edad. Unos golpes en la puerta me sobresaltan.

―¿Kennedy? ―Es la voz de Rita―. ¿Estás despierta?

―Sí, me di un baño ya voy —intento sonar tranquila y convincente.

―No tardes, el desayuno se enfría —Rita me habla con dulzura, no se ha dado cuenta de que estoy muy alterada y eso es bueno.

―No tardo, gracias Rita.

Me visto a toda prisa, tomo un pantalón deportivo y una sudadera, eso cubrirá por más tiempo el peso que he comenzado a perder. Cada vez me estoy hundiendo más y más, cada día odio más a esta Kennedy que miente, que se droga, que despilfarra dinero para mantener a amigos que en realidad no tiene, amigos que son mas una fantasia. Cada día detesto más a la persona que soy, pero, sobre todo el miedo aumenta día tras día, el miedo de ser descubierta por las únicas personas que me aman.

Suspiro profundamente, giro la perilla y me dirijo a la cocina en donde ya está Ethan con su traje pulcro y los cabellos bien peinados deja su celular a un lado cuando entro, su sonrisa se evapora al verme seguramente debo de lucir espantosa, pero yo le sonrío sin demostrar ninguna duda, ningún temor.

―Buenos días Kenne ―dice Ethan mirándome fijamente―. ¿No tienes calor? Está haciendo bastante, no recuerdo un verano más caliente.

Está tanteando el terreno, lo sé, lo he visto hacerlo muchas veces, a eso se dedica. Rita se acerca a nosotros, nos pone Hot Cakes, jugo de naranja recién hecho, café para Ethan, té para mí. Mi abuelo se fue más temprano hoy, así que sólo estamos Ethan y yo. Él está observando mi reacción con cuidado, tanta comida me da asco, pero evito demostrarlo y comienzo a beber el jugo.

―En realidad no hace tanto calor ―le digo sonriente―. Mira a Rita, ella ha estado en la cocina toda la mañana y aun así trae un suéter.

―Tienes razón Kenne ―Ethan no se ha dado por vencido puedo ver la determinación en sus oscuros ojos―. Cuéntame más de tus amigos ―el pánico comienza a apoderarse de mí, pero no cedo―. Casi nunca podemos hablar.

―No son la gran cosa ―me meto un bocado de Hot Cake a la boca, todo me sabe horrible, pero por mi bien aguanto las náuseas que me provoca la comida.

―Camile ¿es la chica que vino ayer? ―Asiento sin dejar de masticar―. Me ha parecido realmente atractiva ―la comida se me atora y tengo que beber jugo rápido para no ahogarme, pero me repongo rápidamente―. ¿Crees que podrías presentármela? Hace mucho que no me divierto y salgo.

Mi corazón se quiebra al escucharle decir eso, las lágrimas luchan por salir de mis ojos, no sé que decirle a Ethan, no sé que hacer y entonces cometo una estupidez.

―Ella no es tu tipo ―Ethan sonríe ha sido una trampa y yo he caído como tonta.

―¿Por qué? Creí que era una buena chica. ―Me siento estúpida por dejarme acorralar, sin embargo, no puedo ignorar el alivio que recorre mi cuerpo. Ethan merece algo mucho mejor que Camile, algo mucho mejor que yo.

―Y lo es ―me siento asqueada por la mentira―, pero no es tu tipo. Créeme, además está saliendo con un chico.

―¿Ah sí? ―Ethan toma su café y le da un sorbo―. ¿Qué chico? ―Me quedo fría otra vez, Ethan está decido a averiguar todo hoy.

―Arthur ―respondo sin pensar, dándome cuenta muy tarde que acabo de cometer otro error.

―Creí que tú salías con él ―suelta sin más y lo veo tensarse. La sola idea de que crea que estoy saliendo con él, me revuelve más el estómago―. Eso insinuó Camile ayer.

―¡No! ―Mi grito asusta a Ethan quien brinca en su asiento―. No salgo con él, es un idiota ―Ethan relaja la postura y sonríe. Parece alegrarse un poco  con esa información, al igual que yo, pues esa es la única verdad que he dicho, Arthur es un idiota.

―Me alegra que no salgas con un idiota ―dice Ethan sonriendo―, tú te mereces lo mejor.

Vuelvo a sentir asco de mí, de la persona que ahora soy, hace un año e incluso unos meses hubiera estado más que encantada de acercarme a Ethan, quién siempre había estado conmigo, quién siempre velaba por mí y me trataba con confianza, pero ahora no podía ni verlo a los ojos sin sentirme como una porquería.

―Gracias Et ―su celular suena, debe de irse pronto, lo cual me hace sentir una curiosa mezcla entre la desilusión y el alivio, al menos por hoy el interrogatorio ha terminado.

―Debo de irme Kenne ―Ethan no contesta el teléfono, pocas veces lo hace frente a mí―. Tengo un caso importante hoy y tengo que ganarlo ―dice cerrando una mano y con un brillo de determinación en los ojos.

―Lo harás, lo sé, eres el mejor ―Ethan se sonroja ligeramente y se despide de mí con un abrazo.

―Cuídate Kenne, no te metas en problemas ―me dice antes de irse.

Cuando se va Ethan corro al baño a vomitar todo lo que he comido. Un sudor frio me empapa la frente y me siento sobre el inodoro, últimamente todo me sabe horrible y solía tener buen aoetito. Un pensamiento aterrador cruza por mi cabeza, no había considerado la posibilidad... Cuento rápidamente los días mentalmente, el retraso no es mucho, pero es suficiente para ponerme tan nerviosa y asustada que vuelvo a vomitar. Cuando termino, tomo mi bolso, me despido con presura de Rita y me dirijo corriendo a la farmacia rogándole a todos los dioses que conozco que no esté embarazada. 

Por favor, regresa y quédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora